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En Cuba comienza el deshielo

Si eres Presidente de los Estados Unidos de América y te conceden el Premio Nobel de la Paz a poco de comenzar tu primer mandato tienes la obligación moral de hacer algo, de dejar alguna impronta, un sello, una seña de identidad que te sitúe en la historia política de tu país, o, lo que viene a ser casi lo mismo, del mundo. Y debes hacerlo al final de tu segundo mandato, lo que evitará repercusiones negativas. Los presidentes de Estados Unidos llevan la fecha de caducidad marcada con tinta indeleble y su aventurerismo de final de etapa casa muy bien con su propio papel en el ámbito de la geopolítica. Así que  Barak Obama  ha aterrizado por cuarenta y ocho horas en La Habana, la capital de Cuba, con la doble intención de fijar su nombre en la historia y de conseguir que los empresarios estadounidenses hagan negocio. Todo, pues, encaja. El régimen cubano, que quiere legitimarse como sea, recibe con los brazos abiertos al primer presidente americano que pisa la isla desde hace 88 a

Cosas de mujeres

(Liu Yifei. Chinesse Actress)  Hay una lucha por la igualdad que está basada en medidas cosméticas, en lenguajes duplicados y en actitudes de cara a la galería. Hay otra que es más difícil de apreciar, porque se centra en esfuerzos individuales o de pequeños colectivos y consiste en no renunciar a nada por ser una mujer. Y hay una tercera, la más efectiva, que parte de un cambio estructural y legal y que se acompaña de una nueva mentalidad. Se llama “cambiar el chip”. Ver las cosas desde otra óptica, nada mediática ni novelera, sino seria, rigurosa, continuada y sensata. Discutir el derecho a la igualdad entre hombres y mujeres a estas alturas de la civilización occidental (en el resto de civilizaciones el panorama pinta peor) es cosa innecesaria, baladí, fuera de tema. Todos estamos de acuerdo en que no pueden existir diferencias en razón del sexo o el género, como llamarse quiera. Otra cosa distinta es sustanciar esto en la vida real, permitir que la existencia cotidi

Prohibido leer a Jane Austen

Una de sus amigas se lo dijo en cierta ocasión. "Tienes el cuello torcido, como las Modigliani". Amiga vengativa, envidiosa, una de esas brujas que aspiran a zorras con el paso del tiempo y se titulan cum laude. Se llamaba Margarita y la odiaba. La odiaba porque ella no se daba cuenta de ese odio y sobrevolaba por él sin ensuciarse la ropa ni el gesto.  Pero aquella frase dicha con mala uva no le molestaba. Le encantaba Modigliani y sus mujeres, esas caras de lápiz ladeadas, las bocas curvas y rojas, los coloretes destacados sobre las mejillas y los ojos sin mirar a ningún sitio. A veces ella seguía su ejemplo. Se colocaba en un banco en el andén de la vieja estación del tren del pueblo y cerraba los ojos. Solamente podía oír el susurro de los pies cruzándolo y el aviso del tren, pero no percibía imágenes ni gestos.  Ella era una niña inteligente y se convirtió en una mujer inteligente. Las mujeres inteligentes son peligrosas. Crecen en un mundo que ellas creen d

Cállate....

En aquel primer colegio la profesora destilaba alegría. Parecía volar por encima de sus tacones. Era chiquitita y llevaba las uñas largas, perfectamente pintadas de rojo, muy femeninas. Cogía los lápices con gesto elegante y se movía entre las mesas observando cuadernos y libros. Canturreaba suavemente una canción y movía las caderas al compás de su paseo por el suelo de mármol del aula, a la que se abrían dos enormes ventanales.  Era la profesora ideal, la que te entiende, la que nunca te manda callar, la que te impulsa a que hagas ese papel en la función de teatro, y te dice que escribas cuentos y que se los des para leerlos, y te anima a cantar en el coro..Llegas a creerte así que tus palabras tienen un don y deseas compartirlo. Y entras en el paraíso prohibido de los pensamientos y quieres traslucirlos a ideas y a palabras, a sonidos que surquen la tarde azul y las mañanas grises.  Después de eso, abandonado ya el firme y dorado nido del primer colegio, todo el mundo

