Milagros
A mí me gusta mucho Rodrigo Cortés. Lo sigo en "Todopoderosos", ese canal de cine en el que hablan de películas, actores y cosas parecidas. Leí su referencia biográfica un día por casualidad y también lo vi en una entrevista en Youtube, una entrevista muy bien hecha y llena de sosiego. Me enteré entonces que en su casa había muchos libros y que su padre era cinéfilo. Su padre, ingeniero; su madre, bióloga. ¿Dónde está entonces la rareza de que en su casa hubiera libros o se hablara de cine? Pensé entonces en mi propia familia y en lo que yo llamo "el milagro". Una familia de padres trabajadores, hijos de padres trabajadores y en la que sobre todo había "familia", como le dice Julia Roberts a Richard Gere en "Pretty woman". Que esos padres trabajadores, con muchos hijos y poco sueldo, tuvieran como máximas aficiones leer libros, leer el periódico todos los días y el cine, es algo que sí merece ser destacado como el milagro de la cultura. Si no hubiera sido por esa vivencia diaria, de los libros que se compraban y se colocaban y cuidaban con esmero en la librería blanca primero y amarilla después; si no hubiera sido por esa visión cotidiana de la lectura de la prensa en familia; si no hubiera sido por los comentarios de películas, actores, actrices y directores, de una madre que conocía todo el cine clásico y que desde pequeña adoraba todo lo que tenía que ver con la pantalla; si no fuera por los regalos de cumpleaños en forma de libros; si no fuera por las colecciones de tebeos que él mandaba encuadernar para traer a la casa; si no fuera por las revistas de los viernes que se encargaban a la papelería; si no fuera por los reyes magos y su cargamento de principitos,...entonces la historia sería otra. Cuando se habla de educar con el ejemplo quizá se olvida que estas sencillas cosas, sencillas pero definitivas, convierten a una persona en otra a pesar de que su destino no era ese. De modo que Rodrigo Cortés lo tuvo fácil. Y otros como él. Nosotros, en cambio, le debemos todo a dos seres tan extraordinarios como generosos. Aragorn arenga a sus huestes para que luchen. En esa lucha está el secreto de la patria más honda.
(Foto: Uta Barth)
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