Toma el verano y llénalo de rosas


El día que termina el verano siempre deseo que el verano empiece. Lo imagino en sueños como una gozosa travesía, con noches de luna y besos frescos; con miradas profundas y manos anhelantes. El verano es una emoción que culmina sin realizarse, una forma de entender el paso de las horas, la huella de un tiempo que no puedo descifrar. Si tú existieras, las cosas encajarían como en un gran puzzle de castillos románicos y quizá el Camino de Santiago nos surtiría de amaneceres y todas las tardes tendrían asegurada una promesa. Si el devenir de los días no tuviera este aire cansino y gastado, sería señal de que en ellos los cuerpos bailarían enlazados, con el latido a flor de piel y el aire tenue de los amores que no necesitan explicación.

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