Dime cuánto le quieres...


Te has sentado indecisa al hueco de la tarde. Hace frío. Los visillos se mueven imperceptiblemente. De vez en cuando entra por la ventana un halo de este norte que azota la ciudad. Casi anochece. Es la hora de los miedos y del silencio extremo. Me has hablado. Me cuentas con palabras que casi desconozco lo hermoso que resulta volver a enamorarse. Me lo dices y ríes. Tienes la risa fresca de quien piensa en los besos. De quien perdió los besos y está a punto de ver cómo amanecen. Me dices que le quieres hasta el fondo. Que quieres lo que es y lo que te imaginas. Que lo encontraste sin querer buscarlo y que ahora su mirada es la balsa que recoge tu cuerpo, cansado de luchar contracorriente. Me dices que le quieres y hasta dónde, qué harías por él, cómo lo acunas sin poder evitarlo. Me dices que le quieres y te entiendo. Cómo dejar de hacerlo si yo siento lo mismo aunque me calle. 

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