El cuarto poder

 Si ya en 1952 pasaban cosas como este es que la herida del periodismo es antigua. Y el peligro de pérdida de las cabeceras cuando los fundadores fallecen, mucho más. De periodismo de la convicción al periodismo del negocio, este podría ser un buen resumen de lo que aquí se cuenta. Y la historia completa la conocemos muy bien los lectores de periódicos de hoy, porque la vivimos día a día. 

Tres líneas argumentales se entrecruzan en la película, sin que ninguna de ellas chirríe, complementarias y coherentes: la lucha del periódico The Day por sobrevivir a una venta que lo haría desaparecer; la investigación por la muerte de una muchacha que ha aparecido desnuda con un abrigo de visón y la vida personal, desastrosa, del director del periódico, Ed Hutcheson, un hombre entregado a su trabajo y que, aunque está enamorado de Nora, no es capaz de hacerla feliz. 

Los herederos de John Garrison, el visionario fundador del periódico, dos hijas y una esposa, están divididos a la hora de la venta. La señora Garrison decide no vender y las hijas quieren dinero fácil. No querían a su padre ni tampoco al periódico. Contra eso se manifiesta el director, Hutcheson que contrapone la necesidad de que el periódico siga respondiendo a la confianza de sus 290.000 lectores diarios, al trabajo de sus 500 empleados y a la necesidad ética de terminar un caso abierto: el de la intervención del hombre de negocios (sucios) Rienzi en la muerte de la chica, Sally, y en otro montón de ilegalidades. 

La película nos muestra la abismal distancia entre los postulados del director y de la redacción a la hora de defender no solo su trabajo, sino su vocación de servicio a la verdad, y la legión de abogados, herederos, accionistas, gente práctica que no entiende qué puede importar un periódico más o menos. Es esta zanja la que separa al periodismo clásico de la impostura. Y también anda por ahí el periodismo sensacionalista, el de las fotos escabrosas y las investigaciones domesticadas, el Standard, el futuro dueño de la cabecera díscola. Entonces ya se veía claro que había muchas formas de entender la profesión y que el futuro iba a resultar difícil para los que querían seguir siendo puros. 

Un magnífico guión, unos absorbentes diálogos, con ingenio, humor y cierto tono épico, sustentan la película, que dura apenas una hora y media que se hace corta. El ambiente de la redacción está extraordinariamente conseguido, no solo en las personas, sino en los elementos técnicos, las rotativas, los teletipos, los teléfonos sonando, las órdenes y contraórdenes. Un periodismo que ha barrido lo digital y que aquí se presenta en toda su esencia, casi llamada a la nostalgia. El romance eterno de Hutcheson con Nora tiene pocos momentos pero inciden en la fuerza de la vocación de él, lo que ha terminado logrando que se divorcien dos veces. “¿Adónde si no puedo ir cuando estoy en apuros?” le pregunta él tras una noche de borrachera celebrando un funeral por el cierre. 

Hay diálogos memorables, como los que sostiene Hutcheson con Rienzi o con el futuro esposo de Nora, un jefe de publicidad de curriculum intachable. O la escena de complicidad entre la señora Garrison y el director, ambos convencidos de que su batalla está perdida. “Una prensa libre lo mismo que una vida libre es siempre arriesgada”. “Si una lucha vale realmente la pena no importa quién la gane: al final se sacará provecho de ella”. 

Una de las escenas más llenas de épica es el alegato que Hutcheson realiza en el tribunal que decide la posible venta del periódico. El juez, que se confiesa lector del periódico y antes repartidor, lo deja hablar y entonces él da una lección de “qué es un periódico”. Es toda una loa a la libertad de prensa y al papel de la prensa libre e independiente en una democracia. La otra escena culminante es el momento en que la madre de la chica asesinada, la señora Smith, una emigrante que llegó hace más de treinta años al país, le entrega a Hutcheson el diario de su hija y el dinero que ésta le guardó al mafioso. La frase de la madre para justificar su confianza en el periodista es antológica: “No conozco a la policía pero sí conozco a este periódico. Aprendí a leer y escribir con él “

El final, es el clásico en el género: las rotativas funcionan a toda máquina sacando la última edición con los titulares que revelan la solución del caso. 

Sinopsis:

El periódico The Day va a salir a subasta después de 47 años, tras la muerte de su fundador. Su director, Ed Hutcheson, periodista ácido, avezado y vocacional, tiene que lidiar con los últimos días del periódico, con su azarosa vida sentimental y con la investigación sobre un asunto relacionado con el asesinato de una joven y un hombre de negocios sospechoso de tener asuntos turbios entre manos. 

Ficha técnica:

Título original: Deadline . Año: 1952. 87 min. Estados Unidos

Dirección y guión: Richard Brooks

Música: Cyril Mockridge

Fotografía: Milton Krasner (B&W)

Productora: Twentieth Century-Fox

Reparto:

Humphrey Bogart, Ethel Barrymore, Kim Hunter, Ed Begley, Warren Stevens, Paul Stewart, Martin Gabel, Joe De Santis, Joyce Mackenzie, Audrey Christie, Fay Baker, Jim Backus

Algunos detalles de interés:

Kim Hunter (1922-2002), que aquí interpreta a Nora, es Stella, la joven esposa de Marlon Brando en “Un tranvía llamado deseo”. Era una actriz del método, que se había formado en el Actor`s Studio. Estuvo en la década de los cincuenta en la “lista negra” del senador McCarthy. En la época de la televisión en blanco y negro participó en series de éxito, como Colombo, Bonanza o Ironside. 

Richard Brooks (1912-1992) es un director de larga trayectoria y muy interesante. Era periodista en sus inicios y un extraordinario guionista, responsable, entre otros, del guión de “Cayo Largo” de John Huston (1948). Fue también marine en la II Guerra Mundial. Entre sus películas hay algunas de especial calidad, como “Semilla de maldad” de 1955, que descubrió a Sidney Poitier, “La última vez que vi París” una adaptación de un libro de F. S. Fitzgerald o “A sangre fría”, sobre el non novel fiction de Truman Capote (1967). Especialmente destacado fue su trabajo sobre libros de Tennessee Williams, de los que dirigió, ambos con Paul Newman, “La gata sobre el tejado de zinc” de 1958 y “Dulce pájaro de juventud” de 1962. En la década de los setenta rodó una película de culto “Buscando al señor Goddbar” que descubrió a la actriz Diane Keaton (1977). 

Aunque estuvo nominado como guionista y director varias veces al Oscar, solo obtuvo uno, al mejor guión adaptado, por “Elmer Gantry” en 1960.

La pericia de Brooks como director de actores se le nota en la película. Además de un Humphrey Bogart absolutamente metido en el papel, tanto a nivel de apostura física como de gestualidad y diálogos, hay otros intérpretes que bordan su trabajo, entre ellos la gran Ethel Barrymore, como la señora Garrison y Ed Bingley, como el redactor jefe de The Day. 

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