Ir al contenido principal

"Estío" de Edith Wharton


Todos los veranos, durante nuestra estancia en El Puerto de Santa María, vamos a Jerez, al Corte Inglés que hay en esta ciudad. Y, aunque parezca raro, existe en ese gran almacén una librería interesante. Puedes llegar y pedir libros no demasiado usuales, no solamente los best-sellers que se presentan en los carteles anunciadores o en los expositores de la entrada. En esta ocasión buscaba yo un libro de Impedimenta, del que ya os he hablado, La bailarina.

He aquí que el señor que me atendió en la librería me condujo, con cara de satisfacción, a un estante donde estaban, no solamente este libro, sino muchos de los publicados por Impedimenta. También aparecían allí otras editoriales menos usuales, entre ellas, Acantilado, que tiene cosas muy interesantes. Y, revolviendo por el estante, encontré algo que no buscaba y que ni siquiera sabía que existía pero que tuve que llevarme como quien se lleva un tesoro.

Se trata de un libro de la editorial Veintisieteletras, escrito por mi admirada Edith Wharton y titulado "Estío". Esta es la traducción al español, mucho más ajustada al sentido de "Summer" que la palabra "Verano". Un siglo exacto hace que se publicó en su versión original, justamente en el año 1917.

Este libro es fantástico, muy bonito en su diseño y con una historia tan bien escrita como todas las de esta autora, con personajes potentes y con esa forma de contar tan característica de Edith Wharton. De ella ha dicho Harold Bloom (de quien tengo pendiente de leer un libro que tiene mi hijo entre sus últimas compras):"Ninguna novelista norteamericana, de cualquier raza o ideología, puede compararse en eminencia estética a Edith Wharton".

Ella, norteamerica de Nueva York, nacida en 1862, fue una mujer de exquisita sensibilidad, muy independiente para su tiempo (y para el nuestro), que frecuentó los salones literarios de Francia, donde vivió y murió, pues era una amante total de Europa y de la cultura europea, de la forma en que algunos norteamericanos se dejan seducir por la civilización. Edith Wharton recibió en 1920 el Premio Pulitzer por su obra, ya comentada aqui y maravillosa (no dejes de leerla) "La edad de la inocencia" (ese seductor Newland Archer y esa misteriosa condesa Olenska...), siendo la primera mujer en lograr ese galardón.

"Estío" es un libro especial. La primera frase ya te impulsa a leerlo:

Una muchacha salió de la casa del abogado Royall, al final de la única calle de North Dormer, y se detuvo en el escalón de la puerta. Era el comienzo de una tarde de Junio.

A partir de aquí se desarrolla la acción. La protagonista de "Estío" es Charity Royal y, en torno a ella, un paisaje difícil en el que las vivencias y sentimientos parecen no tener demasiado lugar, empeñados como están todos en sobrevivir a la vida diaria. En los libros de Wharton hay una constante lucha entre el deber y el querer, entre las convenciones sociales y el impulso de las emociones y sentimientos. Por eso sus personajes son tremendamente humanos y representan lo más hondo de la naturaleza en lo que se refiere a conducta, deseos, sensaciones, búsquedas y renuncias. La condesa Olenska de "La edad de la inocencia" era una mujer de clase alta, subyugante, evocadora, llena de atractivo. Charity Royall es una chica normal, que vive una existencia anodina, pero que tiene la enorme capacidad de sentirse dueña de sus sueños y de no renunciar a ellos. La fortaleza de las mujeres, protagonistas de la mayoría de sus obras, es otro de los elementos clave de la obra de Edith Wharton, que era muy sensible al universo femenino.

En ese pequeño pueblo de las colinas de Berkshire, en Massachussets, se desarrolla la vida de la protagonista. Su tutor, el abogado Royal, la tiene en acogimiento, porque ella es hija de padres desconocidos y no conoce su origen. Cuando llega al pueblo un joven arquitecto, elegante y seductor, llamado Lucius Harney, ella siente que su hora del amor acaba de iniciarse. La sexualidad, la pasión, la vida de pareja, en suma. Su ingenuidad va pareja a su audacia y su aire conmovedor al desafío que plantea en la lucha por ser feliz.

