Anthony Hopkins es el padre
Creo que Anthony Hopkins (Gales, 1937) es uno de los más grandes actores que ha dado el cine. Y no por su papel de psicópata sino por todo lo contrario, por sus papeles más humanos. Expresa como nadie la sensibilidad, la cercanía, la contención, el drama y lo íntimo. El mayordomo de "Lo que queda del día", al servicio de un Lord Darlington ocupado en entenderse con Alemania casi al borde de la traición, es un prodigio de composición. No sobra ningún gesto ni ninguna palabra y, lo que es más importante, ninguna mirada. En "Howard End" le ocurre algo parecido. Es imposible no quedarse enganchado a su interpretación, que te lleva de la mano por toda la película. Es épico en "La máscara del zorro" y arrogante en "The Bounty", una de sus películas menos conocidas pero que merece la pena ver. Impecable en "La carta final", sobre el libro "84, Charing Cross Road" haciendo del librero Frank Doel.
Detrás de sus interpretaciones hay siempre un intenso trabajo previo, una inmersión completa en el personaje. No "hace de", sino que "es". Esto requiere un acercamiento a la psicología que exige esfuerzo y exige tiempo, porque luego, delante de las cámaras, debe surgir de modo natural y no impostado, de manera que seamos capaces de ver al personaje y no al actor. Es uno de esos artistas que tienes la seguridad de que siempre hay algo bueno en las películas que hace. Una garantía. Tiene, además, una especie de química permanente con sus compañeras de reparto, que no tiene que ser amorosa, sino humana y personal la mayoría de las veces. Como con Anne Bancroft o Emma Thompson, una actriz que se complementa con él a la perfección.
En esta última película que ha estrenado ("El padre", 2020) y que ha tenido mucho éxito y reconocimientos, ese dúo lo completa Olivia Colman, una actriz de gran fortaleza interpretativa y que hace el papel de su hija, un poco cansada ya de las excentricidades de su padre que, en realidad, esconden una grave enfermedad, el Alzheimer. Solo si has tenido cerca a alguien que la haya padecido puedes entender hasta el fondo este circuito de rareza y pérdida que significa.
Comentarios
Ésta pregunta me hizo reflexionar y me ha hecho cambiar la forma de ver la vida. La mayoría vive como si nunca fuese a morir, y pese a ser una de las verdades más absolutas en la que podemos creer, cuando llega ese momento casi siempre se afronta con sorpresa, como si no supiésemos que fuera a ocurrir. La verdad es que si dejamos de lado los accidentes , uno puede "decidir" aproximadamente cuando será esa fecha final, y una vez asumida empezar a planifioar el resto de tu vida . Se afronta la vida de otra forma cuando te impones un plazo aceptable, pues conocida la limitación de tiempo de que dispones, puedes decidir qué cosas quieres hacer y cuales no, y cuando hacerlas. Y de este modo no solo disfrutarlas más, si no incluso vivir sin miedo a la muerte, pues realmente no se teme la muerte si no la incertidumbre de no saber cuando va a ocurrir.
Yo espero poder llegar a ese dia con "mis deberes hechos" y la satisfacción del "trabajo" bien hecho , sin temores y sin tristezas.