Las guerras del maestro Ford

 


Una de las grandezas del considerado maestro del cine John Ford es la épica, la potencia emocional y ética que imprime a sus películas. Sus héroes luchan por el bien común y por el progreso personal y tienen claro que en ese empeño deben poner todas sus fuerzas y que no deben echarse atrás bajo ningún concepto. Por eso son héroes sacrificados, responsables y que conocen cuál es su deber. Ese deber se antepone incluso a su satisfacción personal. La familia, la patria, la amistad, el deber otra vez. 

En estas dos películas se ejemplifica muy bien esta característica de su cine. Una de ellas tiene como fondo histórico la guerra de la independencia contra el inglés y la otra se desarrolla en otra guerra, la de Secesión, la llamada civil war. En la primera queda claro quiénes son los héroes y, en la segunda, como todo queda en casa, hay una ligera predilección por los vencedores pero los confederados tienen también su corazoncito. La chica, por ejemplo, es una aguerrida confederada que intentará por todos los medios mantenerse fiel a su ejército, incluso contra el amor de un coronel de la Unión. 

Hay una ingenuidad latente en "Corazones indomables" (1939), de título original "Drums Along the Mohawk", haciendo alusión al valle del río Mohawk en el que aquellos pioneros querían asentarse e iniciar su vida. La película la protagonizan Henry Fonda y Claudette Colbert, que en aquel momento estaban teniendo una excelente consideración tanto en los estudios como de cara al público. En ella son unos  recién casados que marchan hacia la granja que ha de ser su vida y se ven inmersos desde el principio en la lucha que los colonos mantienen contra los ingleses y los indios, que son sus aliados. La guerra de la independencia duró seis años nada más pero fue muy destructora para los cánones bélicos de la época y tuvo diversos escenarios porque participaron potencias que se jugaban algunos territorios y prebendas, entre ellas España. 



La película contrapone admirablemente el deseo de los colonos de vivir en paz en la tierra que han elegido para ello y la guerra que, desde abril de 1775, mantenían las trece colonias contra los ingleses y sus aliados. Aunque puede parecer una lucha desigual, a las trece colonias las respaldaban, con buques y con hombres, tanto Francia como España, siempre dispuestas a desbaratar como fuera el dominio británico. Y, por su parte, a Inglaterra la apoyaban algunos príncipes alemanes y sus territorios. Los indios, que pertenecían a un número indeterminado pero amplio de tribus diferentes, en algunos casos enemigas entre sí, se repartieron los apoyos a uno y otro bando, llegando a haber también tribus que se mantuvieron neutrales, quizá porque tenían la intuición de que lo mismo les iba a dar a la hora de defender su forma de vida: su destino inevitable era desaparecer entre los muros de las reservas ganara quien ganara. La película está ambientada al final de la guerra, porque se retrata el momento del anuncio, que viven después de pasar grandes calamidades en unas luchas desiguales, por lo que debe tratarse de los años 1780 y 1781. Alguien les anuncia a los exhaustos colonos la derrota inglesa en la batalla de Yorktown que puso fin a la contienda. 

Curiosamente uno de los hermanos de Jane Austen, Charles, que era contralmirante, participó con la Royal Navy en esta guerra, mientras que otro, Francis, que llegó a ser Almirante y Sir, luchó en el bloqueo de Cádiz unos años después. Ella, que nació en 1775, no se perdió ninguna de esas continuas guerras que mantuvo Inglaterra durante muchos años, desde 1688 hasta 1815, dos años antes de su muerte. 

Si en la película "Corazones indomables" hay una escena final en la que reciben a la nueva bandera de los Estados Unidos, trece barras por las trece colonias y trece estrellas en círculo por la Unión, en esta otra película "Misión de audaces", rodada veinte años después y de título original "The Horse Soldiers", la bandera encabeza la marcha de los soldados del Norte que tienen que cruzar líneas enemigas para lograr destruir las vías del tren que están proporcionando apoyo logístico al Sur. En ese empeño está el coronel Marlowe (John Wayne) quien ha recibido órdenes directas del General Grant. Le acompaña el médico militar Mayor Kendall, que encarna, extraordinariamente, William Holden, en un papel a su medida. La guerra duró cuatro años, desde 1861 hasta 1865. La destrucción del sur, en concreto de los sistemas de transporte, entre ellos el ferrocarril, fue una realidad. Antes de que el general Lee se rindiera ante Grant, hubo muchísimas bajas, un número enorme, tanto en la Unión como en la Confederación. El resultado, además, fue una herida que tardó mucho en cerrarse y que tuvo primero en la esclavitud y luego en la segregación racial, sus elementos más definitorios. 

Ford se centra en la marcha de Marlowe hacia el sur, internándose en territorio enemigo, para lograr su objetivo de eliminar la línea de ferrocarril. Marlowe es, en la vida civil, un ingeniero que comenzó de peón en las propias vías del tren. Su enfrentamiento con el Mayor Kendall, el médico, es dialéctico, ambos tienen sus propios códigos de honor y a ellos se atienen. No hay rivalidad por la chica (la actriz es Constance Towers, una cantante y actriz de Montana que nació en 1933 y estuvo casada con John Gavin) y desde el principio intuimos que Marlowe y ella, una sudista acomodada, con un carácter endiablado, se van a enamorar y así ocurre. Los sucesivos acontecimientos que acompañan la marcha del grupo tienen, incluso, un toque humorístico, y el final es plenamente épico cuando se consigue volar un puente, el último que quedaba en pie por la zona, antes de dar por finalizada su acción. 




Ambas películas representan el western clásico que con tanto acierto ayudó a crear John Ford. A partir de "Misión de audaces" sus películas del oeste tienen ya un tinte crepuscular y le añade elementos de connotación diferente, como juicios o duelos. Pero estas dos películas muestran la heroicidad en estado puro, la defensa de los ideales y la búsqueda de los sueños, los tres elementos básicos que configuran el western fordiano. En la segunda se ve claramente con el tratamiento que da el coronel al shérif sudista y a los renegados confederados. Un hombre honesto y de honor siempre ha de tener trato adecuado en contraposición con los que no defienden su bandera ni sus ideas. 

Las películas de John Ford tienen todas un aire de cine de verano. Las imaginas en la pantalla grande con las estrellas por techo, el runrún de los comentarios en voz baja cuando la caballería salvadora se acerca y el silencio expectante cuando los protagonistas se dan un beso. En ambos casos, la música es el acertado complemento a las imágenes y el color les presta verosimilitud y exotismo a la vez. El paisaje cobra carta de naturaleza, siendo un protagonista más. Y los estereotipos funcionan a plenitud: el indio malo, el héroe bueno, la chica guapa, los cobardes, los valientes, los borrachos, los cumplidores, el agua, el sol, las armas y las desvencijadas casas que sufren de los ataques y de los saqueos. En "Corazones indomables" es la pequeña cabaña convertida en granja la que desaparece con el fuego y con ella las ilusiones de la pareja; en "Misión de audaces", la casa de la chica, una preciosa edificación de estilo español, se supone que caerá bajo el saqueo de unos o de otros, da lo mismo. 

Maestro Ford, grandiosa forma de contarnos la historia. Las historias. 

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