El extraño caso de la lectura y la escuela (I)
Me interesa realizar una reflexión teórico-práctica sobre los conceptos lectura y escuela, desde el punto de vista de la interrelación que ambos presentan. Como todas las reflexiones, puede resultar larga, por lo que la dividiré en entregas, así pensaré (pensaremos) que en lugar de hablar de temas educativos (pues, al fin, esto es educación) estoy escribiendo un maravilloso folletín de pasiones extremas en un periódico de provincias de finales del siglo XIX.
En la antigua Grecia, hablamos del siglo VI a. C., no todos los hombres tenían los mismos derechos: había ciudadanos libres y había esclavos. Pues bien, en esa sociedad tiene lugar, según eminentes estudiosos (entre ellos, uno de los más relevantes, el historiador francés Jean Hèbrard), el nacimiento de la escuela tal y como la conocemos. Y ese nacimiento está absolutamente vinculado con el hecho de la lectura (y también con la escritura, por extensión). Se trataba de que, antes de la institución escolar, solamente unos pocos poseían el don y la capacidad de interpretar los escritos. Esto contradecía totalmente la definición de "ciudadano" en la antigua Grecia, pues, para los griegos, era imposible considerar ciudadano a quien no tenía posibilidades de participar en la vida pública, en la política. Y, desde luego, para ello era imprescindible saber leer.
La historia de la lectura (entendida como planificación de una tarea que conduce a una meta y no como un acto espontáneo) está relacionada con la escuela, por un lado y con la necesidad del hombre de convertirse en ciudadano partícipe de la vida en la sociedad a la que pertenece, por otro. Es decir, tiene que ver con la "formación" y también con la "información". Dejemos esto ahí, pero no olvidemos ese doble valor de la lectura.
El caso de Grecia, desde luego, tenía sus paradojas, pues no en vano algunos esclavos, que provenían de estratos cultos y que estaban en Grecia por motivos de guerra, sabían leer y dominaban mejor que sus dueños los secretos del conocimiento. Al margen de esta cuestión, en Grecia, los maestros de Gramática, o mejor, los maestros de letras como se les denominaba, preparaban al ciudadano en la destreza lectora, en el manejo de las palabras, y era imposible ser considerado ciudadano sin saber leer (y, como consecuencia de ello, saber escribir).
Siendo entonces que lectura y escuela están indisolublemente unidas en sus comienzos, cuando la alfabetización es el objetivo primordial al que se subordinan todos los demás objetivos, nos puede resultar extraño y raro que, llevando la escuela tantos años de existencia, estemos ahora dando vueltas constantemente a estrategias, proyectos, programas y planes lectores, para incentivar la lectura, para leer en las escuelas, etc. como si lectura y escuela fueran cosas diferentes, como si leer fuera una actividad personal y divertida y no tuviera sitio en la escuela, nada más que como algo que se aprende al inicio de la escolarización (esto, es, cuando el individuo se "alfabetiza") y, a partir de ahí, es solamente una técnica más de las que deben dominarse para poder realizar el trabajo escolar.
Pero, ¿no es la lectura el trabajo principal, el motivo principal que conduce la escuela a su sentido más pleno y original?...
Y, hasta aquí llego, en esta primera entrega del extraño caso de la lectura y la escuela...
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