Ir al contenido principal

"Cuaderno de memorias coloniales" de Isabela Figueiredo

 

"En el principio yo era de carne y estaba en la tierra". Así empieza este libro, después de un poema de Manuel António Pina. Como indica la propia autora en las palabras previas, esta es la historia de una niña, una adolescente que vivió la etapa final del imperio colonial portugués. Por eso la acción se desarrolla en Lourenço Marqués, hoy ciudad de Maputo. La niña se revuelve contra su propio padre, de igual forma que las colonias se rebelan contra la metrópoli. La persona es aquí un símbolo y los símbolos hay que tomarlos como lo que son, espejos donde la gente puede mirarse para hallar algo a lo que permanecer fieles o que defender llegado el caso. 

En ese inicio también se nos cuenta que la publicación del libro en el año 2009 trajo controversia. No todos los que vivían en las colonias y volvieron al país cuando la descolonización tenían ese mismo punto de vista. Las divergencias han sido muchas y han ocasionado más de un disgusto. Se le presta tan poca importancia al fenómeno en España (porque la pérdida de las últimas colonias es, para nosotros, algo sumamente lejano e imposible de revivir), que cuesta entender el entorno en el que se produce la obra y la repercusión que esta tiene en los colectivos que se vieron afectados por el fenómeno. Los retornados entre 1974 y 1975 son esas personas que vieron cambiar su vida de forma inequívoca y que ofrecen una mirada polivalente al hecho mismo de la descolonización. No quiere esto decir que el libro reproduzca todas estas visiones de manera exacta porque, como Figueiredo cuenta con detalle, la literatura no puede ser un retrato fiel, sino una aproximación imaginativa aunque, eso desde luego, basada en hechos reales, con localizaciones verdaderas y un fondo de realidad que no se puede negar y que es el objetivo central del libro, de ese "cuaderno" como ella lo llama. 


(La autora)

El hecho de que haya distintas autoras que traten, como hace Figueiredo, el mismo tema, ha hecho reflexionar a algunos expertos, entre otros Lidia Jorge, que escribe así en la revista Mercurio: Si esa literatura la escribieron sobre todo los que hicieron el viaje y lo sufrieron en la piel, los escritos de las mujeres que surgen ahora, que han regresado de parajes distantes, o simplemente atentas a los ajustes de cuentas con los restos del Imperio, ofrecen una visión distinta del mundo y una nueva estética. Los libros de las mujeres que transportan el mapa geopolítico del imperio colonial a la literatura que vale la pena leer, iluminan relaciones humanas que aportan motivos para un nuevo entendimiento y otro tipo de humanidad. Enseñan sin enseñar, enseñan narrando vidas singulares con alma y fulgor verbal. Poéticas muy propias que vale la pena tener en cuenta.

Y sobre este libro concreto y la experiencia narrada por la escritora, Lidia Jorge afirma en el mismo artículo: Entre otros, cito los casos de Isabela Figueiredo y su Cuaderno de memorias coloniales (2009), escrito en primera persona. En él, el padre de la narradora y su círculo surgen como prototipos de los colonizadores xenófobos, usurpadores de la identidad de los colonizados. Porque el libro tiene la autenticidad de lo vivido, y resulta de un combate íntimo sin cesiones; la historia personal que se narra y el dibujo de los caracteres permiten erigir, en medio de los relatos oficinales, un espectro de carne y hueso que habla por toda una mentalidad que no desapareció con el regreso de los portugueses a la metrópolis, sino que sigue existiendo. Exterminate all the brutes es la frase oculta que subsiste en el libro de Isabela y salta a las pantallas de nuestros días como un nuevo orden internacional. Cuaderno de memorias coloniales no es un libro del pasado, es un libro del futuro.