Cosas que nunca haré (contigo)

Mirarnos tiernamente en la terraza solitaria de un cafetín de Uzès. Sentir las manos sudorosas de caminar unidos por la tierra calma y severa de la Provenza francesa. Emocionarnos con la ruta de Austen, desde Steventon, a Bath y a Chawton. Contarte sus historias como si fuera yo la que las escribiera en el tiempo pasado. Amanecer en la Riviera, a la orilla del mar, y descubrir el color de la vela más alta de ese barco a lo lejos. Pasar la noche en vela, en una poussada portuguesa, adivinando el sonido de tu cuerpo al latir y al abrazarnos. Juntar nuestras cabezas una noche de cine de verano, tendidos en la arena, bajo la atenta luz de las estrellas, en La Misericordia, con el Mediterráneo de testigo. Pasear por la playa sintiendo que los pies se clavan en la arena y, en la espalda, el suave roce, la presión de tus manos, sólidas pero tiernas, pero vivas. Oír tus confidencias en una noche oscura del más feroz invierno, junto a una chimenea, en un lugar mediano del centro de las cos

Era tu risa el pájaro que alumbraba mis días...

Yo siento que tu risa es mi mayor regalo. Sonríes y me parece que vuelas a lo alto. Y que escribes mi nombre con letras invisibles. Y que guardas el sueño más hondo en tus pupilas.  Así comprendo todo, incluso lo lejano. Incluso la mentira. Incluso la distancia. Si es tu risa el espejo que escribes mientras hablas, entonces te recibo y no vuelve la pena.  Amor, estamos tristes, estamos derrotados. Nos arde el corazón de no tenernos cerca. Nos duelen las espinas de un rosal que se nutre de la sangre que vuelcan los ojos que no vemos.  Te quiero tanto, amor, que desando oquedades, que despido caminos, que derroto nocturnos amaneceres plenos del sabor de las lágrimas, que se vierten, amor, por lo que nunca fuimos. 

"La renuncia" de Edith Wharton

Edith Wharton (1862-1937) es una de mis escritoras de cabecera. Su sutileza elegante, su frialdad cósmica  y sosegada, esa mezcla de corazón y pensamiento firme, sus descripciones, su análisis irónico de las clases sociales, sus personajes plenos de fondo y forma en un duelo perfecto...todo lo que ella escribe me emociona.  "La edad de la inocencia" de 1920, ganadora del Pulitzer, es el buque-insignia que la representa. Pero escribió otras muchas cosas, entre ellas deliciosos libros de viajes. Siento especial debilidad por otros dos libros suyos: "Estío", con ese maravilloso arranque (algún día podría escribir un libro con los inicios más encantadores de la literatura que me gusta) y "La solterona", agridulce novelita que tiene tanto guardado a pesar de que sus páginas son escasas.  Aquí al lado tengo "La renuncia", una joya entre las suyas, que, en esta ocasión y en esta edición contiene un pequeño pero interesante regalo: la introduc

Abril si está contigo...

Mi corazón abrilea cada vez que me llegan tus palabras, todas ellas fértiles, aunque tristes en ocasiones. Demasiadas salen de tu penumbra, de esa zona oscura en la que habitas sin remedio. Sin embargo, cuando vuelan y se remontan en el espacio virtual en el que somos, todas ellas parecen adquirir un hálito de vida. Esa vida es la que me recibe cuando escucho en Abril que hay violetas que mueren apenas nacidas. Abril se equivoca cuando intenta convertirse en un julio deshabitado. Cuando las lluvias se esconden y no quieren ensuciar el fino estambre de un pavimento seco. 

