Ir al contenido principal

"Los puentes de Madison County" de Robert James Waller

 


Robert James Waller (1939-2017) fue profesor universitario, escritor, fotógrafo y músico. Había nacido en Iowa y conocía muy bien los puentes de Madison, una serie de estructuras que se habían construido entre 1870 y 1884, diecinueve en total, de las que quedan solamente seis. Se trata de puentes de madera techados para proteger las vigas del suelo porque era muy costoso reemplazarlas. Además del puente de Roseman, famoso por el libro y la película, quedan en pie todavía los puentes de Holliwell, Cedar, Hogback, Cutler-Donahoe, Imes. Estos dos últimos se encuentran en un sitio distinto del original. 

Valler crea una historia de ficción aprovechando el romanticismo del paisaje y sus conocimientos de fotografía. Inventa a dos hermanos que van a verlo llevándole unos documentos de su madre y, con ese punto de partida, escribe su novela, la que le dio la fama y se llevó al cine. Fue traducida a más de cuarenta idiomas y tuvo más de doce millones de lectores. El libro se publicó en 1993 y la película se rodó en 1995. Sobre los derechos de la película hay alguna historia, pues los compró, en un primer momento, Steven Spielberg, que acababa de rodar "La lista de Schindler". Terminaría siendo su principal intérprete masculino, Clint Eastwood, el que la dirigiera, dándole su toque personal. Gran parte del éxito se debe al guionista, Richard La Gravanese y al creador de la música, Lennie Niehaus. 



El libro trata la historia como si fuera un hecho real, por eso habla de investigaciones y de visitas de los hijos de Francesca Johnson y de esperarse una serie de años para sacar todo esto a la luz. Es una argucia literaria magnífica. Aparte de eso, el libro, que cuenta la historia tal y como aparece, casi literal, en la película, tiene la virtualidad que te hace leerlo sin pensar en las imágenes. No estás leyéndolo y viendo a los personajes del cine. Al contrario, eres capaz de abstraerte de lo que viste y de construirte personajes a medida de las palabras. Ese es el principal mérito de Waller, aparte, desde luego, de inventar esta historia. 

Lo de menos, en este caso, es el estilo de la escritura. La historia es lo que importa. Las escenas que se van sucediendo, los personajes que se crean y, sobre todo, el aire de verosimilitud que se le otorga por parte de su autor. Un engaño, podíamos decir, que llevó a mucha gente a indagar sobre el fotógrafo protagonista, para conocer su obra. La National Geographic se hartó de recibir cartas en este sentido y siempre contestaba que no había en sus archivos nada de ese hombre. 

Francesca Johnson es una ama de casa que llegó de Italia (Nápoles y no Bari, como en la película) casada con un soldado, Richard, y que se ha asentado aquí en una granja en el pueblo donde nació John Wayne, Winterset. Tiene dos hijos, Michael y Caroline, que aparecen de adultos al inicio del libro y en algunos momentos, porque durante los cuatro días en que se desarrolla la historia central entre Francesca y Robert Kincaid, el fotógrafo, ellos están con su padre en una feria de ganado en Illinois. Valler había estado por la zona viendo los puentes y así creó al personaje del fotógrafo, que venía a realizar un reportaje para la National Geographic, algo perfectamente posible. 

El libro tiene altibajos. La investigación sobre cómo es Kincaid interesa menos, por eso la película la obvia. En realidad, lo que demuestra el cine es que un buen guión consigue sacar lo esencial de un libro, cuando este tiene su mayor virtud en la historia que cuenta y no en cómo se cuenta. Nos importa lo que sienten Francesca y Robert, cómo se enamoran, cómo viven ese amor efímero en el tiempo, y lo demás es menos importante. Nos importa el concepto de oportunidad y cómo aprovecharla y vivirla es un derecho de las personas. Nos emociona el encuentro de dos seres que parecían haber estado buscándose en el universo. Pero, esto es el amor, como ya sabemos. Y todo lo demás es literatura. 

Los puentes de Madison County. Robert James Waller. Navona Ficciones. NVN. Traducción de Alicia Steimberg. Dedicatoria: A los peregrinos. Noviembre 2019. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

“Anna Karénina“ de Lev N. Tolstói

Leí esta novela hace muchos años y no he vuelto a releerla completa. Solo fragmentos de vez en cuando, pasajes que me despiertan interés. Sin embargo, no he olvidado sus personajes, su trama, sus momentos cumbre, su trasfondo, su contexto, su sentido. Su espíritu. Es una obra que deja poso. Es una novela que no pasa nunca desapercibida y tiene como protagonista a una mujer poderosa y, a la vez, tan débil y desgraciada que te despierta sentimientos encontrados. Como le sucede a las otras dos grandes novelas del novecientos, Ana Ozores de La Regenta y Emma Bovary de Madame Bovary, no se trata de personas a las que haya que imitar ni admirar, porque más que otra cosa tienen grandes defectos, porque sus conductas no son nada ejemplares y porque parecen haber sido trazadas por sus mejores enemigos. Eso puede llamarse realismo. Con cierta dosis de exageración a pesar de que no se incida en este punto cuando se habla de ellos. Los hombres que las escribieron, Tolstói, Clarín y Flaubert, no da

Rocío

  Tiene la belleza veneciana de las mujeres de Eugene de Blaas y el aire cosmopolita de una chica de barrio. Cuando recorríamos las aulas de la universidad había siempre una chispa a punto de saltar que nos obligaba a reír y, a veces, también a llorar. Penas y alegrías suelen darse la mano en la juventud y las dos conocíamos su eco, su sabor, su sonido. Visitábamos las galerías de arte cuando había inauguración y canapés y conocíamos a los pintores por su estilo, como expertas en libros del laboratorio y como visitantes asiduas de una Roma desconocida. En esos años, todos los días parecían primavera y ella jugaba con el viento como una odalisca, como si no hubiera nada más que los juegos del amor que a las dos nos estaban cercando. La historia tenía significados que nadie más que nosotras conocía y también la poesía y la música. El flamenco era su santo y seña y fue el punto culminante de nuestro encuentro. Ella lo traía de familia y yo de vocación. Y ese aire no nos abandona desde ent

La construcción del relato en la ruptura amorosa

Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaja, la sorpresa del que se ve aban

Novedades para un abril de libros