Isabela Figueiredo, nacida en el Mozambique colonial y llegada a Portugal con doce años, forma parte de la nómina más activa de los escritores portugueses en la actualidad, gracias a la frescura de su obra, su lenguaje directo y su identificación con los problemas que interesan a sus coetáneos. La literatura portuguesa, siempre con nombres señeros que continúan siendo referencia, está viviendo un momento esplendoroso y tiene una fuerza muy importante en el conjunto de la literatura europea. El hecho, además, de que se preste tanta atención a cuestiones que tienen que ver con la propia historia del país, con sus hechos más notables, revela una intención de acercamiento total a lo que es la realidad de las personas, más allá de los sentimientos o emociones generales que los ponen en contacto con otros seres humanos de otras latitudes. 

Cuaderno de memorias coloniales. Isabela Figueiredo. Editorial Libros del Asteroide. Febrero 2021. Traducción de Antonio Jiménez Morato. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

Rocío

  Tiene la belleza veneciana de las mujeres de Eugene de Blaas y el aire cosmopolita de una chica de barrio. Cuando recorríamos las aulas de la universidad había siempre una chispa a punto de saltar que nos obligaba a reír y, a veces, también a llorar. Penas y alegrías suelen darse la mano en la juventud y las dos conocíamos su eco, su sabor, su sonido. Visitábamos las galerías de arte cuando había inauguración y canapés y conocíamos a los pintores por su estilo, como expertas en libros del laboratorio y como visitantes asiduas de una Roma desconocida. En esos años, todos los días parecían primavera y ella jugaba con el viento como una odalisca, como si no hubiera nada más que los juegos del amor que a las dos nos estaban cercando. La historia tenía significados que nadie más que nosotras conocía y también la poesía y la música. El flamenco era su santo y seña y fue el punto culminante de nuestro encuentro. Ella lo traía de familia y yo de vocación. Y ese aire no nos abandona desde ent

“Anna Karénina“ de Lev N. Tolstói

Leí esta novela hace muchos años y no he vuelto a releerla completa. Solo fragmentos de vez en cuando, pasajes que me despiertan interés. Sin embargo, no he olvidado sus personajes, su trama, sus momentos cumbre, su trasfondo, su contexto, su sentido. Su espíritu. Es una obra que deja poso. Es una novela que no pasa nunca desapercibida y tiene como protagonista a una mujer poderosa y, a la vez, tan débil y desgraciada que te despierta sentimientos encontrados. Como le sucede a las otras dos grandes novelas del novecientos, Ana Ozores de La Regenta y Emma Bovary de Madame Bovary, no se trata de personas a las que haya que imitar ni admirar, porque más que otra cosa tienen grandes defectos, porque sus conductas no son nada ejemplares y porque parecen haber sido trazadas por sus mejores enemigos. Eso puede llamarse realismo. Con cierta dosis de exageración a pesar de que no se incida en este punto cuando se habla de ellos. Los hombres que las escribieron, Tolstói, Clarín y Flaubert, no da

La construcción del relato en la ruptura amorosa

Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaja, la sorpresa del que se ve aban

Siete mujeres y una cámara

  La maestra de todas ellas y la que trajo la modernidad a la escritura fue Jane Austen. La frescura de sus personajes puede trasladarse a cualquier época, de modo que no se puede considerar antigua ni pasada de moda, todo lo contrario. Cronológicamente le sigue Edith Wharton pero entre las dos hay casi un siglo de diferencia y en un siglo puede pasar de todo. Austen fue una maestra con una obra escasa y Wharton cogió el bastón de la maestra y llevó a cabo una obra densa, larga y variada. Veinte años después nació Virginia Woolf y aquí no solo se reverdece la maestría sino que, en cierto modo, hay una vuelta de tuerca porque reflexionó sobre la escritura, sobre las mujeres que escriben y lo dejó por escrito, lo que no quiere decir que Edith y Jane no tuvieran ya claros algunos de esos postulados que Virginia convierte en casi leyes. Ocho años más tarde que Virginia nació Agatha Christie y aunque su obra no tiene nada que ver con las anteriores dio un salto enorme en lo que a considerac