Los mares de Austen
Cuando era una adolescente, sabiendo que mi familia por ambas partes era muy extensa y estaba repartida por diversos lugares de España y el mundo, decidí conocerla. Tomé la decisión en plan aventura y una aventura fue porque me permitió encontrar a personas muy especiales y visitar lugares espléndidos. Creo que los adolescentes de ahora mismo tienen menos empuje que aquella jovencita y también más miedo. Pero esa palabra no existía para mí, como tampoco existía para mis amigos de entonces. Algunos de esos lugares que debía visitar estaban junto al mar y para otros había que internarse en paraísos escondidos. A ellos se llegaba en tren, en autobús o en avión. Incluso hubo un viaje que hice en la cabina de un camión congelador que llevaba pescado de Cádiz a Madrid. Había de todo. La ruta del descubrimiento llegaba a Ronda, La Carolina, Madrid, Bilbao, Barcelona, Murcia y saltaba hasta Irlanda, al condado de Clare, y llegaba hasta Italia, a la zona de las Marcas, a Fermo. Otros estadios intermedios y ya conocidos completaban un mapa estimulante (por ejemplo el maravilloso flechazo que me produjo la Provenza y más tarde la Costa Azul), y lleno de interés para una jovencita deseosa de salir de su entorno cercano y contemplar el mundo. Algo así como lo que hace Charlotte Heywood. Fui por un verano, una Charlotte Heywood con todas las de la ley, aunque con sombrero de paja azul, pantalón corto y camiseta hecha a base de pañuelos, sin sujetador, por supuesto.
Recordaba esto pensando en el significado que tiene el mar para Jane Austen, para su vida y para su obra. Este pensamiento vino, a su vez, del revisionado de "Sanditon", la serie que ha intentado rescatar el texto inacabado y convertirlo en una historia completa. Ya escribí de ella aquí y ya dije mi opinión: lo más interesante de todo está contenido en los personajes que ella creó, y, a partir de ahí, los guionistas de la serie han dado una vuelta de tuerca a las situaciones, llevándolas a límites no austenianos pero acordes con lo que hoy la gente busca en las series: chicos guapos, sexo y cotilleos.
En la novela, Austen despliega una serie de temas nuevos que hubieran llevado, con toda seguridad, a una visión diferente de algunos aspectos de su escritura. Esos temas iban surgiendo en la sociedad y ella no era ajena a esta evolución. Jane Austen vivió una apasionante época de cambios, justo antes de que Inglaterra entre en la era victoriana, un período histórico que la determinaría por completo. Pero en los tiempos de Austen todas las cosas estaban por perfilar, la economía se transformaba, la sociedad se convertía en algo más movible y cambiante, las colonias tomaban su papel, las costumbres iban adquiriendo otro tono y la guerra era un telón de fondo persistente, justo hasta 1815, dos años antes de su muerte. En "Sanditon" se avizoran otras formas de relación y, sobre todo, una nueva perspectiva basada en la actividad económica que suponía el turismo de los baños de mar. Toda una odisea y un placer para los sentidos en aquella época.
Hay aquí algunos temas nuevos que hubieran dado de sí muchísimos frutos. Por ejemplo, emerge la nueva economía, la de los comerciantes, profesionales liberales, industriales, esa que solo aparecía tangencialmente y que estaba mal vista por algunos de los personajes de sus novelas anteriores. Hay una mención explícita al sistema de "internado" por el cual una institutriz o persona de solvencia tomaba a su cargo a varias jovencitas para viajar con ellas. Está la aristocracia vista desde dentro, con sus contradicciones y sus dificultades de relación con los otros estratos emergentes. Y cambia radicalmente el escenario. Nada de una casa rural, con sus vecinos, su parroquia, sus costumbres fijas. Aquí el escenario prefigura el contenido y lo hace de una manera determinante. Su título original era "The Brothers", aludiendo a los Parker, protagonistas los tres cada uno a su modo de la parte masculina de la novela y, claro está, de la serie.
Sin embargo, hay elementos que forman parte de la mejor Austen y que siguen aquí representándose: la joven seria, pero no adusta, formada pero con ansias de aprender, sencilla y sin pretensiones, que tiene sentimientos pero sabe comportarse adecuadamente. Una familia numerosa, bien situada, pero que prefiere la vida rural a los vaivenes de las ciudades. Esos son los Haywood y por eso Charlotte, la hija mayor, es de una pieza. No sabemos cuál sería su relación con el joven Parker pero en ningún caso sería de dependencia o de sumisión. Pero, a pesar de eso, es una chica joven que desea dar buena impresión y que se interesa por observar y conocer a los demás. Esa era también Jane Austen. Y vuelve a introducirse en el libro a modo de narrador que da su opinión al respecto: "Si hay jóvenes en el mundo y en su etapa de la vida más carentes de imaginación, y menos preocupadas por agradar, no las conozco, ni deseo conocerlas".
