El flamenco en la escuela: pasado, presente y futuro. Cuarta Parte y Conclusiones.


Desde este punto de vista, la problemática inicial asociada a la Didáctica del flamenco, sigue estando vigente. Es preciso, por tanto:

 *Establecer espacios legales para este conocimiento. Espacios de tiempo propios y delimitados, con continuidad a lo largo de la vida escolar del alumno

*Formar al profesorado que lo va a impartir. El problema aquí radica en que el flamenco es música, pero NO SÓLO Música. Radica en que es un arte complejo, no una manifestación folklórica popular.

*Sentar las bases científicas en los aspectos más relevantes: orígenes, conformación, características, influencias…Todas estas cuestiones aún son objeto de debate, ¿cómo podemos entonces enseñarlas a nuestros alumnos sin un mínimo de acuerdo? ¿quién decide qué enseñar con referencia a estos puntos de conflicto?

*Elaborar y difundir materiales didácticos adecuados, en soportes diferentes y con sentido de interactividad con el alumno

 Pasada ya la etapa fundacional de la Didáctica del Flamenco en la que había que luchar contra quiénes estaban en contra de su existencia misma, es imprescindible dar un paso adelante y acabar con la voluntariedad, la discrecionalidad, la dispersión, para pasar a una etapa en la que se establezca con toda claridad una materia que, integrando competencias diversas y conocimientos aportados por áreas diferentes (Lengua, Literatura, Geografía, Historia, Arte, Antropología, Sociología, Música) se estudie en todos los centros educativos andaluces de forma continua y secuenciada, con un tratamiento didáctico adecuado y un currículum homologado.

 Las experiencias basadas en el trabajo personalista del profesorado o de los esfuerzos de interdisciplinariedad de algunos equipos de profesores, han seguido manteniendo este conocimiento en la esfera de los elegidos. Saber de flamenco sigue siendo todavía algo misterioso y para los iniciados. Será por eso que los grandes artistas del flamenco Silverio Franconetti, Don Antonio Chacón, Pastora Pavón, Manolo Caracol, Antonio Mairena, etc., son, salvo la excepción de Camarón de la Isla, unos absolutos desconocidos para los alumnos (como lo son para el gran público). Porque uno de los errores de planteamiento que se han dado es pensar que el flamenco era algo cotidiano, cercano e integrado en las manifestaciones de la vida de Andalucía. No lo fue antes pero, muchísimo menos lo es ahora. Por tanto, urge una tarea de “alfabetización flamenca”  en nuestras escuelas e institutos, tarea que no se puede abordar de forma discontinua, improvisada o voluntarista. No debe darnos miedo enseñar flamenco en las escuelas, porque nunca será un conocimiento frívolo ni pasado de moda, sino que, al contrario, su riqueza y su cualidad de música contemporánea, personal, abstracta y de integración de otras músicas, servirá al alumno para, además de aprender a disfrutar con lo que musicalmente encierra, acercarse a conceptos históricos, artísticos, literarios, que son al final los que explican nuestro sustrato cultural.

 Que así sea.

 (Conferencia de Catalina León Benítez, Jerez de la Frontera, 2008)
Y ahora, algunas conclusiones al hilo de esta Conferencia que tiene ya unos años y en las que repetía algunos conceptos que llevo diciendo y escribiendo desde hace muchisimo tiempo, prácticamente desde 1990.
La enseñanza del flamenco es posible. Tiene que hacerse en el marco escolar, único que garantiza igualdad y equidad para todos. No puede dejarse al albur de la iniciativa privada en forma de academias, de las familias o de las peñas. Esta enseñanza debe organizarse y estructurarse a todo lo largo de la escolaridad, desde que la inicia hasta que la finaliza el niño. Para ello es preciso una graduación de los contenidos, empezando por los más sencillos, cercanos, vivenciales y prácticos, para terminar por la reflexión y el abordaje de sus aspectos más complejos que requieren discusión. Es preciso que se cree una asignatura que se llame así, simplemente: Flamenco. Es preciso que se actualice la formación del profesorado que va a impartirla y que deje de estar en manos de músicos de formación clásica, porque no es preciso ser profesor de música para enseñar flamenco en la escuela.
La Consejería de Educación no se ha tomado en serio este tema nunca. De vez en cuando hay iniciativas esporádicas que surgen y desaparecen. El dinero que se invirtió en formación del profesorado hace años y del que doy cuenta en esta conferencia, ha sido baldío, pues no se aprovecharon estas enseñanzas ni el empuje que de ellas resultó. Los maestros y profesores han sido, de forma individual como se ha visto, los que han ido tomando para sí el compromiso de esta enseñanza.
Recientemente, la Consejería de Educación volvió a realizar un intento de normativizar y normalizar el flamenco, usando un comité de expertos o algo parecido. Tengo que decir que nunca me han llamado para ello, ni a mí ni a otro montón de personas que llevan años trabajando en el tema, con más o menos sistematización. De cualquier forma, no me hubiera prestado a otra operación cosmética más para quedarse en nada.
No tengo esperanzas de que esta situación cambie, pues a nadie le interesa verdaderamente, desde el mundo de la política, que se corrija este desatino de que todo un pueblo desconozca uno de sus acervos culturales más extraordinarios. Algo que no ocurre en ninguna parte del mundo y que dará lugar, si no se remedia, a que continúen generaciones y generaciones de andaluces pensando que el flamenco es algo antiguo u obsoleto o que está alejado de sus intereses y de sus personas. Craso error que priva a la juventud de disfrutar de una música universal.

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