"Clarissa" de Stefan Zweig


El retrato de Evelyn Nesbit, de 1903, pintado por Gertrude Käsebier, es la imagen ideal, la ilustración más adecuada para la portada de este libro que publicó la editorial Acantilado en 2017. Una de las obras más maduras y, por eso mismo, complejas, de Stefan Zweig, el escritor que tiene legiones de admiradores que encuentran en su obra un compendio de la naturaleza humana. Sus vicios, sus virtudes, sus apasionamientos, sus dudas, sus miedos, sus arranques de valor, su cobardía. Las contradicción. Los desánimos. Lo misterioso. Lo evidente. 

Esta novela, de doscientas páginas, comienza en el año 1902 y termina en el 1930. En su interior, vidas. La protagonista, Clarissa, hija de un militar austríaco, ha pasado en sus primeros ocho años de vida por tantas casas y por tantos parientes que apenas los recuerda. Su madre murió de pulmonía, su hermano y ella fueron encomendados a su abuela, luego a sus tías paternas y, a esa edad, separados para enviar al chico a hacerse un militar y a ella a vivir en un convento. Este comienzo vital no parece que ayude mucho a convertirse en una persona feliz. Además, el padre de los chicos es un experto militar en estadística y así obligará a sus hijos a anotar, día a día, todos los pormenores de su existencia. De ese modo, nos cuenta Zweig, en lugar de hacerse una idea global de lo que ocurre, Clarissa tiene en la cabeza esa especie de desbrozamiento matemático de horas y acciones. 

"El único acontecimiento que trastornó a Clarissa, desde un punto de vista humano y personal, ocurrió en su penúltimo año en el internado. Hasta entonces no había mantenido una amistad especial con ninguna de sus compañeras....Por eso la trastornó tanto la extraordinaria criatura cuya presencia y destino le permitieron formarse una primera idea acerca de la realidad que había al otro lado de los muros del convento"

Esa presencia no es otra que la de Marion. "...aquella chica, de apenas dieciséis años...avanzaba con ligereza y seguridad, dirigiendo sus redondos ojos sonrientes a una y otra..."

El rasgo más evidente de la personalidad de Marion "era su alegre generosidad y el deseo, no sólo de gustar a todo el mundo, sino de ser complaciente..."El encuentro de Clarissa con Marion es providencial porque son dos personalidades muy distintas y el relato de esas características le da pie a Zweig a hacer lo que mejor le sale: la psicología, el retrato íntimo, las contradicciones, dudas y emociones que sacuden a todo el mundo, incluso aunque parezcan superficiales y llenos de risas. 

Clarissa es una mujer de su tiempo y tiene que decidir qué profesión ejercer cuando sale del convento y acaba su formación inicial. Y de ese modo, siguiendo el consejo de un viejo amigo de la familia, se dedica a estudiar pedagogía, puericultura y todo aquello que puede ser útil para dedicarse a la educación, algo que, según ese amigo, estaba muy en vigor en aquellos años. 

La vida de Clarissa cambiará cuando conoce a Léonard, un socialista francés del que se enamora. Entonces surge el fantasma de la historia, la Primera Guerra Mundial, las luchas entre pueblos, todo lo que condiciona la vida de las personas sin que estas puedan intervenir para detenerlo. Así, Clarissa, y el hijo que tendrá de esa relación, son el ejemplo de la lucha personal aun en los momentos más complejos y más difíciles de remontar. 

Clarissa. Stefan Zweig. Editorial Acantilado, 2017. Traducción de Marina Bornas Montaña. 


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