Una imagen histórica
Hay momentos históricos y fotos históricas que los inmortalizan. Este es uno de ellos. Y esta es la foto que da testimonio. En el año 1991 se conmemoraba el centenario del nacimiento del insigne cantaor sevillano Manuel Vallejo. ¡Qué cante el suyo! Seguramente muchos lectores de este blog (suponiendo que este blog lo lean muchos lectores) no tienen ni idea de quién es o solo lo conocen someramente. Pues bien, Vallejo fue una estrella del flamenco en su época y ha dejado grabaciones magistrales que han sentado cátedra en este arte. De modo que merecía el homenaje y bien que se esmeraron los organizadores, los cabales de la Peña Torres Macarena, ensolerada al máximo en el concierto de las peñas, y algunas personas que tomaron sobre sí la responsabilidad de llevar aquello adelante, de forma desinteresada y sin otra compensación que el trabajo bien hecho. Entre ellos estaban Manolo Centeno, Luis Caballero, Ángel Vela y Emilio Jiménez Díaz, además de otros nombres de importancia en el territorio del flamenco y la cultura en general. Uno de los actos celebrados es el que dio pie a esta foto y a esta entrada de mi blog. Se trató de una mesa redonda en la que participaban los decanos del cante en la época, cuatro estrellas a cual más distinta y más interesante. Se puede observar quiénes son, de izquierda a derecha. El cantaor y escritor, amigo del alma, compañero de fatigas en Sevilla Flamenca, Luis Caballero Polo. El cantaor y actor de cine famosísimo, Juanito Valderrama. La cantaora y creadora La Niña de la Puebla. El cantaor y miembro eminente de la época de la ópera flamenca Enrique Orozco. Y yo, fascinada absolutamente por ese caudal de saber inabordable que se oía en la mesa.
Fue una noche inolvidable. Los flamencos guardan un gran respeto a sus mayores, todo lo contrario que la mayoría de la gente, que desprecia la experiencia y que no se paran a pensar las aportaciones que han llegado antes que las suyas. En otros países no sucede eso, pero aquí los artistas, los comunicadores, los creadores, se quejan mucho de que los condenan al olvido en cuanto hay oportunidad. Pero en el flamenco la tradición es ley y por eso se conservan, se apoyan, se revitalizan y cuidan todas las expresiones que el legado va conformando. Y estos cuatro puntales tenían y tienen suficiente importancia como para que la peña se llenada de punta a punta y para que los aficionados disfrutaran una ocasión absolutamente única, que esta foto ha logrado perpetuar.
El centenario de Vallejo que se celebró esos días, fue el que dio lugar a otras mesas redondas, conferencias ilustraciones, recitales de cante, de baile y de toque, además de a la publicación de una carpeta de incalculable valor conteniendo textos y música de Vallejo (con la colaboración imprescindible para ello del estudioso y coleccionista Manuel Cerrejón), y de libros y exposiciones llenos de interés. Nos demuestra que es posible aunar las propuestas de la sociedad civil con el apoyo de las instituciones públicas y privadas para lograr un evento de dimensiones enormes en cuanto a su calidad y trascendencia. Por desgracia, estos eventos no son nada frecuentes y demasiadas veces el dinero se gasta de forma mucho menos adecuada que entonces. El trabajo desinteresado de los organizadores y colaboradores, dio de sí una quincena de lujo, que se recuerda todavía y que logró situar en un mismo espacio y tiempo a cuatro figuras de arte. Y nos hizo aprender a los demás muchas cosas que no sabíamos de ellos y de ese genio llamado Manuel Vallejo, cantaor de primera.
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