Amanecen flores





En esta aventura de la contradicción que es la vida hay que sacudirse las hojas secas, las hojas caducas y las hojas agostadas, para renovarlas y hacer que nazcan otras nuevas. Cambiar de atrezzo como de vestido. Adornar el pensamiento con estelas que nunca antes han lucido en él. El encuentro de la dicha, la búsqueda del hoy con sentido, todo se termina convirtiendo en un viaje. Incluso cuando no hay viajes de verdad, o viajes físicos, están los viajes por la intuición, por el poema que habla de la lluvia, por la cesta de gerberas, por las flores de los artistas o por el aire que lanza el sol después de amenazar con un día nublado. La construcción de un sueño exige perseverancia, voluntad y cierta pequeña dosis de talento. Un talento cotidiano, un talento sencillo, una forma de mirar de frente los objetos para buscarles el lado que más brille. En esa mirada está la fórmula. Y en la palabra, el secreto de lo que somos, desnudos, sin ropajes, sin adornos, sin nada que no sea la amable verdad de lo humano. La tímida intuición que aloja en nosotros una certeza para sostenernos. Todo lo que queremos se hace noble por esa razón misma que nada disimula. 

(Pinturas: Richard Schmid, 1934, Chicago, Illinois, USA) 

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