Leer un libro de Edith Wharton es un placer inenarrable. No solo por su forma de escribir, limpia, sin aristas, pero, al tiempo, depurada, sensible y llena de matices, sino por la mirada que esboza y que lanza en sus libros, una mirada comprensiva, intuitiva y observadora. Nos hace sentirnos espectadores privilegiados de escenas, paisajes, personajes y encuentros que, de otro modo, no podríamos contemplar en toda nuestra vida. Imprescindible lectura, esta y el resto de sus libros.

Estío, Edith Wharton. Editorial veintisieteletras. Traducción de Diana Falcón Zás. Primera edición junio de 2011. Diseño de cubierta David Sueiro. Foto de cubierta: retrato de Evelyn Nesbit, Gertrude Kasebier. Título original Summers. 1917. 

Comentarios

Leyendo en La Ina ha dicho que…
Hola, solo recomendarte una estupenda librería en Jerez, está en el centro, C/ Equilaz, muy cerca de la calle larga. Se llama La Luna Nueva Libros. Estupenda en atención y en fondo.
Caty León ha dicho que…
Ah, pues muchas gracias por tu recomendación. Intentaremos pasarnos por allí antes de terminar nuestra estancia en El Puerto. Saludos cordiales

Entradas populares de este blog

39 páginas

  Algunas críticas sobre el libro de Annie Ernaux "El hombre joven" se referían a que solo tiene 39 páginas. ¿Cómo es posible que una escritora como ella no haya sido capaz de escribir más de este asunto? se preguntaban esos lectores, o lectoras, no lo sé. Lo que el libro cuenta, en ese tono que fluctúa entre lo autobiográfico y lo imaginado, aunque con pinta de ser más fidedigno que el BOE, es la aventura que vivió la propia Annie con un hombre treinta años más joven que ella, cuando ya era una escritora famosa y él un estudiante enamorado de su escritura. Los escépticos pueden decir al respecto que si no hubiera sido tan famosa y tan escritora no habría tenido nada de nada con el susodicho joven, que, además, podía ser incluso guapo y atractivo, aunque ser joven era aquí el mayor plus, lo máximo. Una mujer mayor no puede aspirar, parece decirnos la historia, a que un joven se interese de algún modo por ella si no tiene algún añadido de interés, una trayectoria, un nombre, u

La primera vez que fui feliz

  Hay fotos que te recuerdan un tiempo feliz, que abren la puerta de la nostalgia y de la dicha, que se expanden como si fueran suaves telas que abrazaran tu cuerpo. Esta es una de ellas. Podría detallar exactamente el momento en que la tomé, la compañía, la hora de la tarde, la ciudad, el sitio. Lo podría situar todo en el universo y no me equivocaría. De ese viaje recuerdo también la almohada del hotel. Nunca duermo bien fuera de mi casa y echo de menos mi almohada como si se tratara de una persona. Pero en esta ocasión, sin elegir siquiera, la almohada era perfecta, era suave, era grande, tenía el punto exacto de blandura y de firmeza. Y me hizo dormir. Por primera vez en muchas noches dormí toda la noche sin pesadillas ni sobresaltos. La almohada ayudó y ayudó el aire de serenidad que lo impregnaba todo. Ayudaron las risas, el buen rollo, la ciudad, el aire, la compañía, el momento. No hay olvido. No hay olvido para todo esto, que se coloca bien ensamblado en ese lugar del cerebro

"Baumgartner" de Paul Auster

  Ha salido un nuevo libro de Paul Auster. Algunos lectores parece que han cerrado ya su relación con él y así lo comentaban. Han leído cuatro o cinco de sus libros y luego les ha parecido que todo era repetitivo y poco interesante. Muchos autores tienen ese mismo problema. O son demasiado prolíficos o las ideas se les quedan cortas. Es muy difícil mantener una larga trayectoria a base de obras maestras. En algunos casos se pierde la cabeza completamente a la hora de darse cuenta de que no todo vale.  Pero "Baumgartner" tiene un comienzo apasionante. Tan sencillo como lo es la vida cotidiana y tan potente como sucede cuando una persona es consciente de que las cosas que antes hacía ahora le cuestan un enorme trabajo y ha de empezar a depender de otros. La vejez es una mala opción pero no la peor, parece decirnos Auster. Si llegas a viejo, verás cómo las estrellas se oscurecen, pero si no llegas, entonces te perderás tantas cosas que desearás envejecer.  La verdadera pérdida d

