"Jane y Prudence" de Barbara Pym
Barbara Pym (1913-1980) es una de esas escritoras a las que hay que reivindicar. Le costó muchísimo publicar y, cuando lo consiguió, tuvo luego un vacío de quince años sin que ninguna editorial se interesara por sus libros. Puede decirse que fue la persistencia en preservar su legado de su hermana Hillary la que evitó el olvido total. Esa maleta cargada de inéditos logró abrirse por su perseverancia. Así se escribe la historia de la literatura. Mientras se publican bodrios infumables hay casos como este (muchísimos y, la mayoría, mujeres) que se quedan en un cajón. Creo que en ello hay un desprecio a la literatura que se considera "femenina" sin serlo, una prepotencia editorial sin límites.
La primera editorial que sacó sus libros en España fue Anagrama, en 1985, con Mujeres excelentes, que, en 2016 volvió a lanzar Gatopardo Ediciones. Lumen publicó tres de sus libros: Jane and Prudence en 2009 (se había publicado originalmente en 1953), Los hombres de Wilmer (A Glass of Blessings, 1958) en 2010 y Murió la dulce paloma (The Sweet Dove Died, 1978) en 1993. Gatopardo ha tomado sobre sí la grata tarea de ir publicando sus libros, en cuidadas ediciones muy bien traducidas. Así ha publicado: Mujeres excelentes, Un poco menos que ángeles, Amor no correspondido, Extranjeros, bienvenidos, Cuarteto de otoño y ahora este Jane y Prudence. Todos ellos están reseñados en este blog.
Me gusta Barbara Pym por su inteligencia. La inteligencia en un escritor tiene mucho que ver con esa manera distinta de ver los hechos, de analizarlos y, sobre todo, de interpretarlos. En ella hay una mezcla de dulzura y desafío. Hay una foto que se repite cada vez que se buscan datos sobre ella en la que aparece sonriendo a medias con un gato en los brazos. No me gustan los gatos, ni los perros, ni los animales en general, pero ella tiene una actitud complaciente que la convierte casi en la vecina de al lado. Inspira confianza. Esa sensación la tienes al leer sus libros: sabes que no hay trampa ni cartón en lo que te cuenta y que, si algo parece ser lo que no es, al final saltarán las costuras y todos tan contentos. No sé si me explico. Los enredos domésticos no son cosa baladí. Y todos aquellos que han considerado que la literatura debía estar revestida de la solemnidad de los días de fiesta han dejado de lado tantas historias como momentos tiene la propia vida. Esa estética de lo cotidiano, que practican otras grandes damas literarias cuya relación de nombres ocuparía este espacio por completo, es gloria bendita.
Hay una cosa preciosa en Barbara Pym. Esa combinación de ambientes serios y profesionales, con la vida de las personas en su casa, cocinando, vistiéndose para salir, arreglando las flores. Se respira un aire genuino, como si estuvieras asomada a una ventana y vieras lo que ocurre. En este sentido, es muy cinematográfica, o quizá es que estamos tan acostumbrados a la imagen que no podemos dejar de imaginarnos el movimiento, las voces, incluso las expresiones de todos. Hay también muchos sueños. Los antropólogos imaginan éxitos, las muchachas incluso añaden la búsqueda, o mejor, el hallazgo del amor. Y todos tienen esperanzas que quieren ver cumplidas. Las descripciones de Barbara Pym son concretas, exactas, sin pasarse, pero dibujando trazos firmes, puedes verlos a todos ellos, están ahí.
Jane y Prudence está en la línea de Mujeres excelentes y es el retrato fiel de las vidas grises de personas que no aparecen en los libros, aunque esto suponga una incongruencia. A esas personas dirige su mirada la autora, quizá porque ella misma se consideraba dentro de esa gran masa que no tiene relevancia ni honores. Años cincuenta del siglo pasado, dos mujeres de la clase media, una con cuarenta y un años, la otra con veintinueve. Una bien casada, la otra soltera sin expectativas. Sobre todo ello, la amistad. Ese enaltecimiento de la amistad femenina que tan bien realiza Barbara Pym. En nombre de esa amistad Jane quiere que su amiga Prudence encuentre un buen tipo para casarse y deje de estar bebiendo los vientos por su jefe, un catedrático mayor, casado y con hijos. Ese de Prudence es un amor "arrebatado" e imposible. Quizá es que los amores imposibles, aunque sean con parcos en palabras catedráticos mayores, siempre son arrebatados. La frustración de Prudence es la de no lograr que su vida tenga el aliciente del amor y la de Jane haber tenido solo una hija, en una sociedad, la de los clérigos anglicanos, en que todas las señores tienen bastante prole y así se alegran y llenan las rectorías. En cualquiera de esas rectorías podía nacer, en cualquier momento, una Jane Austen. A ella hace alusión, precisamente, en un momento del libro, una de las protagonistas.
Lo mejor que tienen los libros de Barbara Pym es que te cuesta muy poco entrar en ellos. Comienza a narrar y ya estás metida en el ambiente. Tiene una gran facilidad para que su punto de vista termine siendo el tuyo y para que sus personajes te resulten cercanos, amables, incluso los que nada tienen de amabilidad o de cercanía. Un trazo firme pero tierno, una visión irónica pero sin maldad. Como si la vida solo pudiera ser contemplada con los ojos ingeniosos de Pym.
Jane y Prudence. Barbara Pym. 2022. Gatopardo Ediciones. Traducción de Ana Mata Buil.
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