"Ausencias en camino" de Diego Fernández Magdaleno
"Ausencia en todo veo:
tus ojos la reflejan.
Ausencia en todo escucho:
tu voz a tiempo suena.
Ausencia en todo aspiro:
tu aliento huele a hierba.
Ausencia en todo toco:
tu cuerpo se despuebla".
(Miguel Hernández)
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La poesía de Diego Fernández Magdaleno no se hace de palabras, sino de gotas de agua, de chorros de luz, de espejos donde la imagen se refleja nítida. Asalta tu memoria y reverdece aquello que guardaste para que no se pierda.
El título del libro puede llamarte a engaño. ¿Un juego de palabras? Quizá lo hace a propósito. La ausencia que no existe aquí es también un anuncio, un fatal aviso. No hay tristeza sino la pertinaz e inflamable seguridad de que la presencia de hoy será ausencia mañana. Una vez Alejandro Sosa, insigne fotógrafo, hizo una exposición llamada así: "Presencia ausente". Porque la ausencia tiene forma, olor, sabor y besos.
Escogeré primero mi poema preferido. Empieza con "El armario con flores", y termina "como un árbol dormido". Poema corto como todos los que aquí se incluyen, divididos en cuatro ¿capítulos? ¿temas? ¿inspiraciones?: cuánto cuesta escribir de la poesía buena, de la buena poesía. Trasladarte a ti, que estás leyendo esto, la sonora suavidad de las palabras de este libro; el incesante rumor que lo puebla; el hueco de los versos convertidos en algo que pudiste pensar alguna vez sin verlo.
Volver. Liturgias del tiempo. Reflejos. La última luz. He aquí las cuatro partes del libro. En todas ellas late una voluntad líquida de que las cosas no se pierdan. Que quede algo de ellas pese a todo. Que no haya vacío, aunque la ausencia sea imposible de llenar y convierta en predicción el ansia de vivir. Hay un fuego que se extingue en toda la voluntad humana, que quiere asirse al pasado para que algo quede; que se agarra a un presente dudoso para que se convierta en un pasado firme.
Qué difícil resulta contar con palabras en prosa lo que la poesía transforma en ritmo, en eco, en armoniosa melodía, en sonido imposible de rastrear. Porque un poema es una simplificación de algo mucho más hondo, como un cante contiene eco, compás, aire, tiempos y herencia. De dónde viene el fulgor que alcanza estas palabras, es una de las preguntas. A quién se dirigen, además de a nosotros. Los ecos de algunos poetas, de algunos escritores, parecen fantasmas aparecidos en un torbellino de exactitud. Virginia Woolf conversa con su hermana, Vanessa Bell y por allí asoma la cabeza su amiga Vita Sackville-West. Las tres generan un murmullo que no somos capaces de entender y que tiene mucho de brezo y de río, aunque ellas no lo saben todavía. Emily Dickinson viste de blanco y Silvia Plath "sabe el amor su paciencia perdida". Toda la buena poesía encierra una música que no para de sonar.
"Ausencias en camino" es una sorpresa. Los libros de poesía, libros pequeños conteniendo grandes cosas, tienen la virtud de sorprender y de crear en torno a la sorpresa un hilo continuo de emociones que desconocías. La poesía es una sucesión de pensamientos que se enlazan como si fueran llamas que prenden para siempre la hojarasca del tiempo. Así somos. Y nuestro camino es ese. No en vano la palabra camino forma parte del título. Intencionadamente.
Ausencias en camino
Diego Fernández Magdalena
Editorial Páramo, 2024
Sobre el autor: Diego Fernández Magdaleno es vallisoletano de Medina de Rioseco. Pianista, profesor de piano, escritor, poeta, activista de la cultura. Premio Nacional de Música. Riosecano militante.
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