Descalza por el parque


No recuerdo quién me hizo la foto, pero sí el sitio, el Parque de María Luisa de Sevilla, mañana de verano, a punto de que estallara el calor y nos obligara a volvernos a casa. Quién sería, me pregunto. No me suena ningún amante a tiempo parcial, ningún enamorado a tiempo completo. No me suenan los nombres y tengo duda pero sé que ese día era feliz. La sonrisa es de ser feliz y los ojos entornados también. Solo cuando uno es feliz puede entornar los ojos de esa forma. Recuerdo con detalle el vestido. Era una tela de esas que llaman denim, aunque negra y no azul. Llevaba delante unos pequeños bordados, como puede verse. Y la parte de abajo hacía un volante discreto. Las zapatillas apenas se ven, pero las había comprado en Madrid, en la calle del Carmen, en una zapatería a la última moda, y se ataban con cintas. Fui la primera que llevó estas zapatillas a mi pueblo, a mi ciudad, más bien, y todas las amigas y las enemigas querían llevarlas. Y llevaba un pequeño collar al cuello. De él sí que no sé nada. Quién me lo regaló, por qué, con qué motivo. Quizá era un regalo de mi madre, tan generosa siempre conmigo. O quizá lo había comprado yo en un rapto de autocomplacencia: nunca he esperado a que me regalaran lo que yo deseaba, siempre me adelantaba. Y luego, la tersura de la piel, la suavidad, la belleza de la juventud, la fuerza. Qué delicia, qué tiempo, qué nostalgia...

(Foto: autor desconocido. Parque de María Luisa. Sevilla)

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