“El diario de Bridget Jones”, 2001. Sharon Maguire
El crítico de El País, Miguel Ángel Palomo, la definió así: “Sólo una comedia, a ratos divertida, a ratos irritante”. Es la única crítica negativa que le he encontrado. Aunque quizá no sea algo malo ser “sólo una comedia”. Con o sin tilde diacrítica, que la RAE ha modificado la cosa hace poco tiempo.
Es una comedia, cierto. Una comedia romántica y, como tal, graciosa, tierna, a ratos exagerada, llena de tics y con sus homenajes incluidos. A Jane Austen, por ejemplo, con ese protagonista, Mark Darcy (Colin Firth), el hombre perfecto. El que era en Orgullo y prejuicio un caballero dueño de Pemberley, es aquí un abogado especializado en derechos humanos. No está mal el cambio de roles. También está el vividor, el aprovechado, el Wickham de marras, llamado Daniel Cleaver, a la sazón el jefe de Bridget en la editorial en la que esta trabaja. El mosaico de amigos fieles tiene su guasa y los padres de Bridget son de colección, con un padre escaso de fuste y decisión y una madre que se prenda de un tipo que tiene la cara color naranja. Esto, desde luego, no lo hubiera hecho nunca la señora Bennet, que solo perdería la cabeza por un casaca roja.
La historia que escribió Helen Fielding tiene su pizca de denuncia social con respecto al trato que las mujeres reciben en función de su físico. La autoestima, ese concepto tan de moda, de Bridget está por los suelos: está gorda y no tiene novio, adentrada ya en la senda de los treinta. Ese vaivén en el que aparece el ejercicio físico y un buen trago para compensar las carencias, se refleja de una forma muy fiel. Y el tira y afloja entre Darcy y Cleaver, muy logrado y con un buen sustento en el casting de los actores, ambos ingleses pero muy distintos. Uno de ellos shakespeareano y el otro dado a las bodas y a los funerales.
Las mujeres que ven la película se sienten reconfortadas de que Renée Zellweger no sea perfecta. Ninguna de nosotras lo es. Les suena algo raro eso de que tenga dos caballeros donde elegir, tan raro como el color de la sopa del cumpleaños, una sopa azul tirando a incomestible. Bridget (tampoco) podría concursar en Masterchef. Luego se van desilusionando al comprobar que la actriz inicia una carrera contra reloj para estar más delgada y parecer más joven, hasta el punto de que en la tercera entrega de Bridget Jones, no se parece en nada a la persona que era, ni a Bridget, ni la historia tiene que ver con lo que escribe Helen Fielding.
Hay escenas descacharrantes, como la fiesta de curas y fulanas a la que acude Bridget vestida de conejito; el paseo en barca de las dos parejas, Mark y su colega Natasha (delgada e hiperperfecta), por un lado y Daniel y Bridget, por otro. También la cena en la que Bridget es la única mujer soltera y sola, con ese final al pie de la escalera en la que Darcy le confiesa que le gusta “tal y como eres”. El final es romantiquísimo. Esa niebla invernal, ese frío, ese indigente que grita “estás locaaaa” cuando ve a Bridget correr en braguitas y jersey en busca de un Mark Darcy que ha leído su diario y ha desaparecido de inmediato. Lo mejor del final es la constatación de que la pasión existe, incluso para un abogado bastante responsable y concienzudo. Ella: “Los chicos buenos no besan así”. Él: “Joder que no….”.
Sinopsis:
Bridget Jones es una treintañera pasada de peso que decide cambiar de vida y para ello comienza a redactar un diario en el que volcará sus ilusiones y sus frustraciones. Perder peso y encontrar un novio son dos de sus objetivos para el nuevo año.
Algunos datos de interés:
La película está basada en el libro de Helen Fielding del mismo nombre. El libro tuvo un gran éxito y el personaje de Bridget Jones se hizo muy popular. Tiene otras dos entregas.
Hugh Grant es un especialista en comedia romántica. Su interpretación del joven apocado y tímido en Cuatro bodas y un funeral (1994, Mike Newell), es, seguramente, la mejor de su carrera. En Sentido y sensibilidad (1995, Ang Lee) una estupenda versión del libro homónimo de Jane Austen, hace otro papel muy agradecido, el de Edward Ferrars, el amor de Elinor Dashwood (Emma Thompson).
Colin Firth, por su parte, es un actor dramático en la mayoría de sus interpretaciones, así que su papel de Mark Darcy se sale de su registro habitual. Entre sus películas hay algunas memorables como El paciente inglés, de 1996; Shakespeare in love, de 1998; Love actually, de 2003; Un hombre soltero, de 2009; y, sobre todo, El discurso del rey, que le valió un Oscar y el reconocimiento general, en 2010.
El mismo año de 1995 en que Hugh Grant estrenaba Sentido y sensibilidad, Colin Firth hacia lo propio con una serie de la BBC sobre Orgullo y prejuicio que lo sacó del anonimato y lo puso en la carrera del aprecio popular. La que es seguramente la mejor adaptación de un libro de Austen a la pantalla lo convirtió para siempre en el señor Darcy por el que todas suspiran (suspiramos). Ese juego lo utilizó en El diario de Bridget Jones su directora.
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