Planetas detenidos
(Hiperrealismo americano, Don Eddy, 1944)
Salta la noticia del nuevo premio Planeta, esos libros que tienen en sus casas los que no leen. En mi calle de la infancia estaban en el salón-comedor de una familia que nunca los abría. Todos encuadernados en piel, derechos, sin que nadie los tocara año a año, engrosando su número, pero sin calor. Así deben seguir en muchas casas: hay gente que es lo único que compra al año. En esta ocasión llevaba trampa: una mujer se ha convertido en tres hombres y los tres andaban tan contentos en el escenario como si hubieran querido hacer un truco de magia. Y los que les dan el premio, que no se han sorprendido para nada con el resultado de su pesquisa, como siempre ocurre, tan felices de que todo el mundo, en lugar de hablar del libro, que trata de lo de siempre, cuenta y no acaba del tres en uno. Algún autor de esos por encargo debería hacer alguna vez una trampa y presentar un libro en blanco, sin palabras, solo con el título. O un libro con un solo poema, unos versos satíricos, riéndose de los que se ríen de nosotros con sus bobadas anuales de premios absurdos otorgados a libros que nadie lee y que se venden mucho. Un experimento tipo "el traje nuevo del emperador". Pronto, mañana, en las puertas de las librerías, que ahora la gente empieza a frecuentar según creo, aparecerán los libros de estos tres, encaramados sobre los expositores, en torres enormes de ejemplares, y la gente llegará a la puerta y se los encontrará de plano, los comprará y dirá que tiene el planeta de los que nunca fueron una sola, sino que son tres y ellos.
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