Opina, que algo queda
(Foto: William Eggleston)
Una nueva profesión se abre paso en los tiempos modernos. Gracias, Chaplin, por esta expresión. Una nueva profesión para la que no se necesita cualificación, ni exámenes, ni accesos, ni estudios, ni enchufes. No se necesita nada, salvo un artilugio donde haya internet. Te buscas un móvil con internet, una tablet, un ordenador, un lo que sea que tenga internet, y ya estás preparado para este oficio que está arrasando. Se trata del oficio de "opinador". Su propio nombre lo dice, no es difícil adivinar de qué se trata. Pero pondré algunos ejemplos:
Se arma un conflicto bélico de envergadura en el mundo. Tú opinas como si fueras un experto en geopolítica. De hecho, eres para ti mismo un experto en geopolítica.
Hay una crisis de gobierno y se cambian ministros. Tú analizas los cambios, los perfiles y opinas. Aquí ya te has convertido en un politólogo de altura.
Cualquier acontecimiento que suceda en alguna parte del mundo, lejana o cercana; cualquier tema de interés o de minorías; cualquier cosa, es susceptible de que tú opines, porque tu opinión, ya lo sabes, es imprescindible para que la humanidad se quede tranquila.
En esa misma línea puedes hablar de arquitectura, si no te gusta el bloque han construido a tu vera; de fútbol, si tu equipo no va a ganar la liga; de medicina; de astrofísica; de cine, por supuesto, que eso es facilito; de libros, ni te digo, incluso sin leerlos; de filosofía y de numismática; de cocina y del cuerpo de casa; de informática, de redes, de plataformas, de inteligencia artificial y de la otra; de televisión y de anticuerpos; puedes opinar de todo, pero no como un aficionado o un lego en la materia, no, no, nada de eso, opinas en tu profesión de "opinador". Es decir, opinas, sientas cátedra, no te mueves un milímetro de tu opinión, no debates porque no admites que otro pueda saber más que tú y nunca reconoces que te equivocas.
Para este oficio de "opinador" hay un solo requisito. No reconocer nunca que no se sabe algo de algo. O de casi todo. Lo de "solo sé que no sé nada" es una estupidez que no se le ocurre ni al que asó la manteca. Y así.
Comentarios
Opinión interesante, no ajena del todo a tu post.