Condena a la esperanza
En la ceremonia de los Oscars de 1994 esta película, de director desconocido, pasó desapercibida a pesar de sus siete nominaciones. Fue el año de Forrest Gump y, en menor medida, de Pulp Fiction, así que la película se quedó rezagada en el aplauso del público y la consideración de la crítica hasta que el boca a boca comenzó a surtir efecto. Esto es lo que suele ocurrir, cuando hay justicia divina, con las grandes obras. Siempre habrá quien se dé cuenta de su valor.
Aunque aparentemente es un drama carcelario en el que la amistad es el sentimiento que actúa de elemento de fusión en el argumento, hay otras miradas que la hacen más compleja, a pesar de su argumento bien estructurado y de su extraordinario desenlace. Está la adaptación al medio, como forma única de que los seres humanos sobrevivan. Los muros de la prisión nos protegen, viene a decir Morgan Freeman, después de llevar entre ellos 30 años. Está la lucha por sobrevivir con cierta dignidad, por conservar indemne algo propio, algo definible, algo exacto, algo bueno. Está el deseo de recordarse a sí mismo como era, a no perder el recuerdo de lo que se tuvo o lo que se fue. Está la asunción de los errores, el arrepentimiento, la toma de conciencia del daño que se hizo. Pero está, sobre todo, la esperanza. La esperanza es la trampa, viene a decir uno de esos hombres. La esperanza es peligrosa, dice otro. Sin esperanza, no hay nada, dice Andrew Dufresne (Tim Robbins).
Dufresne está condenado a cadena perpetua por un crimen que no cometió en la persona de su esposa y del amante de esta. Una carambola del destino en forma de otro preso que llega a cumplir una corta condena por robo, le hará poder demostrar su inocencia, pero esto solo traerá más muerte en un mundo donde la corrupción ha calado tan hondo que el crimen es una consecuencia más.
La personalidad de Dufresne marca el ritmo de la película. Es un hombre tranquilo, casi impertérrito, que soporta con frialdad aparente los acontecimientos, el acoso, los intentos de violación, las palizas y el aislamiento. Tiene, además, un don, un talento especial para los números, por lo que esta habilidad le supondrá una salida al trabajo duro y una forma de acercarse a los mandos. A Dufresne le pirran las estrellas del cine y así, en su celda, estarán, en enormes carteles, Rita Hayworth, Marilyn Monroe y Raquel Welch, emergiendo del agua. Los carteles serán, aunque no lo sepamos hasta el final, su salvación.
La química entre Morgan Freeman y Tim Robbins funciona como un reloj. La personalidad de Freeman, a medio camino entre la ironía y la ternura, se mezcla con sobrada convicción con la del joven Dufresne, inexperto, ingenuo y, más tarde, luchador invisible. Él pronuncia una frase genial: “Yo era una hombre honrado en el exterior y aquí me he convertido en un ladrón”. Buena definición de lo que la privación de libertad en un ambiente en el que campan por sus respetos los derechos humanos puede llegar a conseguir.
Uno de los elementos fundamentales de la película es el desenlace. La última media hora, que se sigue con redoblado interés, encaja las piezas de una forma suave pero implacable. La justicia existe y la esperanza tiene su sitio en la vida. De otra forma, no valdría la pena vivir, dice Dufresne. Y esto es lo que hace. Proporcionar esperanza a su amigo y proporcionársela a sí mismo. México tiene la calidez del tiempo nuevo y el Pacífico es un océano con muchas posibilidades.
Sinopsis:
El ejecutivo de banca Andrew Dufresne (Tim Robbins) llega a la cárcel de Shawshank para cumplir la cadena perpetua que le han impuesto por el asesinato de su esposa y de la amante de esta. Aunque se declaró inocente, un abogado con escasa pericia no ha podido evitar su condena. Allí conocerá la dureza de la vida carcelaria y entablará amistad con uno de los capos de la cárcel, el preso Red, encarnado por Morgan Freeman. El talento de Dufresne le granjeará el respeto de todos y su ascenso a un puesto de confianza con el alcaide de la cárcel.
Algunos detalles de interés:
Esta es una de esas películas de apariencia sencilla que consiguen, gracias a su calidad, convertirse en un clásico. Se considera que es el mayor exponente de películas carcelarias.
El guión, del propio director, está basado en el relato “Rita Hayworth y la redención de Shawshank” de Stephen King.
Se realizó con una presupuesto de 25 millones de dólares y recaudó cerca de 60 millones.
La película está narrada por Ellis Boyd “Red”, Morgan Freeman, que es el mejor amigo de Andy. En la novela aparece descrito como un irlandés de mediana edad con cabellera gris y roja, pero, aunque consideró a otros actores para el papel (Clint Eastwood, Harrison Ford, Paul Newman y Robert Redford) el director eligió a Freeman porque le pareció que tenía la presencia justa para ello.
Los secundarios tienen una enorme importancia en la película (no hay mujeres, dado el tema, todos son hombres). Así Bob Gunton como el Alcaide Samuel Norton, obsesionado con la Biblia y con el dinero. O Clancy Brown, como el capitán Hadley, que es el jefe de los guardias, con las palizas como medio de mantener el orden. El más humano de todos es el anciano James Whitmore, como Brooks Hatlen, el preso antiguo que debe dejar la prisión y que, al no adaptarse a la vida fuera de ella termina ahorcándose.
Aunque recibió numerosas nominaciones en premios diversos, tanto para la parte artística, como para la técnica, no consiguió ningún premio.
Ficha técnica:
Título original: The Shawshank Redemption. 1994. 142 minutos. Estados Unidos. Título en España: Cadena perpetua.
Dirección y guión: Frank Darabont
Música: Thomas Newman
Fotografía: Roger Deakins
Reparto:
Tim Robbins, Morgan Freeman, Bob Gunton, James Whitmore, Gil Bellows, William Sadler, Mark Rolston, Clancy Brown, David Proval, Jeffrey DeMunn, Jude Ciccolella, Don McManus, Alfonso Freeman, Brian Libby, Mack Miles, Frank Medrano
Productora: Columbia Pictures / Castle Rock Entertainment
Premios y nominaciones:
1994: Oscar: 7 nominaciones, incluyendo mejor película y actor (Freeman)
1994: Globo de Oro: 2 nominaciones: mejor actor drama (Freeman) y guión
1994: Sindicato de Productores (PGA): Nominada a Mejor película
1994: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director
1994: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión adaptado
1994: Sindicato de Actores (SAG): 2 nominaciones a Mejor actor (Freeman y Robbins
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