Tú no tienes corazón

Las consultas de los psiquiatras, los psicólogos y los terapeutas están colmadas de pacientes en busca de claves para superar la crisis emocional subsiguiente a un desengaño amoroso. Son muchas las variantes que este puede presentar: abandono, infidelidad, cansancio, amor no correspondido, amantes que se cansan, amigos que quieren ser otra cosa...En este berenjenal de las emociones se encuentran, sin carnet y sin permiso, tanto las personas "normales", que tienen una forma de vivir y expresar el sufrimiento con pautas sanas, y otra curiosa gente que obedece a tipologías peculiares pero que, como no son cojos o ciegos, no los advertirnos a simple vista.  Están los narcisistas, los egocéntricos, los ególatras, los egoístas, los misóginos, están los depredadores sexuales, los minusválidos emocionales, los inmaduros, toda una fauna extremadamente volátil que se mueve a veces de una a otra consideración, mezclando varias y, en todos los casos, generando relaciones patol

"Persuasión" de Jane Austen

Persuasión, cuyo título original fue The Elliots, fue escrito entre 1816 y 1817. En marzo de este último año ya estaba listo para ser publicado. Un mes antes, en febrero, había recibido del editor Murray el importe de las ganancias de Emma, descontadas las pérdidas de Mansfield Park. Ascendían exactamente a 38 libras y 18 chelines. Eso le hizo decir a la autora: "Las mujeres solteras tienen una espantosa proclividad a ser pobres".  Persuasión es una de sus obras menos conocidas, pero contiene hallazgos admirables. En primer lugar, el propio perfil de la heroína, no una jovencita, sino una mujer hecha y derecha que, además, ha perdido el tren de la felicidad ocho años antes y lucha por volver a encontrarlo. Ann Elliot es, junto a Marianne Dashwood, la única mujer "romántica" que aparece en las novelas de Austen. Ambas aman la poesía, ambas disfrutan con la naturaleza a la que consideran el centro del mundo y las dos tienen sus miras puestas en un amor imposi

"Una cena en casa de los Timmins" de William M. Thackeray

Si la curiosidad os lleva a rebuscar por ahí en la biografía del autor de este libro coincidiréis conmigo en que fue una vida de novela. Corta pero plena de atractivos, colmada de peripecias a cual más extraña, incluso rocambolesca.  Quizá por eso su personalidad era periférica, poliédrica, divertida, exótica y ditirámbica. Un observador de las realidades desde ese punto de vista casi cómico que te hace sonreír y aun reír, pero que, al fin y al cabo, representa como en un espejo las virtudes y defectos que la humanidad arrastra desde siempre, las componendas, los achaques, las burdas patrañas, las exageraciones... ¿Quién de nosotros no se ha metido en la ingente y difícil tarea de organizar un evento en casa? Una cena, por ejemplo. Miles de detalles que se escapan, intendencia, menú, sillas para sentarse, espacios para fumar, atenciones para todos... Eso es lo que hace en este delicioso libro (hummm, delicioso, esa es la palabra, comestible, infinitamente dulce, dulce,

"El impacto de lo viejo"

Puede parecernos que los tiempos han cambiado tanto que las manifestaciones artísticas son la cruz de aquellas que pueblan la historia del arte. Puede parecernos que los temas, los modelos, las técnicas, los formatos, han modificado de tal manera su esencia que nada de lo que ahora se trabaja en los talleres de los artistas tiene parangón con el pasado. Puede parecernos, incluso, que los lenguajes son diferentes, simplemente porque podemos echar mano del iPad, del móvil o de la televisión por cable. Fuera de Silicon Valley la vida continúa poco a poco, sin ese estruendoso girar de las horas que convierte los minutos en revoluciones constatables. El Big Data, las telecomunicaciones, la web 3.0., la hiperconectividad, los paraísos virtuales, las redes sociales, todo ello es el signo de los tiempos, la muestra clara de que los siglos generan contradicciones, iconos y un muestrario imposible de evitar en el que nuestra vida se muestra hasta en su mínima esencia.  Pero, si ahondas

Tristesse

Porque sé que la tristeza mata procuro desprenderla cuando aparece y deshojar las pesadillas antes de que se cumplan y descalzarme de sueños no cumplidos. Esa tristeza es una hoja afilada una especie de laberinto inconcluso que describe esos momentos en los que nada cubre que convierte las horas en un ruido perpetuo.  En mí con la tristeza escribo cada día nada me importa si sé que es imposible ahogarla entre las lágrimas, vencerla entre los lirios y por ti solamente viviría claridades.