Siete libros para cruzar la primavera

  He aquí una muestra de siete libros, siete, que pueden convertir cualquier primavera en un paraíso de letra impresa. Siete editoriales independientes de las que a mí me gustan, buenos traductores, editores con un ojo estupendo.  Aquí están Siruela, Impedimenta, Libros del Asteroide, Hermida, Hoja de Lata, Errata Naturae, Periférica. Siete editoriales en las que he encontrado muchos libros bonitos, muchas buenas lecturas. En Errata Naturae los de Edna O'Brien con su traductora Regina López Muñoz, que está también por aquí. De Impedimenta mi querida Stella Gibbons y mi querida Penelope Fitzgerald entre otras escritoras que eran desconocidas para mí. Ah, y Edith Wharton, eterna. Los Asteroides traen a Seicho Matsumoto y eso ya me hace estar en deuda con ellos. Y los clásicos en Hermida. Y Josephine Tey completa en Hoja de Lata. Y Walter Benjamin en Periférica. Siruela es la editorial de las grandes sorpresas. 

Elegantes

  He encontrado esta foto en una red social. Me ha hecho pensar, recordar, escribir. Aparentemente solo son personas que están tomando algo en una calle de Londres, en una terraza de mesas verdes y sillas que parecen bastante incómodas. Aquí en primer plano un señor mayor. En segunda fila una pareja que está comiendo algo. Más allá otro señor. El señor mayor tiene un libro en la mano, está leyendo. En la silla de al lado hay más libros y lo que parece ser otra bolsa también llena de libros. No hay nada en la mesa, acaba de llegar o no ha pedido nada. Está absorto en la lectura. Lleva gafas de montura negra. Está concentrado absolutamente en lo que lee. La distancia nos impide ver de qué libro se trata.  El hombre mayor va muy bien vestido. Pantalón gris de raya bien planchada, una camisa clara, una chaqueta azul. Lleva calcetines azules y unos mocasines negros bien limpios. Es un hombre elegante y su elegancia no es afectada, no es cursi, no es presuntuosa, sino natural. Es elegante la

Curso de verano

  /Campus de Northwestern University/ Hay días que amanecen con el destino de hacer historia en ti. No los olvidarás por mucho tiempo que transcurra y esbozarás una sonrisa al recordarlos: son esos días que marcan el reloj con un emoticono de felicidad, con una aureola de sorpresa. He vivido mil historias en los cursos de verano. Durante algunos años era una cita obligada con los libros, la historia o el arte, y, desde luego, de todos ellos surgía algo que contar, gente de la que hablar y escenas que recordar. El ambiente parece que crea una especialísima forma de relación entre los profesores y los estudiantes, de manera que no hay quien se resista al sortilegio de una noche de verano leyendo a Shakespeare en una cama desconocida. Aquel era un curso de verano largo, con un tema que a unos apasionaba y a otros aburría, en una suerte de dualidad inconexa. Sin embargo, el plantel de profesores no estaba mal. Había alguna moderna con ínfulas, que este es un género repetido, y también uno

Slim Aarons: la vida no es siempre una piscina

  El modelo de la vida feliz en los cincuenta y sesenta del siglo pasado bien podría ser una lujosa mansión con una maravillosa piscina de agua azul. En sus orillas, hombres y mujeres vestidos elegantemente, con colores alegres y facciones hermosas, charlan, ríen y toman una copa con aire sugestivo. Esto, después del horror de las dos guerras mundiales, bien valía la pena de ser fotografiado. Así lo hizo el fotógrafo Slim Aarons (1916-2006) un testigo directo y también un protagonista entusiasta, del modo de vida de las décadas centrales del siglo XX, en el que había una acuciante necesidad de pasar página, algo que ni la guerra fría consiguió enturbiar. Como si estuviera permanentemente rodando una película y un carismático Cary Grant fuera a aparecer para ennoblecer el ambiente.  Slim nació en una familia judía de Nueva York y tuvo una infancia desastrosa. No había felicidad sino desgracias y eso se le quedó muy grabado. Luego estuvo en la segunda guerra mundial y allí cubrió momento