Contigo en la ópera
Desde que Richard Gere invitó a Julia Roberts a ir a la ópera, con regalo de vestido rojo, superfashion, incluido, contemplar “La Bohéme“ desde un palco del Metropolitan Opera House, el MET para entendernos, es uno de los sueños de las it girls, incluso de las chicas de tallas superior a la cuarenta. Claro que esa sesión de música tiene que darse acompañada de un tipo bien vestido, elegante, a ser posible con una envidiable posición económica y guapo a rabiar…
Ese esquema de tipo guapo y chica angelical solamente puede romperlo alguien como Cher, que, cuando iba con Sonny y su guitarra ya roturó caminos antes no pisados por las mujeres en la música y que ahora, todavía, permanece en su insondable juventud a pesar de que los años pasan, algo que ninguno de nosotros puede alcanzar con sus escasos medios cosméticos.
Cher va a la ópera y, encima, la acompaña Nicholas Cage, que tampoco es el hombre ideal, salvo cuando interpreta en “Te puede pasar a ti“ al poli bueno que comparte un billete de lotería con una humilde pero simpática camarera o, quizá, y aunque no lo parezca, en “Con Air“ porque, aunque es un convicto que está a punto de obtener la condicional, se trata de un ranger que asume la dificilísima faena de poner orden en un avión cargado de delincuentes con la cabeza perdida. El concurso de John Cusak es, a pesar de su elegante traje beige, poco relevante.
Los protagonistas de esta película, “Hechizo de luna“ no son las personas, sino los elementos mágicos que aparecen en ella y se humanizan, como se humanizaban los vientos en mi infancia gracias a que mi padre les asignaba un rol y los trataba de tú, incluso con diminutivos. El levantito, ese sur que no se mueve, el oeste ennortado.… La luna, una ópera, un restaurante, una pregunta, una jauría de perros, la cocina de una casa, un vestido glorioso…Elementos todos que cobran tanta fuerza que conducen la narración del principio hasta el fin, como si fuera un cuento de hadas.
Los carteles de la función operística cruzan la ciudad en un camión del MET. En una de las esquinas, Loretta Castorini ve pasar los decorados sin sospechar que ella será espectadora de la representación. Nada de glamour en ese atuendo grisáceo, en ese pelo lleno de canas, en ese rostro sin maquillar, en ese oficio de contable a domicilio que ejerce. En el restaurante italiano “El Grand Ticino“ el novio de Loretta, un Danny Aiello genial en tantas películas, le pide matrimonio de rodillas ante la estupefacción complacida de todos. Escena clásica donde las haya, incluso en ese rebuscar un anillo por donde sea. Por fin un compromiso, piensa Loretta. Por fin un hombre en su vida.
Pero el destino, la bella luna, el sonido mágico de la ópera, no permitirán que esa unión llegue a un punto feliz. Porque, para entrometerse, ahí está Cage, demudado, con una mano postiza y deseando que alguien le diga una frase tierna. Ahí está Ronny Camareri, el panadero, toma ya romanticismo. Desde el momento en que Ronny y Loretta se encuentran una sucesión de imágenes, de acontecimientos, llevarán el asunto a su final deseado. Por supuesto, no puede faltar la transformación de la chica, en esa peluquería atrevidamente llamada “Cinderella“ y en esa boutique que vende vestidos de fiesta y en esa escena íntima en la que una copa de buen champán simboliza el cambio de sentimientos, a la par que el cambio de imagen. Cuando las mujeres van a la peluquería, se tiñen y se rizan, o se cortan y se ondulan, y además, se pintan los labios y se pintan las uñas de rojo, entonces…todo puede pasar….
Y todo pasa…
Los personajes de la película forman un grupo entrañable. Un retablo. Un telón de fondo. El profesor que es abandonado por todas sus alumnas. El abuelo con sus perros y su sabiduría oculta. La madre, Rose, estupefacta ante el engaño. Los tíos de Loretta, Rita y Raymond, que siguen enamorados a pesar de los años. El padre, Cosmo, que intenta, como tantos hombres en la antesala de la vejez, mantener su vida en pie por medio de una pasión que viste un almibarado e imposible jersey de angorina en tono rosa pastel…
Y las frases.
Algunas de ellas propias para ser incluidas en el abc de la conquista amorosa. La luna atrae a la mujer hacia el hombre. Cuando amas a los hombres te vuelven loca. Las pulseras de pajaritos y estrellas son para las amantes. La cocina es el centro del hogar, el sitio de la vida. Y, sobre todo, “ti amo“. Te amo. Claro. Por supuesto. Por eso me compro a toda prisa un vestido rojo sangre, o una blusa fucsia de seda natural. Por eso recorro la ciudad para hacerme la manicura o para cortarme el pelo. Por eso salgo de casa a las cuatro de la tarde, en pleno estío, para llevarme a casa esa falda lápiz a juego que tan bien me sienta. Por eso oculto las canas. Por eso demoro el momento de la cita. Por eso imagino que me besas y que yo no cierro los ojos.
Porque pienso en ti. Y te amo. Ti amo.
La pregunta definitiva. ¿Por qué los hombres persiguen a las mujeres y necesitan amar a más de una mujer?
Opción A. Porque buscan encontrar la costilla que Dios les quitó para dársela a Eva
Opción B. Porque de esa forma se sienten más atractivos
Opción C. Porque tienen miedo a la muerte
La respuesta adecuada. Opción C, sin duda.
Suena “La Bohéme“.
Sinopsis
Loretta Castorini es viuda y se ha prometido a Johnny Camareri. Mientras su prometido está en Sicilia atendiendo a su madre en el lecho de muerte, Loretta conoce a Ronny Camareri, el hermano de Johnny, iniciándose así un triángulo que acabará como era de esperar.
Algunos detalles de interés
La asombrosa Cher tenía en esta película veinte años más que su oponente, pero nadie lo diría.
Probablemente esta es la película en la que Nicholas Cage presenta su perfil más romántico, alejado de ese tipo forzudo y descerebrado que encarnará luego. El director de la película, Norman Jewison, es un profesional de prestigio, especialista en comedia romántica.
La gran pregunta de Rose, a la que hemos aludido en el resumen, impregna toda la película. De ahí su afirmación “Cosmo, solo quiero que sepas que, hagas lo que hagas, vas a morirte como todo el mundo“. No es una gran película, pero tiene algunas cosas que emocionan. Nadie es perfecto. Nada es para siempre.
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