"La abadía de Northanger" de Jane Austen

(Catherine Morland, en la versión de "La abadía de Northanger" de 2007) La abadía de Northanger se publicó en diciembre de 1817, cinco meses después de la muerte de Jane Austen. Sin embargo había sido la primera novela totalmente terminada y lista para salir a la luz, incluso antes que Sentido y Sensibilidad y que Orgullo y Prejuicio. El desdén de los editores fue la causa de este retraso considerable. Su título original era "Catherine", que es el nombre de la protagonista, pero Cassandra Austen, la hermana de Jane, de acuerdo con su hermano Henry, decidió cambiarlo. Hizo lo mismo con el otro título que había quedado sin publicar a su muerte y que se lanzó en la misma fecha, esto es, Persuasión, que había sido denominado al principio "The Elliots". Ambos fueron publicados por el editor Murray.  El Edinburgh Magazine  criticó los libros favorablemente y estos se vendieron bien. En este tiempo, 1818, el editor Egerton había reeditado por tercera

La verdad sobre el caso Joël Dicker

Si hay algo que me gustaría hacer en la Feria del Libro de Madrid que comienza mañana, ese algo es conocer, en persona, de verdad, a Joël Dicker. Y agradecerle, de paso, que escribiera La verdad sobre el caso Harry Quebert.  No voy a contaros ahora de qué trata el libro. Seguramente lo habéis leído la mayoría. Fue uno de los libros más vendidos y leídos en 2013. No siempre coinciden ambas cuestiones. En demasiadas circunstancias los libros se venden y se compran, pero no se leen. En el caso de La verdad sobre el caso Harry Quebert apostaría que no es así, que los lectores fueron legión, todavía lo son.  No recuerdo la fecha exacta en la que lo leí, pero sí dónde estaba y qué hacía allí. El lugar, una clínica en la que mi marido estaba viviendo su última semana de vida. Yo entonces no lo sabía, él tampoco. Solamente el médico, el internista, lo tuvo claro. Sus palabras "es cuestión de tiempo", fueron misteriosas, pero ese misterio duró poco, menos de una semana. D

El talismán

Porque tú me lo diste y yo lo guardo (es un secreto a voces que te quiero) y por eso tus cosas son el modo en que te tengo cerca; que no esperaba rosas ya lo sabes ese objeto que nadie elegiría algo inservible salvo para ti el tipo de recuerdo que no se borra nunca. Un pergamino contendría palabras; un libro, quizá versos; esto de ahora no sé cómo llamarlo pero lo tengo al lado todo el tiempo continuamente así  contándome despacio que existes que tú eres, que estás, que no puedo escucharte cuando quiero ni hablarte ni escribirte ni pensarte pero eres, estás, existes. Es un objeto fácil, muy barato, muy simple,  una nimiedad, la tontería que no puede faltar en un encuentro sin pasión y sin sexo. Está conmigo y es tuyo, aún lo es,  lo contrario que tú,  que existes, que no estás, que no eres de mí,  es un secreto a voces que te quiero  es un querer baldío, que no pesa ni cuenta ni se adorna con flores.  Tampoco olvidas tú la primavera

No queda amanecer

Podría decirte que eres un canalla. Un desaprensivo. Que me has tomado por una puta. Alguien que se vende por placer. Y que me merezco por eso el consiguiente castigo: esperar. Esperarte. Que mi vida de mujer casada razonablemente feliz se ha venido a pique porque soy una persona insatisfecha y tú solamente has jugado un papel secundario. El de alguien que me ofrece lo que nunca he tenido. Placer. Podrás decirme que fue bonito mientras duró y que nada tiene demasiada importancia, que no se puede ser tan intensa, ni tan romántica, ni tan sentimental. Que, al fin y al cabo, la vida son dos días y hay que vivirlos a tope. Podríamos intercambiar estas frases si tú no hubieras desaparecido, si supiera donde encontrarte, dónde estás y cómo te llamas. No tienes nombre ni dirección ni biografía. Y yo soy una mujer a la espera.  No se puede vivir esperando. No se debe esperar nada de alguien que te confiesa el primer día sus intenciones. El único día. No soy una mujer fácil, ni una aventur

