Mercedes de Pablos: mágica realidad
(Fotografía: Paco Sánchez)
Una Isla de Papel
entrevista
a
Mercedes de Pablos
periodista y escritora
Una infancia de libros y el tebeo de los sábados
Aprendí a leer muy pronto, todavía conservo el primer cuento que me regaló mi padre con cinco años, se llama Flor de leyendas y tiene más texto que dibujos, no es un tebeo. Mis padres eran grandísimos lectores, mi madre era maestra y mi padre un aficionado entusiasta a la Historia.
En casa siempre había libros, incluso un armario con aquellos mal vistos por el franquismo. Ahí guardaba mi padre los Cuadernos para el diálogo, una revista tolerada por la dictadura, pero prácticamente clandestina. Los sábados mi padre nos traía un tebeo a cada uno de los tres hijos que teníamos edades muy similares.
También tuve una tía, enfermera de la consulta de su marido, nuestro pediatra, que leía compulsivamente y era un poco más atrevida que mis padres. Con once años me regaló las obras completas de Giovanni Papini que me granjearon (por mi mala boca pues lo debí contar) una reunión de la superiora del colegio con mis padres porque era una lectura del Índice (libros no recomendados por la iglesia). La leí con mayor interés, descubriendo que me aburría un poco y que no había nada morboso ni siquiera en la vida de San Agustín.
Mazo de la Roche, junto al plato
Una de mis lectoras favoritas y seguramente a la que fui más fiel es la saga de Jalna de la escritora Mazo de la Roche. Me castigaban porque no dejaba de leer ni comiendo.
Ya en la adolescencia con enormes descubrimientos como Kafka o Tolstoi, me topé con Cortázar. Mi autor tótem toda mi juventud. No niego que me empachara en la pubertad con el autor de moda del régimen, Martín Vigil y esos novelones moralistas con los que llorábamos a moco tendido pero yo lo leía todo, todo.
Luego desde Cortázar a Sábato o Alejo Carpentier empecé mi propia biblioteca donde entraban también los libros que había en casa (Flaubert, los rusos, Chesterton) pero sobre todo entró el boom del realismo mágico a lo bestia.
Y mucha poesía. El libro Las cien mejores poesías de la lengua castellana aún permanece en la casa de mi madre. Ella murió recitándolos de memoria. Era una buena conocedora de los clásicos y de los místicos.
Ahora, siendo ecléctica en mis gustos, confieso casi incondicionalidad con Ian McEwan, Carol Joyce Oates o en España Landero, Martínez de Pisón, Tallón o Sara Mesa. La última, siendo amiga y joven, me parece una de las voces más deslumbrantes en español.
Adicta al noir
Por supuesto adoré y adoro a Bolaño y a Volpi. Y leo novela negra para alternar libros densos con historias sociales y crímenes como los de Mankell, Craig, Lemaitre, Vargas, Márkaris o Camilleri. Y más, soy una adicta.
He escrito siempre en el trabajo y también en casa. Tal vez menos en casa cuando tuve a mis hijos pero en mi cabeza siempre hay historias. Escribir es andar por la vida planteándote hipótesis de todo con lo que te tropiezas.
Se agita la cultura en Sevilla
Vivimos un momento excepcional de la literatura en Sevilla… Nunca antes habían coincidido (o al menos en tiempo reciente) escritores de tanta calidad que vivan precisamente aquí: Sara Mesa, Juan Bonilla, Daniel Ruiz, Isaac Rosa. Y una gran actividad cultural con escritores , biógrafos, poetas.
Como me he dedicado siempre al periodismo cultural no hay nada que me guste más que una buena presentación de libro, que un coloquio, que una lectura. Le debemos mucho a agitadores culturales (algunos también escritores) como Pepe Serrallé, Fernando Iwasaki, Manuel Grosso, Juan Antonio Maeso, Rivero Taravillo, Manuel Gregorio o Ignacio Garmendia.
Además tenemos una buenísima colección de editoriales, algunas más jóvenes como El PASEO y otra veterana y un lujo para España como Renacimiento.
Adicta a las biografías disfruto como loca con la colección de memorias y diarios que edita Renacimiento como las de Carmen Parga, María Teresa León o Elena Fortún. He heredado de mi padre la pasión por la Historia así que cuando no leo ficción suelo leer historia o biografías.
También hay muy buenos historiadores que escriben casi como novelistas: Jorge Martínez Reverte (que es periodista pero ha escrito memorables libros sobre Historia) Moradiellos, Miguel Martorell, Julián Casanova…
Contemporánea de Shakespeare, cómplice de Sófocles
Hay libros que nos pasan. Que son parte de nuestra vida más que mucha personas con las que hemos trabajado, coincidido o hasta amado. Hay personajes que actúan dentro de nosotros como referentes, tanto morales como emocionales.
A mí se me alegra el año cuando se publica un buen libro. No hay mayor pasión que se te queda a vivir dentro, que convivas con las emociones, el dolor, vidas, rostros. Envidio a los que no han leído Los Detectives Salvajes o Expiación porque pueden hacerlo por primera vez. Y no olvido la buenísima literatura centroeuropea, árabe, asiática, africana.
La literatura nos hace contemporáneos de quienes vivieron hacen cinco siglos (Shakespeare) o dos mil años ( Sofocles), cómplices de quien vive a miles de kilómetros o tiene otra religión, otra piel, otro sexo. Es la Gran Comunión por encima del tiempo y del espacio.
En este último libro, que se publica en abril, El Ángel de la paz, he cambiado completamente de registro. Son relatos de pura ficción anclados en hechos reales que manipulo con absoluta libertad en algunos y poco en otros.
(Foto: Manu García. lavozdelsur.es)
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