Ir al contenido principal

"Julia Bride" de Henry James

Estamos en Nueva York durante los primeros años del siglo XX. La alta sociedad neoyorkina está sujeta a tantas convenciones como la aristocracia rural inglesa o la nobleza centroeuropea. Las normas han de ser seguidas y el desacato puede provocar, de hecho lo provoca, el ostracismo, el aislamiento social. Las mujeres son el elemento más débil de esta estructura. Las posibilidades de un buen matrimonio (la salida natural para todas ellas) se ven seriamente afectadas si la familia no es "come il faut", si hay algo en el pasado que resulte preocupante o si algún acontecimiento del presente tambalea la consideración pública de los parientes. 

Julia Bride tiene las de perder. El divorcio de su madre (el último, hay que decir) no es una buena noticia. Tampoco ella ha llevado una vida ejemplar. No ha respondido como debía a sus compromisos, no ha estado a la altura. Todo se vuelve en su contra en el momento menos propicio y el rechazo de los demás se convierte en un acicate para intentar lograr la redención social, para encontrar ese puesto a la sombra, lejos de la intemperie, ese lugar en el que nadie tiene nombre ni existe a los ojos de los otros.

Julia Bride es una joven muy hermosa pero con una parentela bajo la luz de los focos. Así que su pretendido matrimonio con Basil French está en la picota. Ningún hombre de posición, en este tiempo, se enamora tanto como para poner en riesgo su propio papel en la sociedad. Tampoco Basil French. La intervención de Pitman, el último marido de su madre, tendrá una doblez innegable: yo te ayudo a ti y mi ayuda se vuelve en mi favor. Argucias de comedia de salón que aquí se manifiestan con la maestría de James, un escritor que creó escuela y que sigue resultando actual, pasados los años y en un nuevo siglo. 

Cuando se leen las pretendidas novelas sentimentales de ahora se echa tanto en falta el ingenio... El verdadero ingenio, ese que nace de una inteligencia clara y de una mirada original. Se perciben de una forma tan clara la tramoya, el engaño, las cuerdas que sujetan las narraciones con tan escaso fuste que se añora una escritura como la de Henry James y como, desde luego, la de sus discípulas, entre ellas, la gran, grandísima Edith Wharton, diseccionadora eficaz de la clase alta neoyorkina. No basta con contar "algunas cosas", sino que hay que saber hacerlo, hay que usar con tiento, cuidado y belleza ese delicado instrumento que es el lenguaje. La palabra, he ahí el secreto. 

"Julia Bride" es una encantadora nouvelle (o un relato largo, como dicen algunos críticos de estas pequeñas y no tan pequeñas obras de James) que te deja el sabor de boca agridulce de la propia vida. Cincuenta páginas, ilustraciones evocadoras a cargo de W. T. Smedley, y una edición tan preciosa como lo son todas las de D´Epoca Editorial, que en este caso es una edición conmemorativa del centenario de la muerte de Henry James (1916-2016).  La traducción es de Rosa Sahuquillo Moreno y Susanna González.

El libro tiene una introducción muy interesante y esclarecedora a cargo de Laura López García. Tras aludir a la magna biografía que Leon Edel realizó sobre el escritor, referencia para conocerlo en profundidad, Laura López García nos acercar la personalidad de James en unas breves pinceladas. "Henry James era una persona curiosa, inteligente y sociable, ampliamente dotado para las profesiones de escritor y periodista que desempeñaba" Su familia estaba muy relacionada con el mundo de la cultura. Su padre, era teólogo especulativo y pensador social y él y su esposa, hija de un comerciante neoyorquino de algodón de origen escocés, decidieron darle a sus hijos una educación cosmopolita, por lo que emigraron a Europa cuando el pequeño Henry tenía doce años y estuvieron viajando por Francia, Inglaterra, Suiza y Alemania. Cuenta López García que "a medida que llegaban a una nueva ciudad, Henry, William (que sería un importante psicólogo) y sus hermanos, asistían a un nuevo colegio, desde un internado suizo a una escuela pública durante su etapa en Boulogne".

Henry James era un estadounidense que vivía en Inglaterra y que siempre contrapone en sus obras los modos de vida de ambas sociedades. Tuvo contacto con grandes personalidades de la ciencia y la cultura y dedicó la mayor parte de su tiempo a perfeccionar su arte. Era meticuloso, perfeccionista y dotado de una gran capacidad de trabajo. Por eso sus obras nos suenan tan perfectas, conseguidas, con tramas ajustadas y sin fisuras y, sobre todo, con un estilo literario único, propio, complejo y rico. No es fácil leer a Henry James y hay que hacerse un buen itinerario lector para no caer en la tentación de dejarlo. Pero, una vez se entra en ese mundo, es imposible no quedar prendados por su elegancia, su calidad y su maravillosa recreación de situaciones, ambientes y tipos humanos.

