El largo y cálido verano
El verano es un cuadro impresionista. Un camino bordeado de árboles dorados. Un espacio sideral, único, en el que las voces se mezclan con el canto de los grillos. Un lugar en el que nos encontramos, tú y yo, en el abrazo. El calor se funde en los cuerpos. El sudor nos llena de esa pátina helada que nos estremece. El verano es un cuadro impresionista. Pinceladas, colores, aire libre, dos figuras que caminan una al lado de la otra sin destino y sin origen. Solas. He sentido tu aliento y he buscado tu boca. He hallado tu cintura sin poderlo evitar. Te he besado. Y una constelación de fuego y de caricias se ha elevado conmigo. El verano, las noches, las flores en el borde del camino, todo se funde en todo, como si no pudiera evitar la esperanza. Así los sueños se escriben en verano, con la imagen de quien convierte la vida en vida. Sueños y espacios libres de mentiras. Realidades cansadas. Las noches se han escrito con risas y con sueños. Una vez me miraste, lo sé. Porque sent