Gomas de borrar


 Tenía una jirafa azul hecha de una tela gruesa con lunares y había que meterle por dentro un palito para que la jirafa no doblara el cuello. Eso fue hace muchos años pero el recuerdo de aquella jirafa permanece, como suele pasar con la memoria, que siempre busca lo significativo, lo bueno, lo magnífico. En los trabajos manuales se hacían cosas absurdas pero la jirafa tuvo su encanto, desde luego. Y ahora esta jirafa que contiene las gomas y el sacapuntas tiene un aire a la jirafita aquella y su aire despampanante, como si viviera de verdad en la selva o donde sea. Y las gomas, de colores, verdes, beiges, azules, las Milan y el sacapuntas con depósito, qué gran invento. Todo lo que se usa para escribir a mano, mucho más bonito que teclear, tac, tac, tac. Así que ha quedado a salvo el recuerdo, la memoria, la nostalgia, casi todo. 

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