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"La librería" de Penelope Fitzgerald


Lo mejor de la película "La librería" de Isabel Coixet sobre la novela de Penelope Fitzgerald es que ha dado a conocer el libro y mucha gente habrá tenido ganas de leerlo. Lo peor es que la película es agradable, preciosista, encantadora y está bien hecha pero no puede recoger, ni siquiera puede que se haya intentado, el espíritu Fitzgerald. Esta llamada escritora tardía porque empezó a publicar a los cincuenta y ocho años creó un universo tan especial en ese libro que es imposible reproducirlo. Tiene tanta fuerza que incluso aunque hayas visto la película cuando relees el libro no te aparece la imagen de ningún personaje filmado sino los que tu imaginación ha ido creando al hilo del relato. 


En la vieja casa que Florence Green ha comprado en el pueblo imaginario de Hardborough, Old House, hay un polstergeist que continuamente hace la vida molesta a las personas que por allí pasan. Es un protagonista indiscutible del libro, como también lo es la pequeña Christine Gipping, de diez años, tez pálida e ingenio particular, aunque no lo suficientemente lista como para que la admitan en la escuela secundaria. Wally es un scout del mar que ayuda, con sus compinches, a colocar la estantería de los libros en el desvencijado espacio, a cambio de una dádiva para conseguir ladrillos para la casa de los scout en Londres. El señor Brundish es un hombre elegante, triste, viejo y especial, tanto que invita a tomar el té a Florence y da lugar a los comentarios de todo el pueblo. La señora Gamart, Violet, y su marido, el general Gamart, son los caciques del pueblo. Ella, egoísta y soberbia; él, un pobre hombre sin voluntad. Tienen un estúpido sobrino que se dedica a la política, como muchos otros estúpidos que seguro son sobrinos de alguien. Hay un par de abogados, más bien torpes y sumisos; algunos trabajadores manuales; pintores aficionados y gente del pueblo, los cuales abarrotan en masa la calle de la librería cuando en el escaparate se exhibe Lolita, el libro transgresor y lleno de inmoralidades de Nabokov del que Florence encargará a la editorial Olympia Expréss, nada menos que doscientos cincuenta ejemplares. 


¿Qué ocurre en realidad con tanta gente? Podíamos resumirlo diciendo que Florence Green es viuda, de mediana edad, de físico corriente y que monta una librería en un pueblo en el que no había ninguna. Lo hace sorteando dificultades y termina por abandonar, porque hay gente que no la quiere y porque los libros son un peligro si uno quiere dominar a sus congéneres. Al final, Florence se marcha y con ella el soplo de aire fresco que son los libros. El último párrafo lo dice todo "ella bajó la cabeza en señal de vergüenza porque el pueblo en el que había vivido durante casi diez años no había querido tener una librería. 


Penelope Fitzgerald cuenta una historia tan sencilla que asombrará a los que esperan hechos y más hechos. Pero deleitará a los que aman las palabras, a los que se demoran en la vida, a los que entienden los sonidos, los ecos, las dulces gesticulaciones de la observación. Es la observación lo que distingue a un buen escritor. La capacidad de ver lo que otros no ven. Esa fórmula mágica según la cual atesoras un caudal de cosas por decir, pequeñas, medianas o grandes, hasta que las palabras aparecen como palomas, como pequeños entes con vida propia. 


Penelope Fitzgerald era Penelope Knox antes de casarse y nació en 1916 y murió en el año 2000. Tuvo tres hijos de su matrimonio con el irlandés Desmond Fitzgerald en 1941. Tuvo una educación muy esmerada y toda su familia era del mundo de las letras. Su primer libro lo publicó en 1975, cuando tenía cincuenta y ocho años. La librería es de 1978 y fue un éxito editorial. Después de eso publicó seis novelas más, algunas de las cuales están reseñadas en este blog: Inocencia y El comienzo de la primavera. 

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