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"Flamenco. Negro sobre blanco" de Cristina Cruces Roldán


     "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos..." anunció Dickens. Bien podríamos aplicar al flamenco esta máxima, porque es el arte de los extremos, de los peores augurios y las mejores noticias. Desde que existe viene sorteando obstáculos, algunos en nombre de quienes se empeñan en que la tradición sea inamovible y otros por parte de la innovación a ultranza. Como todo arte contemporáneo es cambiante y complejo; como todo arte de cualquier tiempo histórico es, también, reflejo de la sociedad y, a la vez,  representación de la misma. En el flamenco confluyen tantos ríos que es imposible separar las aguas una vez se llega a la desembocadura. Los afluentes se confunden, se alían, se miran unos a otros con la perspicacia de quien quiere entenderlo todo. Y el conocimiento total se pierde ante el detalle, ante la pequeñez de un instante. Porque, a la par de todos, es un algo tan efímero como el calor de un baile o el saludo al sol de cualquier cante elevado a la máxima potencia. 


(José Villegas. Retrato de Pastora Imperio, 1906)

     Cristina Cruces Roldán (Sevilla, 1965) ha seleccionado cuidadosamente un manojo de artículos y trabajos que adquieren sentido en este libro. Son investigaciones que el paso del tiempo no ha superado y propuestas que tienen la vocación de extenderse abriendo paso a otros caminos. Así funciona el flamenco, como destellos de espacios mayores que no siempre se continúan pero que siempre ofrecen oportunidades de revisión y de estudio. El libro tiene carácter de miscelánea pero, sin embargo, está regido por un orden interno, por una estructura que acompaña la lectura del libro. Esta ha de hacerse de forma pausada, no es una novela que uno pueda leer de un tirón, es más bien un sitio al que acercarse para profundizar en aspectos que, por separado, quizá nos hayan llamado la atención pero que juntos tienen vocación de convertirse en referencias. Hay cinco grandes bloques de contenidos, cada uno de los cuales construye a modo de edificio, la argamasa fundamental del libro: El cine, el patrimonio, las expresiones, el neoflamenco y la investigación. Además de eso, consta de un interesante apartado dedicado a los estudios bibliográficos entre los que destacan los de Mario Penna y Blas Infante


(Joaquín Sorolla y Bastida. Bailaoras en el Café Novedades de Sevilla)

     Los capítulos vienen precedidos de dos escritos de excepción. Ambos completan y arrojan luz al volumen, de hermosa factura, escogidas fotografías y maquetación limpia y elegante. Uno es el prólogo a cargo de José Luis Ortiz Nuevo, conocido agitador cultural que en el mundo del flamenco lo ha hecho todo, excepto, quizá, bailar con bata de cola. Su texto tiene la frescura de las notas improvisadas y la sabiduría de quien es original por fuerza, porque no puede ser de otra forma y está dedicado, además de a la autora, a dejar constancia de que hay mucho por hacer y no siempre se hace. Por su parte, la presentación del trabajo corre a cargo de la propia Cristina Cruces, que antes ha abierto el lance con una preciosa dedicatoria a su hija Marta: "Dueña de las palabras, dulce rayo de vida". Resulta muy pertinente esta presentación para entender el sentido del volumen, partiendo de su idea acerca del flamenco "un espacio para la pregunta y la palabra". Los artículos seleccionados se redactaron entre 1997 y 2015 y se presentan, como afirma la autora, "sin orden cronológico, ni jerarquías de prelación". 
     

(Julio Romero de Torres. La Niña de los Peines) 

     El punto de vista de la antropología, territorio de estudio en el que la autora se mueve por su condición de catedrática en esta disciplina, aporta la necesaria mirada, la estructura necesaria para que las aguas estén en su cauce y no se desborden. Resulta imprescindible hacerlo así ya que, de otra manera, no se podrían abarcar todos los matices y recovecos que la obra flamenca presenta. Desde aquí, Cristina Cruces avanza en cuestiones de la academia tradicional, temas que han sido discutidos y tratados en ocasiones, hasta otros más nuevos, con más carga de polémica y que tienen que ser construidos a base de estudios y disquisiciones. En este sentido, el libro recoge aspectos ya asentados en el corpus científico flamenco, a la par que abre preguntas y puertas por las que discurrir. Así mismo lo explica en su presentación: "Hacer del flamenco un objeto de estudio me ha permitido devolver a este arte tan amado las sencillas armas que poseemos quienes elegimos la investigación como tarea de vida". Por último, pero no menos importante por lo que implica de toma de postura, su explicación se inicia con la referencia a dos mujeres que, para ella, significan una postura que la acompaña en su indagación de todos estos años: por un lado, la pensadora Judith Butler, que reivindica el papel del trabajo intelectual como vehículo del conocimiento y del contacto entre los seres humanos y por otro la poetisa Emily Dickinson, que utilizó para ello lo que el sentimiento aporta a la lectura, los poemas de interior que la caracterizan. 

     Ambas, Butler y Dickinson, cabeza y corazón, ejemplifican bien aquella máxima que empezó siendo el título del libro de una pionera de las mujeres inteligentes, "Sentido y Sensibilidad", de Jane Austen. Las dos cualidades son parte de la personalidad de Cristina Cruces Roldán y el indispensable pasaporte para que el libro contenga tanto conocimiento como emoción; tanto información como pasiones confesadas. La poesía de los datos abierta y desplegada con una mirada propia. 


Flamenco. Negro sobre blanco. Investigación, patrimonio, cine y neoflamenco. Cristina Cruces Roldán. Editorial Universidad de Sevilla. Instituto Andaluz del Flamenco. Colección Flamenco, número I. Directores de la colección: Rocío Plaza Orellana, Francisco Javier Escobar Borrego. 

Motivo de cubierta: Tranquilo alboroto. Rubén Olmo. Fotógrafo Eduardo Rubaudonadeu. Sevilla, 2017. 

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