Libros para el otoño de 2015

Un otoño lleno de libros es un otoño de esperanza. En alguno de ellos hallaremos secretos que, hasta ahora, nos habían sido vedados. Encontraremos alguna voz que nos resulte cercana. Habrá sorpresas, descubrimientos, sueños, complicidad. Espero que en los libros del otoño existan palabras que pueda convertir en mías. Palabras que me inspiren, que me llenen de un instante feliz, que me resulten sabias para vivir el momento, cada momento. 

Así que repasas las novedades que están previstas y de ellas escoges lo que sospechas te va a gustar. Al menos, lo que vas a buscar en los anaqueles de las librerías para acercarte un poco más y profundizar en ellos. Estas son recomendaciones totalmente personales. Dado que, salvo las recopilaciones, los demás no los he leído, se trata de impresiones, sensaciones, que obedecen a un criterio muy particular. 

Si veis por ahí las novedades previstas sacaréis seguramente otras conclusiones y serán otros vuestros intereses. Pero la lectura es así. Si uno no sigue su propia querencia personal entonces no disfruta con la lectura y leer es, esencialmente, eso, disfrute, placer, felicidad. 

Me interesan mucho los volúmenes de cuentos y relatos, así que estoy de enhorabuena. Ya sé que los cuentistas suelen estar en la fila de atrás de la narrativa, pero esto es un error. Escribir un cuento, un relato corto, una narración breve, requiere una técnica muy especial. Hay relatos que sobrepasan en valor y emoción al libro más largo que podamos imaginarnos. Sin embargo, suelen ser menos apreciados en general. En Libros del Asteroide saldrán los relatos de Laurie Colwin, estadounidense, con un título evocador "Tantos días felices". Y no me ha consultado el título, que conste. Pero esta es una escritora a la que me interesa seguir y por eso este volumen puede ser una forma de conocerla mejor. 

Seix Barral pondrá en la calle los de Kelly Link "A mí no me engañas" y Alfaguara los de la grandísima Joyce Carol Oates, de quien en este blog hay ya algunas reseñas. Su título "Mágico, sombrío, impenetrable". Sí. Puede ir por ahí la cosa, no lo dudéis. Las obras de Oates pueblan mis estanterías. Algunas son más crípticas, difíciles, oscuras. La naturaleza humana se presenta de una forma absolutamente descarnada, terrible a veces. Pero es que somos así, es que las personas tenemos tantas aristas que también existe ese descreimiento, esa soledad, esa confusión que relata tan bien esta escritora. 

Por su parte, es sumamente interesante la publicación de los cuentos completos de Chéjov que hará Páginas de Espuma. El gran cuentista, el autor de algunos de los cuentos más entrañables del género. El maestro. Algunos de sus cuentos son muy conocidos y han inspirado incluso películas. Otros, resultarán más extraños. Pero en todos ellos late, al menos es mi experiencia con su lectura, esa suerte de clave poética que los atraviesa y los circunda de un halo especial, de una pátina, de un aura. Los estás leyendo y puedes removerte en tu butaca, porque algo oculto se está moviendo dentro de sus páginas. Chéjov por un tubo, podríamos decir para este otoño. 

Ian McEwan, el autor de "Expiación", tiene una nueva obra que, como las demás, publicará Anagrama. "La ley del menor" es su título y promete ser interesante. Desde sus primeros libros, allá por el año 2000, fuertes, rotundos, llenos de posturas extremas y de sentimientos al límite, McEwan ha matizado su literatura y los contrastes son menos evidentes pero más numerosos los detalles, las sutilezas. Su obra es muy variada. En cierto sentido me recuerda a Stanley Kubrick, el cineasta, tocando todos los géneros cinematográficos y dejando en cada uno de ellos una obra relevante. 

Por su parte, Lumen sacará "La niña perdida" de Elena Ferrante, pseudónimo tras el que no sabemos si se esconde un hombre o una mujer, famoso o anónimo. Un misterio. Esto ocurre a veces en el mundo literario y es un buen recurso. El asunto de los nombres tiene mucho de fantasía. Desde el uso de heterónimos, como hacía Machado o también Pessoa, lleno de ellos, hasta los autores que manejan dos nombres según el género que traten, como el caso tan evidente de Benjamin Black y John Banville, hasta ese juego en el que no se sabe quién es el autor. Hay una novela francesa sobre este tema, pero me vais a permitir que no me levante a mirarlo, como decía alguien genial, cuyo nombre tampoco recuerdo ahora. 

Apuesto por leer o releer, en su caso, el "Teatro reunido" de Arthur Miller, una de las cumbres de la dramaturgia contemporánea, esposo que fue de Marilyn Monroe y autor de "La muerte de un viajante", emotiva, dura, potente. Lo publicará Tusquets. Confieso mi amor por el teatro escrito. Mucho más que por el teatro representado. Los cinéfilos pensamos así. Mi madre lo explicaba con su especial sabiduría: Al teatro le ves el truco, la tramoya, le ves la parte de atrás y no puedes creerte lo que pasa. En cambio, si lo lees, la cosa cambia mucho. He disfrutado muchísimo siempre leyendo las obras de Shakespeare. Hablamos de él como si fueran novelas, pero es teatro, teatro. Las versiones cinematográficas le han hecho mucho más favor que las teatrales, aunque ver en escena a Lawrence Olivier en su día tuvo que ser una conjunción planetaria de verdad, no como las de Obama. 

En lo que se refiere a la no ficción mis apuestas son tres: Las Memorias de Carlos Barral, también de Lumen. La biografía de Fernando el Católico de Henry Kamen, publicada por Esfera de los Libros y la de Rilke, el poeta que dejó su impronta en Ronda, que sacará Acantilado. Los libros de Memorias pueden ser muy atractivos si el que las escribe dice, al menos, una parte de verdad, y si su persona tiene tirón. Leí, ahora lo recuerdo, las de Alfonso Guerra y fueron un aburrimiento total, para empezar porque hacía un canto elegíaco de su infancia de niño pobre que parecía una novela de Guillermo Sautier Casaseca, cursi, cursi. Carlos Barral ha conocido el mundo editorial desde tan cerca que a mí, que ese mundo me atrae y me parece un ámbito de fieras salvajes que se dan dentelladas unas a otras, me llena de curiosidad. 

Las biografías me gustan, he leído muchísimas. La peripecia vital de un hombre, de una persona incluso anónima, ya es en sí suficientemente fuerte como para acercarse a ella desde dentro. En el caso de la de Fernando el Católico quizá nos convenga tenerla presente, porque hay tantas partes de nuestra propia historia ocultas por el olvido, el engaño o la mixtificación que quizá sea bueno darse una vueltecita. Desconocer la historia de nuestro país es una de nuestras señas de identidad de las que nos sentimos más orgullosos. Esa es la triste verdad. 

Y, esa última recomendación, la biografía de Rilke, tiene tanto que ver con su figura de poeta apesadumbrado, con su trayectoria y sus versos, como con la hermosísima ciudad que lo acogió durante un tiempo. Ronda es, siempre, un destino ansiado para mí. Un destino en el que pasé horas imborrables, en tiempos en los que las horas tenían todas el secreto de la juventud y la ilusión. Siempre que me enamoro sueño con recorrer Ronda al lado de la persona amada. Y es un sueño recurrente que aparece y vuelve cada vez. Como todos los sueños, rara vez se hace realidad. Pero, en una ocasión, sí fue posible. Porque no todo es vacío y no todo se disuelve en una taza de agua con azúcar. 



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