Nosotros recorrimos el sol


 

STEPHAN SCHMITZ, ilustrador

El sol de invierno abruma. Tanto como la tormenta, los rayos y los truenos, la nevada, el granizo, el viento que ruge, la lluvia que desliza. El sol de invierno tiene un efecto abrumador, nos hace preguntarnos de cuál es el motivo de su intenso color, de su intención de avasallarnos, de rodearnos de un cálido círculo que termina cuando cae la tarde. El crepúsculo vence al sol de invierno y lo deja reducido a cenizas. Las cenizas tienen siempre un aire espectral, un recordatorio de las ausencias que nunca dejan de increparnos, de aparecerse en cada esquina. Somos un sol de invierno abrumado. 

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