Bodas y Spencer Tracy
(Fotograma de "El padre de la novia" con Elizabeth Taylor como Kay y Spencer Tracy como Stanley, su padre. Dir. Vincente Minnelli, 1950)
Cuando veo películas de bodas siempre recuerdo los lirios azules. Eran de tallo largo y estaban anudados con un lazo gris. Todo en esa boda era azul, incluso el escenario, al borde del mar del levante. El viento azotaba como en esos días en los que hay que sujetarse la falda y el juzgado no parecía un telón de fondo muy romántico, aunque lo fue. Hubo otra boda antes, de rosa y verde, pero, en realidad, aunque con más protocolo y más gasto, no llegó a la íntima fastuosidad de la boda de los lirios.
Spencer Tracy (1900-1967) es el padre de la novia y derrama su encanto por la película al modo Minnelli, con elegancia y una experta vocalización llena de chispa. Aunque ha habido otro remake nadie hay comparable en el cine con la bondad irónica de Tracy, que fue actor vocacional, padre entregado y una persona en la que se podía confiar. Su hijo John, que murió en 2007, nació sordo y a él se dedicaron los padres con la fuerza de la necesidad. Así se fundó el Centro John Tracy para niños con dificultades auditivas, que todavía hoy sigue ejerciendo una labor impresionante en este campo. Detrás de la fachada de triunfador, como ocurre tantas veces, Spencer Tracy escondía una tragedia.
"El padre de la novia" es una sátira de las bodas, que comienzan intentando ser "sencillas" y terminan en un aparatoso disparate. En realidad, su denuncia podría aplicarse ahora perfectamente. Todos sabemos que las bodas son una de las mayores muestras de dispendio que hacen las familias. Por eso resulta tan enternecedor el tema de las bodas de los lirios y el vestido rosa, que no se dejaron influir por el ambiente y fueron, contra todo pronóstico, una excepción a la norma.
Spencer Tracy compone un papel que parece hecho a su medida, pero esto es una ilusión porque, en realidad, eso le ocurre con todos sus papeles, lo que quiere decir que era una gran actor. Si se observa su filmografía lo comprobamos de inmediato: hay de todo, muchos perfiles, muchas películas, muchos estilos. Hasta el final ("Adivina quién viene a cenar esta noche" es su último film) mantuvo el aire digno, dinámico, escéptico y lleno de ternura de todos sus papeles. Y cierto aire enamorado, hay que decirlo. Su papel de padre tiene paralelismos con "El padre de la novia", porque, a pesar de sus ideas, no puede aceptar que venga nadie a arrebatarle a "su niña". En realidad, es un retrato certero de todos los padres ante las bodas de sus hijas.
En 1937 rodó "Una mujer difamada" en la que asumía el papel de novio y también de periodista de prensa amarilla. Warren Hagerty ya ofrecía aquí algunas claves de sus interpretaciones futuras. El tema no puede ser más actual, lo que da fe de la pervivencia de los clásicos, que lo son porque sus preocupaciones pueden trasladarse a cualquier época y lugar manteniendo su vigencia. El periodista vocacional que es aquí anda siempre buscando excusas para no casarse con Gladys, a la que deja plantada el día de la boda para atender a un caso periodístico de actualidad. En la película aparecen también una Myrna Loy sublime, su sempiterna pareja de cine William Powell y Jane Harlow, nada de vampiresa, todo lo contrario.
(Jack Vettriano, 1951)
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