Vive le noir!
(Sterling Hayden en "Atraco perfecto", dirigida por Stanley Kubrick en 1956. El actor, inolvidable en "Johnny Guitar" es aquí el cabecilla de una banda de malvados)
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Adoro el cine negro, además del cine en blanco y negro. El cine negro de antes y el de ahora aunque las cumbres están en esas décadas pasadas del siglo XX en las que brillaban sus estrellas a golpe de sombrero y gabardina. Si me das a elegir una película, escojo un noir y lo decoro con una buena esquina del sofá, una mantita si es tiempo de ello y una emoción permanente, recién estrenada cada vez. Las historias del noir son apasionantes y tienen un cóctel de buenos sollozos en forma de disparos, asesinatos, huellas, búsquedas, abrazos, mujeres de ojos rasgados y hombres de mirada huidiza. Todos los hombres y todas las mujeres. En mi galería de favoritas están las películas que te mantienen la atención y que te hacen olvidarte del dolor de cabeza y de los deberes. La afición me viene de familia: todos queremos el noir y a todos nos estremece. ¿Quién es el malo? La afición continúa en nuestros hijos y por eso ver una sesión de estas películas es un acto ritual, una especie de encuentro con nosotros mismos. De generación en generación reconocemos a los malvados, amamos a los buenos y queremos conocer a los hombre de gabardina y sonrisa escéptica.
("La sombra de una duda", de 1943, es una de las grandes aportaciones de Alfred Hitchcock al género del noir. Aquí están Joseph Cotten (inolvidable también en "Luz que agoniza") y Teresa Wright. La película es una de las clásicas que en mi familia son iconos del cine)
La nómina de las obras maestras del cine negro es interminable. Necesitaríamos una enciclopedia para mostrar una selección mínima. Seguramente cada uno de nosotros, cinéfilos, tenemos nuestra propia lista aunque larguísima. Pero eso no es el propósito de esta entrada sino dejar constancia de un género que me vuelve loca. Algunos actores han elevado su propia trayectoria a partir de una película, como el caso de Charlton Heston en "Sed de mal", dirigida por Orson Welles en 1958. Increíble interpretación, para mí superior a la de Welles, demasiado afectado siempre. Welles se encontraría con Joseph Cotten, por ejemplo, en "El tercer hombre", que no es de las que más me gustan, pero que tienen el sentido del noir de espías, algo que se ve también en algunas de Hitchcock, como "Cortina rasgada" o "El premio", ambas con Paul Newman.
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Para mí, las décadas doradas del cine negro son las de los años cuarenta y cincuenta. Pero ya en los años veinte y treinta tiene una importante presencia en las carteleras. El blanco y negro les va como pintado a estas películas aunque, recientemente, hay obras maestras en color, como "L. A. Confidencial" con un cuarteto de ases: Russell Crowe, Guy Pierce, Kim Basinger y Kevin Spacey. En los sesenta está la obra del director Don Siegel, muy estimable, pero el género sufre un parón. En 1962, sin embargo, Otto Preminger dirige un gran thriller político: "Tempestad sobre Washington", con una galería estelar de actores entre ellos Henry Fonda, Charles Laughton, Franchot Tone, Burgess Meredith o Walter Pidgeon. El thriller político es un maravilloso muestrario de grandes películas entre las que resulta difícil elegir pero esta es fantástica y te da la ocasión de ver un auténtico pugilato de estrellas. Laughton anda por "Testigo de cargo", una adaptación de Agatha Christie que es lo mejor que se ha hecho con respecto a la escritora de crímenes. Y también está en "El proceso Paradine" que tiene a Gregory Peck como protagonista, un abogado que pierde la cabeza por su cliente, la guapísima Alida Valli.
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