Un broche de flores y un collar de perlas
El trasiego de las redes contrasta con la delicadeza de las fotos que hizo Nina Leen. El mundo femenino que ella retrata tiene un aire callado que no concuerda con el ruido. El sosiego es el paradigma más exacto. Como esta mujer que aparece en la revista Life y que se inclina con suavidad sobre la nota que está escribiendo, una carta, un recado, una disculpa, una declaración de amor, quién sabe. Precisamente ahí está su secreto, en no saber qué está escribiendo y a quién va dirigido. Quizá a ella misma, muchas veces nos escribimos a nosotros mismos, a lo mejor siempre, aunque haya otras personas que terminen leyéndonos. Qué despacio parece pasar el tiempo para esta mujer que se inclina levemente para escribir...
Sabes lo que sucede cuando tienes algo que decir y no logras expresarlo. O cuando parece que las palabras van a fluir y se detienen. O, todavía peor, cuando no hay nada más y las expresiones desaparecen, todo desaparece, hasta las ganas de estar y de contar. Contar las historias es el modo más cierto de fijarlas, de convertirlas en algo tangible, lo que no se cuenta no existe.
La mujer lleva un decoroso y elegante vestido negro, una rebeca de punto ribeteada de raso de color claro y pocas joyas. Pendientes sencillos, una sortija a modo de alianza en la mano izquierda, un collar de perlas de doble vuelta. Todo conduce a que pase desapercibida, salvo un detalle que no puede esconderse: el voluminoso broche de flores en el lado izquierdo de la ropa. Un broche ostentoso, de colores que no podemos precisar en el blanco y negro, un broche que parece ir en contra de su actitud tranquila y del atuendo discreto. Las flores del broche rompen la armonía y nos desconciertan. Quizá, pese a todo, esta mujer aún conserva la esperanza.
(Foto: Nina Leen para Life)
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