Sira Quiroga inventa un falso Delphos
Sira Quiroga aparece en la televisión y me pregunto cuándo vi por primera vez esa famosa serie. Busco en internet y veo que fue en octubre de 2013. Calculo el tiempo desde que él murió, como hago siempre. Y salen solo dos meses. No sé qué fue de mí en ese tiempo. No recuerdo cómo me movía, trabajaba o pasaba el tiempo. Solo la esquina del salón de la casa del Aljarafe, mi butaca, el iPad y la libreta vacía. No podía escribir nada, no podía leer nada, no me importaban las noticias. Sin embargo, esto lo puedo decir ahora, entonces no sabía qué pasaba, ni quién era yo, ni qué hacía. Iba y volvía del trabajo andando sola, estaban los dos colegios a unos diez minutos, y andaba despacio, y todo era muy raro, porque a veces me daba un sentimiento de angustia y ahogo que no podía soportar y lo que sí tengo claro es que la gente no venía a consolarme, no llamaban para consolarme, no me escribía para consolarme. La gente pensaba que el duelo duraba un cuarto de hora o yo no le importaba a nadie. Llegaron esas navidades solos y lo comprobé, no le importaba a nadie. Sira Quiroga estaba en la televisión pero él ya no estaba, desde agosto. Pronto hará doce años. El curso 2013-2014 pasó en una nube oscura, en la que yo deambulaba sin saber quién era, ni qué había sucedido, y ni siquiera recuerdo qué hacíamos mi hijo y yo, si llorábamos juntos (creo que no) o a solas (mucho). Estábamos abandonados a nuestra suerte y nadie vino a llamar a nuestra puerta. Parecía que lo habíamos perdido todo, salvo a nosotros mismos. Quién era yo, qué pensaba, qué decía. Además de los mil inconvenientes domésticos, quién era, por qué tenía la cara arrasada de lágrimas cada día, por qué volvía llorando todos los días del colegio, quién era yo. Sira Quiroga, que apareció cuando él no estaba, me está recordando todo esto. Porque tan importante es lo que vivimos juntos como lo que dejamos de vivir tras su muerte.
(Imagen de Dufy, Aleteos número 1)
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