Youtubers : la vida entre canales

 



Este pasado verano he entrado en el mundo YouTube. Antes me servía para ver las ceremonias de entrega de los Oscar, las conferencias de algunas entidades, para escucha música, para ver museos y otras curiosidades. Pero nunca me había fijado con detenimiento en los youtubers, esos "creadores de contenido", como se definen, que tienen un canal o varios y que ofrecen a sus suscriptores o miembros (todo este vocabulario lo he aprendido recientemente) directos o vídeos con opiniones, noticias y otros condimentos. Por razones que desconozco ese merodeo me llevó a los canales de salseo, que es como se definen aquellos que tocan temas del "corazón", no en plan medicina sino en plan rosa, algo así como la parte de comentario "social" de la plataforma. Hay muchos, no imaginaba que tantos. Y he asistido en directo a unos movimientos internos y externos, polémicas, luchas, entrevistas, nacimiento de nuevos canales, etcétera, que me ha llevado a pensar sobre el fenómeno. 

Desde el principio notaba, con cierta extrañeza, que este tipo de canales cometían muchos errores a la hora de titular un vídeo en relación con su contenido. Titulaban una cosa, aparecía otra. Luego vi que no eran errores, sino formas de atraer la atención. Después observé que la mayoría de sus usuarias, suscriptoras y miembros, son mujeres, lo que no debería extrañarnos ya que parece que son ellas o somos nosotras las mayores consumidoras de prensa rosa. También me di cuenta de que hay pasta en todo esto. Nunca creí que se ganara tanto dinero, pero claro, aunque no hablemos de la gigantesca cantidad que ganan los números 1 (el Rubius, Auron Play o Ibai, por citar a los que conozco), el sueldo que se saca es muy sustancioso y se ha convertido, por tanto, en un modo de vida para muchos y en un buen complemento para otros. No todos los canales son iguales, desde luego, y los hay con gente muy ingeniosa, con gracia y que entienden la profesionalidad de la plataforma a rajatabla. Pero hablo de los otros, los que andan convirtiendo una oportunidad en un desastre. 

Nada de esto sería de destacar si no fuera porque muchas personas confiesan que han sustituido completamente sus anteriores fuentes informativas (prensa, radio o televisión) por los canales de Youtube. Y aquí aparece ya el problema. Si uno se crea un canal y se dedica a opinar sobre cosas sin más, dejando claro que es solo una opinión; o a mostrar sus habilidades como inventor de temas; estaremos ante una plataforma con personalidad propia, complementaria a otras fuentes informativas. Pero si Youtube es la única información que las personas reciben, entonces ¿qué responsabilidad les atañe a los que tienen estos canales? El periodismo tiene sus códigos, su deontología, su praxis, sus límites, pero...¿cuáles son los límites de los youtubers que, lejos de crear contenidos, se convierten en pseudo periodistas de opinión/información? Sin el control del medio al que pertenecen, sin que haya una regulación específica porque, de entrada, Youtube no se ha creado para esto ¿cómo podemos tener la mínima seguridad de que lo que se dice es verosímil, ha ocurrido, tiene certezas? La cosa se ha puesto mal porque las guerras entre los youtubers del salseo (supongo que también las habrá en otras temáticas) ha sacado a la luz lo peor de cada casa. Y las estrategias para mantener a los fieles dentro de sus ejércitos de suscriptores o miembros ha ido aumentando. 

Como todos los medios de comunicación e, incluso, de entretenimiento, Youtube tiene sus claves y hay que entenderlas para poder andar entre canales. Se trata de hacer el mismo ejercicio crítico que realizamos cuando abrimos un periódico, escuchamos la radio o vemos la televisión. Se trata de pensar sobre lo que oímos y vemos y no comerse todo lo que cuentan sin digerir. Porque la democratización de Internet, y Youtube es el mejor ejemplo, coloca al frente de los canales a muchas personas, cada una de las cuales tiene su formación, su origen, sus ideas, sus prácticas, sus técnicas. Y es muy fácil dejarse arrastrar y creernos que todo lo que se cuenta ahí es verdad. Por eso, si entras en Youtube buscando convicciones, tendrás una monumental decepción. Pero si lo haces con la mente muy abierta y viendo lo que cada cual ofrece con una razonable perspectiva, entonces vas a divertirte seguro. Yo misma me he divertido lo más este verano con algunos de esos canales. Sin ánimo de creerme a nadie. Con ánimo de disfrutar y de pasarlo bien. Y de aprender algunos códigos de comportamiento que crean diferencias y disputas súper animadas pero que están ahí y que hay que conocer. No está bien que haya mundos que no conozcamos. Y Youtube ha venido para quedarse. 




Ilustro esta entrada con pinturas de Ralph Goings (California, USA, 1928-2016), perteneciente a la primera generación de maestros norteamericanos de lo que se llama fotorrealismo de las décadas 60 y 70. Es el pintor de los restaurantes de comida rápida, esos lugares que se han trasladado ya al mundo entero desde los Estados Unidos. Sus objetos característicos, los botes de ketchup o mostaza, las mesas brillantes, los saleros...tienen el mismo aire fortuito, efímero y casi improvisado que las arengas de los youtubers rosas, con sus títulos exagerados, sus bombas, sus comunicados, sus zascas. Para consumir rápidamente y hacer la digestión más rápidamente aún. Cualquier día de estos me marco un game over y se lo dedico a Javi Oliveira. 

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