La ironía es el gran recurso de la novela. Aparece y reaparece a la hora de definir el entusiasmo de Tom Parker, el gran arquitecto de Sanditon, y sus aspiraciones de que aquello se convierta en la cura de todos los males. Lo cuenta Austen con toda su gracia: "El aire marino y el baño de mar eran antiespasmódicos, antipulmonares, antisépticos, antibiliosos, antirreumáticos, saludables, lenitivos, relajantes, tonificantes, vigorizantes..." Jajajajajajajaja. Si esto es así no se explica la mala salud de las dos hermanas de Parker, Diana y Susan, que tienen mil achaques de todo tipo y que viven esclavizadas a su mala salud. Lo malo de esto es que contagian con sus aprensiones al hermano más pequeño, Arthur, de tan solo veinte años, que resulta ser un joven rollizo y que deja atónita a Charlotte cuando lo conoce dada su propensión a comérselo todo.
Aunque encontramos aquí algunas descripciones del paisaje y del aspecto físico de los lugares muy poco frecuentes en Austen, no son tampoco excesivas y, desde luego, con respecto a los personajes tiene la misma brevedad poderosa. Sobre Charlotte Heywood solamente dice que tenía aspecto distinguido y agradable, además de veintidós años, la mayor de las chicas de una familia con catorce hijos. Catorce hijos, todos vivos, señala con claridad una familia sana y con medios de vida suficientes. Desde luego, Willingden no tiene nada que ver con Sanditon. También es interesante su crítica nada soterrada contra la aristocracia, una aristocracia venida a más, como la propia Lady Denham: "Toda vecindad ha de tener una gran dama. Lady Denham había sido una rica señorita Brereton, nacida para la opulencia aunque no para la educación".
La conocida referencia de Austen a la lectura aparece también aquí. Charlotte lee novelas pero no es una fanática de ellas, porque se trata de una chica seria, que no pierde la cabeza por lo que lee. Y, desde luego, no quiere ser Camilla (la protagonista de la famosa novela del mismo nombre escrita por Fanny Burney) ni vivir su desgracia. En una conversación muy curiosa con Sir Edward Denham aparece el consabido aire snob de quien no quiere reconocer que lee cosas intrascendentes, algo recurrente en la obra de Austen que se ríe de quienes ocultan la sencillez de sus lecturas.
El escaso número de páginas que escribió nos deja sin conocer la historia amorosa entre Charlotte y Sidney Parker. De él hace una buena descripción pero nunca sabremos qué clase de hombre era y de qué forma transcurren esos vaivenes típicos de su obra, en la que las relaciones no son nunca lineales ni fáciles, sino más bien, un camino de aprendizaje entre la pareja. La espontaneidad elegante y sencilla de Charlotte bien puede valer para confrontarse con la vida mundana y poco organizada de Sidney pero esto ya es especulación. Especulación. Una palabra que usa la autora por vez primera para referirse a las intenciones comerciales de los Parker y Lady Denham con respecto a Sanditon. Quien duda de que la novela moderna comienza con Jane Austen tiene en este breve capitulario una prueba irrefutable.
Está clara, sin embargo, su intención principal, el leit-motiv de la novela, que no es otra cosa que la crítica a las nuevas modas en relación con la salud, esto es, la asistencia a los balnearios para tomar las aguas y el veraneo en la costa. Eso era una novedad en la vida de los ingleses. El padre de Emma, el señor Woodhouse, abominaba de la costumbre de su yerno y de su hija Isabella de pasar días del verano en un pueblo costero. La playa, las aguas, el sol, todavía no eran considerados por una mayoría de gente como un recurso saludable y una costumbre sana. Es verdad que las aguas termales de Bath tenían fama y eran muy frecuentadas, pero cosa diferente eran el mar y los pueblos costeros. Algo que Austen conocía bien porque en varias ocasiones se refieren estancias suyas en esta clase de enclaves.
Parece ser que en 1805 Jane, su hermana Cassandra, su madre y su amiga Martha Lloyd, estuvieron pasando un mes y medio en Worthing, pueblo costero del Sussex occidental. Durante ese tiempo vivieron en Stanford Cottage, un edificio que todavía se conserva, convertido, eso sí, en una pizzería. En una de sus fachadas se encuentra la placa que atestigua la presencia de Jane Austen. Los investigadores que se han dedicado a rastrear este tiempo de la vida de la escritora cuentan que allí conoció a un tal Edward Ogle, que era lo que hoy llamaríamos un emprendedor. Consciente de la fiebre de los baños de mar, decidió convertir aquello en un emporio turístico. Y lo logró. Este evidente paralelismo con la historia que se relata en "Sanditon" ha hecho situar en este pasaje de su vida la referencia inmediata de la novela inacabada.
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