"Las sombras de Quirke" de Benjamin Black
Las sombras de Quirke es el último libro publicado por John Banville bajo el pseudónimo (inútil porque no oculta nada) de Benjamin Black, que el autor utiliza para la novela negra. Todos sus lectores conocen esta dualidad y se han acostumbrado a ella. Y saben que el patólogo Quirke es un tipo extraño y peculiar que, a pesar de todo, siempre depara alguna sorpresa. De modo que este libro habla de sombras que no tienen nada que ver con esas otras más oscuras de Grey.
En esta ocasión el habitual mal humor de Quirke, su cinismo y su descreimiento se acentúan porque lleva una buena temporada en el dique seco. Jaquecas y alucinaciones lo han obligado a tomarse un descanso y lo está viviendo, es un decir, en la casa de Mal, su hermano adoptivo, y la esposa de este, Rose, alguien a quien Quirke no le es en absoluto indiferente.
David Sinclair, el joven novio de Phoebe, la hija de Quirke, y a la vez su ayudante, es el sustituto en ese tiempo de impasse. Pero aunque Sinclair se cree suficientemente preparado y aspira a ocupar pronto el puesto de su suegro como director del departamento de Patología del Hospital de la Sagrada Familia, he aquí que se topa con un caso que lo deja confuso y que lo lleva a buscar el consejo de Quirke.
Este es el punto de partida del libro. El hecho que llama la atención de Sinclair es un golpe en la cabeza del cadáver que tiene sobre la mesa de autopsias. ¿Qué hace ese golpe contundente dado con un objeto romo en el cráneo de alguien que se ha suicidado lanzando su coche contra un árbol?. Se admiten apuestas.
Sin embargo, el libro podría subtitularse Quirke se enamora. Porque este hombre taciturno y lleno de problemas emocionales, que no se conoce a sí mismo y que vive en el límite de la razón y la locura, encuentra el amor en Evelyn Blake, una psicoanalista austríaca. Y también en esta ocasión el pasado convulso de su propia familia formará parte de la trama. Y, cómo no, las élites dublinesas, que retrata tan bien, políticos, eclesiásticos y poderosos.
Sin embargo, el libro podría subtitularse Quirke se enamora. Porque este hombre taciturno y lleno de problemas emocionales, que no se conoce a sí mismo y que vive en el límite de la razón y la locura, encuentra el amor en Evelyn Blake, una psicoanalista austríaca. Y también en esta ocasión el pasado convulso de su propia familia formará parte de la trama. Y, cómo no, las élites dublinesas, que retrata tan bien, políticos, eclesiásticos y poderosos.
Las sombras de Quirke, publicado por Alfaguara en su serie Negra, y traducido al castellano por Nuria Barrios, es la séptima novela de Benjamin Black con este protagonista. El estilo breve, sincopado, fraseístico, de Banville se adecua perfectamente al relato de las peripecias de este hombre lleno de dudas, de traumas infantiles y de pesimismo. Un relato lacónico pero sin resultar telegráfico. Sin obviar los aspectos más sucios, más desagradables de su trabajo pero sin recrearse en ellos, salvo para hacernos entrar en ambiente. El carácter de Quirke, ya esbozado en sus obras anteriores, viene a reafirmarse aquí con algunas frases que lo definen sabiamente:
"...no valoraba demasiado la amistad, ni siquiera en su juventud"
"Se sentía como un Robinson Crusoe que hubiera envejecido en la isla"
"Todas las parejas le parecían insólitas"
"Si has de estar al mando, has de aprender a ser actor"
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