"El trabajo cultural" de Luciano Bianciardi
Conocí una vez a un astuto observador de la vida, cuya privilegiada mente le permitía desdoblarse y convertirse a la vez en actor y voyeur de los acontecimientos. Ese fenómeno solo es posible si la claridad y la ironía son el componente fundamental de nuestro pensamiento. Se trata de ser objetivo sin parecer un pesimista impostado y sin echar campanas al vuelo que resulten innecesarias.
Luciano Bianciardi (1922-1971) es exactamente eso. Alguien que observa. El escritor siempre es alguien que observa pero esa observación en ocasiones se reviste de capas sucesivas que convierten la literatura en un producto que puede consumirse y no atragantarse.
Bianciardi no estaba nada preocupado por el efecto de sus palabras sino más bien por hacer buen uso de su espíritu independiente, anclado en la perpetua discusión consigo mismo y ajeno a los dogmas y a las aseveraciones.
Bianciardi no estaba nada preocupado por el efecto de sus palabras sino más bien por hacer buen uso de su espíritu independiente, anclado en la perpetua discusión consigo mismo y ajeno a los dogmas y a las aseveraciones.
En este segundo libro que la editorial errata naturae publica de quien fue, además de escritor, bibliotecario, profesor, traductor, editor y periodista, la mirada se posa en los intelectuales italianos posteriores a la Segunda Guerra Mundial y el fascismo que, agrupados en asociaciones, clubes, bibliotecas, centros educativos y otras formas de encuentro, viven e intentan escribir la gran obra maestra que los lance a la posteridad, en una pequeña ciudad de la Toscana. El trabajo cultural convierte en novela el gran intento de modernización de Italia y los esfuerzos de sus protagonistas, no siempre bien dotados y cercanos a la banalidad y, por supuesto, a la vanidad, a la hora de acercarse a la cultura y las artes. Todos quieren dejar su impronta, todos quieren decir algo pero, ay, no todos tienen algo que decir.
El retrato que pinta Luciano Bianciardi de esa realidad es ácido, corrosivo, irreverente y nada proclive a ocultar las miserias, que las hubo, ni a exaltar grandezas, que también existieron. Es una visión humana y plenamente comprometida con su propia independencia, lejos de cenáculos e imposiciones, sin bastardías y en gran medida reflejo del pesimismo que ese intento de superar los errores históricos y las secuelas de los conflictos se plasmaba en la vida cultural y artística italiana, sin que fuera posible olvidarlos.
Reseña del autor (editorial errata naturae):
Es una de las figuras fundamentales de la cultura italiana de los años cincuenta y sesenta. Rebelde y romántico, anarquista y revolucionario, Bianciardi era un hombre versátil: además de escritor, fue bibliotecario, profesor, editor, periodista y traductor (firmó un centenar de traducciones de algunos de los más importantes escritores norteamericanos: Faulkner, Steinbeck, Miller, Bellow, Brautigan…). En 1954 se muda a Milán, donde comenzó a trabajar en la editorial Feltrinelli, con la intención de llevar a cabo en esa ciudad la «revolución cultural» que había resultado imposible en la provincia. Intolerante con las imposiciones empresariales y deseoso de romper los esquemas culturales de su época, fue despedido al poco tiempo. Comienza entonces su larga trayectoria como traductor y la redacción de La vida agria, obra que Errata naturae publicó en 2012. Inconformista, se niega a plegarse a los dictados de la industria cultural que lo rodea incluso después del gran éxito de sus novelas. Cada vez se encierra más en sí mismo y se entrega al alcohol, que lo conducirá a la muerte en 1971.
Traducción: Miguel Ros González
Colección: El pasaje de los panoramas
Fecha de publicación: 12/06/2017
Formato: 14 x 21,5
Páginas: 144
PVP: 14 €
ISBN: 978-84-16544-44-8
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