El cine flamenco de Carlos Saura
El camino que abrió Edgar Neville en 1952 con “Duende y misterio del flamenco” fue continuado por Carlos Saura, director de dos trilogías de enorme influencia en el cine flamenco, tanto por lo que representa la figura del cineasta aragonés como por las propuestas estético-musicales que representan estas obras. La primera de esas trilogías es la que se refiere a las películas inspiradas en obras literarias y musicales: “Bodas de sangre” de 1980, “Carmen” de 1983 y “El amor brujo” de 1986.
Se trata de la segunda versión cinematográfica de “Bodas de sangre”. La primera de estas versiones, de título original “Noces de sang” se realizó en Marruecos en 1976 y contaba con la participación de la eminente trágica griega Irene Papas. La versión de Saura cuenta con un equipo técnico de primera magnitud en el que destacan el guionista Alfredo Mañas y el director de fotografía Teo Escamilla. Los intérpretes fueron Antonio Gades, Cristina Hoyos, Juan Antonio y Pilar Cárdenas. Tras esta película, Saura añadirá a su trilogía “Carmen”. Las adaptaciones cinematográficas de la ópera de Bizet o de la novela de Próspero Merimée constituyen, por sí solas, una antología formada por numerosos y variados intentos. Hemos contado hasta doce versiones, de las que hay algunas verdaderamente interesantes. Entre ellas está la que dirigió y protagonizó Charles Chaplin, con Edna Purviance, que supone una sátira del mundo hispánico. Asimismo, nos encontramos con la versión de Cecil B. DeMille, de 1915, y con la de Ernst Lubitsch, de 1918, rodada en Alemania y protagonizada por la magnífica Pola Negri.
Otras incursiones en el tema de la mítica cigarrera son la de Raquel Meller, rodada en Francia en 1926 bajo la dirección de Jacques Feyfer; la más antigua de todas ellas, de 1913, hecha en España y protagonizada por Margarita Silva; la que hicieron Imperio Argentina y Rafael Rivelles en 1938 y que se llamó “Carmen la de Triana”, o una coproducción franco-italiana de 1942 con Viviane Romance y Jean Marais. Más modernamente, el personaje de Carmen ha continuado atrayendo a directores y productores de cine. Así, están la originalísima versión que realiza Otto Preminger, en el año 1954, titulada “Carmen Jones”, en la que la acción se sitúa en ambientes negros. En este caso, la protagonista, magistral, es la malograda Dorothy Dandridge. Otro ejemplo es la producción española de 1975, dirigida por el peculiar y escasamente conocido cineasta Julio Diamante. La película llevaba la música de Manolo Sanlúcar y era interpretada por Sara Lezana, Julián Mateos, Rafael de Córdova y Palomo Linares; así como la otra “Carmen” que se lleva a cabo el mismo año que la de Saura, esta vez obra de Francesco Rossi y titulada, con el fin de dejar clara su filiación, “Carmen de Bizet”. Basada enteramente en la ópera, el éxito se confiaba a la presencia en la pantalla y a las voces de Plácido Domingo, Julia Migenes-Johnson, Ruggero Raimondi y Faith Eshan, todos ellos reputados nombres del bel canto.
La última “Carmen” ha sido obra de Vicente Aranda, con el protagonismo de Paz Vega. Rodada en 2003 en su reparto aparecen otros nombres destacados del cine y la televisión como Leonardo Sbaraglia, María Botto y Antonio Dechent.
Por su parte, la “Carmen” de Saura contaba con la música del extraordinario Paco de Lucía y en su reparto había nombres como los de Antonio Gades, Laura del Sol y Cristina Hoyos. De 1986 es la versión de Saura de “El amor brujo”, constituyendo el tercer acercamiento de la cinematografía española a la obra del músico gaditano. En la primera de estas versiones, de 1949, aparecen importantísimos nombres, como Ana Esmeralda, Manolo Vargas, Pastora Imperio y Elena Barrios, con guión de José María Pemán. La segunda versión corresponde al año 1967 y fue dirigida por Francisco Rovira Veleta, que contó como guionistas con José Manuel Caballero Bonald y José Antonio Medrano, mientras que los intérpretes fueron Antonio Gades, La Polaca, Rafael de Córdova y Nuria Torray.
“El amor brujo” realizado por Carlos Saura en 1986 vuelve a presentarnos nombres que forman parte por derecho propio de la cinematografía musical española, como Antonio Gades, Cristina Hoyos, Laura del Sol y Emma Penella, la gran actriz, hermana de las también grandes Terele Pávez y Elisa Montes.
Las siguientes aportaciones de Saura al cine de tema flamenco lo presentan sin argumento, únicamente como una sucesión de estampas en el que la música es protagonista. Así crea “Sevillanas”, en 1991, “Flamenco”, en 1995 y “Salomé” en 2002. Se trata de una apuesta muy atrevida, que incide en el carácter abstracto del flamenco y utiliza una técnica muy depurada para mostrarnos el trabajo de los artistas y, sobre todo, la música flamenca. Sin embargo, a diferencia de otras películas de carácter costumbrista o descriptivo, esa música no aparece imbricada en un ambiente concreto, en un escenario, sino que tiene entidad en sí misma al integrarse en decorados minimalistas, secuencias largas y al utilizar recursos fotográficos de especial relevancia, para lo que cuenta con destacados profesionales, como José Luis Alcaine y Vittorio Storaro.
En “Sevillanas”, Saura se rodeó de artistas de primera magnitud, como Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Rocío Jurado, Camarón de la Isla, Lola Flores, Manuel Pareja Obregón, Paco Toronjo, Merche Esmeralda, Manuela Carrasco, Los Romeros de la Puebla, Matilde Coral, Rafael el Negro, Tomatito, Salmarina y las Corraleras de Lebrija. En “Flamenco”, aparecen Lole y Manuel, Remedios Amaya y José Menese. Aquí contó Saura con un montador de primera categoría, Pablo G. del Amo y con la música de Isidro Muñoz.
Por fin, en “Salomé” todo gira en torno a la bailarina Aida Gómez, tomando como pretexto un ensayo sobre la historia bíblica. La música de Roque Baños, con la colaboración de Tomatito, contribuye en gran medida al resultado final de esta película que fue galardonada en 2002 en el Festival des Films du Monde de Montreal.
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