El Concurso de Granada en su contexto cultural




(Plaza de los Aljibes, Granada. El concurso se celebró aquí por su mayor capacidad aunque no era el sitio elegido en principio ni el que aparece en los carteles)


(Manuel de Falla)

 No podríamos trazar un retrato fiel de las primeras décadas del siglo XX sin incluirlas en los movimientos culturales europeos, sobre todo franceses, ya que París, desde 1874, con la primera exposición impresionista en el estudio del fotógrafo Nadar (y ese maravilloso y fundacional Impresion: soleil levant de Monet), se ha convertido en el centro del arte por delante de Roma. Todavía no han llegado los tiempos en los que ese relevo, en los años posteriores a la segunda guerra mundial, pase a Nueva York. 

La influencia de las vanguardias históricas en la vida cultural española es muy importante, aunque eso no quiere decir que desaparecieran los reductos ajenos a estos cambios, sino que se conservaron en diversos ámbitos y diferentes artistas algunas formas estéticas totalmente alejadas de los nuevos postulados. En realidad, la convivencia de estas dos corrientes de pensar y hacer el arte ha sido siempre una constante en la historia cultural española. 

Una pregunta que podemos hacernos, llegados a este punto, es: ¿Por qué Granada, por qué en Granada? Las respuestas, como siempre, pueden ser múltiples y no satisfacer a todos. Desde 1921 vive en Granada el músico gaditano Manuel de Falla. Su temperamento musical y su manera de entender el papel de la tradición son elementos definitivos para considerar la cita de 1922 con el flamenco. El contacto de Falla con los Ballets Rusos, con Glinka, Stravinsky o Debussy, le inclina a un acercamiento al folklore, que será uno de los aspectos destacados en su producción artística. Los Ballets Rusos habían supuesto una gran renovación estilística en el mundo de la danza y, en sus peculiares giras, acertaban a incorporar a su repertorio músicas de los distintos lugares y artistas autóctonos. Esto mismo ocurrió en su estancia en España. 

Sin embargo, no es únicamente Falla el que busca en un flamenco natural, puro y libre de profesionalismos la verdad de este arte. Esa misma intención la tienen otros artistas, intelectuales y literatos que consideran posible dar un paso adelante en pro del flamenco, al que ellos consideran una manifestación honda, es decir, auténtica y enraizada. Se trata, pues, de un movimiento general, dentro de un estado de cosas propicio, entroncado con las tendencias artísticas que predominaban en aquellos momentos. 


(Cartel del ballet de Diaghilew obra de Pablo Picasso)

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