Aliviarás mis sombras

Habrá un amanecer de sábanas revueltas, de olor a café fuerte en la cocina. Un aire clandestino cruzará nuestro cuarto y sabremos que el fuego se enciende sin permiso. Te asomarás desnudo a la ventana y en tu espalda escribiré la historia de un tiempo inesperado que se ha clavado lento entre mis ojos. El arco de tus brazos será sombra y aliviará una lágrima que no supo perderse. Y no habrá más miradas oscuras, sino ese batallón de claridades que precede a la lucha de los cuerpos. Y no habrá hielo, paréntesis de nieve o frío silencio cósmico, sino el anuncio de ese ardor en la sangre que despierta sin tregua. Así tendremos, en el hoy sumergidos, un motivo constante para no odiar los sueños y abriremos por fin el recipiente en que guardamos intacta la esperanza. Pronunciaré tu nombre sin olvidar sus letras, sin olvidar su eco, el nombre del amor que ahora me callo. Pronunciaré sus sílabas como si recitara una oración tan vieja como viejo es el hombre. Pronunciaré esa frase que

"La vida resguardada" de Ellen Glasgow

Tengo un amigo al que le gusta despegar con las uñas las etiquetas adhesivas de los objetos, esas en las que viene el precio y el código de barras. Encuentra un raro placer en levantarlas por una de las esquinas y hacer que, enteras, se separen definitivamente. Yo acabo de quitarle la etiqueta  de la contraportada a este libro, a pesar de que no es una compra reciente sino del año 2008. Concretamente y como reza en la primera página, lo compré el día 22 de diciembre de ese año en la Casa del Libro de Madrid. Recuerdo bien ese viaje. Habíamos llegado en el AVE y parábamos en un hotel de esos con encanto en la calle Serrano. La calle estaba en obras, ahora lo pienso. El barrio de Salamanca era, para mí, el oasis del bienestar. Sus tiendas de marca, su ambiente, sus restaurantes. El clima era excepcionalmente bueno para tratarse de la Navidad. Y nosotros estábamos muy felices porque allí todo presagiaba momentos llenos de entretenimiento y de diversión. Y así fueron sin duda.  El

"El mundo deslumbrante" de Siri Hustvedt

Siri Hustvedt es la mujer de Paul Auster. Y eso es una pesada carga literaria. Muchas personas, lectoras de Auster, se extraña de que exista Siri, de que escriba y de que lo haga tan bien. En cierto sentido son dos escritores extremadamente opuestos. Auster estructura su obra en torno a un mismo ritmo, una melodía repetida que cambia en los matices. Siri indaga por caminos inesperados, abriendo su escritura a posibilidades remotas. Este no es un libro al uso, hay que decirlo. Una novela con estructura compleja en la que aparecen entrevistas, diarios, textos, que van ayudándonos a conocer a la protagonista, Harriet Burden, una mujer extraña. Era la esposa de un poderoso marchante de arte de Nueva York en los años ochenta, cuando ya la ciudad se había convertido en el centro mundial de las expresiones artísticas, desplazando así a la antigua Roma, o a París, por citar dos de las ciudades emblemáticas. El machismo imperante en aquel momento (¿quieres decir que ya no existe?) relegó

"Los niños se aburren los domingos" Jean Stafford

Ese caudaloso río cuyas aguas recogen el gran número de escritoras a las que voy descubriendo de todas las maneras posibles en los últimos años, se ensancha hoy con Jean Stafford, de quien reseño "Los niños se aburren los domingos", feliz título, delicioso, que evoca también los momentos finales del fin de semana, cuando todo anuncia la llegada del lunes y el advenimiento de la obligación contra la devoción. Esos domingos raídos de sueños.  Cuando intentas averiguar algo más de la autora te encuentras con que en España es una desconocida y no hay noticias de ella en Internet, salvo en otros idiomas. Así que tienes que hacer una labor de rastreo para conocer su peripecia vital y así ayudarte a entender el sentido de estos relatos (13) que la editorial Sajalín ha seleccionado y publicado por primera vez en castellano. Tantas otras veces en la literatura las voces que se oyen no son las que más sentido tienen, ni las mejores. Simplemente el silencio cubre talentos que nun