Como si el aire faltara
(Una mujer triste. Giorgios Lakovidis)
El atardecer tiene un aire turbio y la noche no se mueve. A lo lejos se oye el ruido de un avión que cruza. Las casas parecen quietas en esta hora ya oscura de final del verano. El calor del día parece olvidarse. Septiembre es un mes de promesas. La mayoría de ellas no se verán cumplidas. También lo es de silencios. Las palabras han volado y se esconden, no están sencillamente. Ahora tienes que mirarte al espejo y observar el cerco violeta de los ojos, las manos caídas que se posan como palomas sobre las rodillas, el pelo que se escapa, que vuela. Como si el aire faltara la congoja te posee. El llanto se apodera de todas las horas y las escribe con un timbre de dolor inaudito. No quieres sentir, no quieres pensar que te equivocas, no quieres salvo que un hálito sereno se instale y te devuelva la paz. Paz que se convierta en sonrisa algún día, pero paz, paz limpia, sin mentiras ni ocultaciones. Esa paz.
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