Incorrecta Agatha
(Agatha Christie y su única hija, Rosalind)
“¿No ves que es necesario matarla?”
No sé si en esta pregunta, que da inicio a la novela "Cita con la muerte", han hallado los censores algo que hay que desterrar, que borrar de la palabra escrita. Los llamo censores aunque ellos se llaman a sí mismos "lectores sensibles" como si el resto de los lectores fuéramos un puñado de desaprensivos. Editoriales y herederos se ponen de acuerdo para mutilar los libros de Agatha y para ofrecer una versión nueva y, sobre todo, distinta a la que ella creó. Estoy segura de que no se dan cuenta de lo que eso significa en realidad. En las dictaduras hay una visible manifestación de la falta de libertad y esa es la prohibición de determinados libros, el ostracismo de sus autores, incluso, yendo más allá, la quema de libros y las listas de los prohibidos. El hecho de que se haya decidido esa poda para eliminar no sé qué vocablos debería hacernos pensar. En realidad, es muy necesario pensar en estos días, porque los corsés impuestos terminan por atrofiar el pensamiento y sin libertad este se resiente gravemente. Hay que acostumbrarse a pensar para no olvidarnos de cómo se hace.
Con Agatha Christie aprendí mucho de la campiña inglesa. Los nombres de las flores y arbustos. Las comidas. Los horarios. Las ciudades y los caminos. No solo te distraías leyéndola, no solo se te pasaban las horas rápidamente, no solo te emocionabas al pensar que habías acertado la identidad del asesino, sino que aprendías cosas, cosas que, a fuerza de verlas escritas en sus obras, no se te han olvidado. Sus libros son un curso de cultura inglesa. Aunque quizá esa cultura ya no existe. Arqueología, entonces.
Desconozco qué términos se han suprimido de sus novelas. Cuando la leía no notaba nada especial en relación a sus diálogos. Tampoco quiero saberlo. Me molestaría. Afortunadamente ella está a salvo en mi casa, en sus libros ya editados que son lo que ella quiso que fueran. Las futuras generaciones solo podrán conocerla bien si leen a escondidas los libros de sus padres o sus abuelos. Tampoco sé de dónde surge todo esto del revisionismo. De dónde salen esos "lectores sensibles" que hacen la faena de cortar y podar. Qué se gana con ello. En realidad, lo único que sé es que ella y sus libros fueron una luz y que, si alguien me llega a decir hace años que el futuro estaría lleno de tijeras, no lo hubiera creído.
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