Una historia, unos personajes, que en Henry James, siempre significan emociones y sentimientos bien trabados y predispuestos a convertirse en historias que pueden ser leídas en un momento cualquiera de la tarde, cualquier tarde de cualquier día del mes o de la vida. 

Julia Bride de Henry James. Centenario. D´Epoca Editorial. 2016. 

Apunte biográfico sobre Henry James 1843-1916 (Lecturalia). Este año se conmemora el primer centenario de su muerte. 
Autor y ensayista americano, Henry James fue uno de los grandes escritores de finales del siglo XIX, conocido tanto por sus novelas y relatos cargados de tensión psicológica como por sus ensayos sobre teoría literaria.

James pasó la mayor parte de su vida en Europa, sobre todo en París y Londres, llegando a obtener la nacionalidad británica, aunque pasó su juventud en Estados Unidos, estudiando en universidades como Harvard y Cambridge, donde estudió Literatura.

Sus obras se caracterizan por una gran fuerza de los personajes y de su mundo interior, así como por la combinación de ideas y situaciones a caballo entre la vieja Europa y los Estados Unidos. A lo largo de su carrera, James escribió títulos tan conocidos como Otra vuelta de tuerca, Retrato de una dama, Los embajadores, La copa dorada o Las bostonianas.

Como crítico literario, James fue uno de los renovadores del estudio de la novela y apostó por una nueva interpretación del desarrollo y la relación del autor con el lector, como se puede leer en su ensayo más importante, El arte de la novela. Además, James también se adentró en el mundo del teatro, tanto en la crítica como en la propia dramaturgia.

La recepción de su obra en vida no fue del agrado de los críticos y durante la primera mitad del siglo XX recibió numerosas críticas negativas que con el paso del tiempo han ido desapareciendo hasta reconocer la calidad de sus textos.

Varias de sus novelas y relatos han sido adaptados al cine con gran éxito, como Otra vuelta de tuerca, La heredera, La copa dorada o Las bostonianas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

Rocío

  Tiene la belleza veneciana de las mujeres de Eugene de Blaas y el aire cosmopolita de una chica de barrio. Cuando recorríamos las aulas de la universidad había siempre una chispa a punto de saltar que nos obligaba a reír y, a veces, también a llorar. Penas y alegrías suelen darse la mano en la juventud y las dos conocíamos su eco, su sabor, su sonido. Visitábamos las galerías de arte cuando había inauguración y canapés y conocíamos a los pintores por su estilo, como expertas en libros del laboratorio y como visitantes asiduas de una Roma desconocida. En esos años, todos los días parecían primavera y ella jugaba con el viento como una odalisca, como si no hubiera nada más que los juegos del amor que a las dos nos estaban cercando. La historia tenía significados que nadie más que nosotras conocía y también la poesía y la música. El flamenco era su santo y seña y fue el punto culminante de nuestro encuentro. Ella lo traía de familia y yo de vocación. Y ese aire no nos abandona desde ent

“Anna Karénina“ de Lev N. Tolstói

Leí esta novela hace muchos años y no he vuelto a releerla completa. Solo fragmentos de vez en cuando, pasajes que me despiertan interés. Sin embargo, no he olvidado sus personajes, su trama, sus momentos cumbre, su trasfondo, su contexto, su sentido. Su espíritu. Es una obra que deja poso. Es una novela que no pasa nunca desapercibida y tiene como protagonista a una mujer poderosa y, a la vez, tan débil y desgraciada que te despierta sentimientos encontrados. Como le sucede a las otras dos grandes novelas del novecientos, Ana Ozores de La Regenta y Emma Bovary de Madame Bovary, no se trata de personas a las que haya que imitar ni admirar, porque más que otra cosa tienen grandes defectos, porque sus conductas no son nada ejemplares y porque parecen haber sido trazadas por sus mejores enemigos. Eso puede llamarse realismo. Con cierta dosis de exageración a pesar de que no se incida en este punto cuando se habla de ellos. Los hombres que las escribieron, Tolstói, Clarín y Flaubert, no da

La construcción del relato en la ruptura amorosa

Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaja, la sorpresa del que se ve aban

Novedades para un abril de libros