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De la lluvia

(Fotografía: Christophe Jacrot)  Estaba cansada. Llevaba un buen rato recorriendo la ciudad. Quería despejar su cabeza de dudas. Pero las dudas parecían perseguirla. Doblaba una esquina y allí estaban. Las preguntase agolpaban, en lugar de desaparecer. La incertidumbre se convertía en una losa firme, no se disipaba. Llevaba un paso rápido que tuvo que espaciarse con la lluvia. La lluvia era el gran acontecimiento del día. Después de meses sin caer tuvo que aparecer de esa forma inclemente, sin avisar, de modo que entró a comprar un paraguas en la tienda de los chinos que le cogió más a mano. Los chinos no cerraban nunca y tenían de todo. Era un todo polvoriento, sin gracia ni estilo, pero, al fin y al cabo, no tenía ninguna cita a la que acudir, era un simple paseo rápido esperando que su cabeza dejara de pensar. Los pensamientos no pueden detenerse, se dijo. Quiero que se transformen en ideas positivas, como explican los psicólogos. Aunque no se fiaba de ellos. Conocía a unos

Lo inútil del cariño

Realmente, dice ella, esta es una despedida inútil. Sé que no leerá estas palabras. Está demasiado ocupado, su cabeza anda enfrascada en temas importantes. El amor es un sucedáneo del aburrimiento, así que no le prestará atención. Me despido, entonces, no de él, sino del amor que le tuve. Lo dice mientras agacha la cabeza, abate los ojos y sonríe tristemente. Esa es una tristeza sobrevenida, pienso. Ella ha perdido la alegría. Se ha quedado secuestrada en cualquier encuentro baldío. En una conversación venida a más por la rabia y la indiferencia. Realmente, dice ella, no debería decir nada, puesto que el silencio ha sido mi santo y seña todo el tiempo. Cómo terminar lo que no ha empezado, continúa. Si entonces, cuando mi corazón saltaba al presentirlo, mis palabras nunca confirmaron su latido, qué sentido tendría ahora, cuando ya sé que la inutilidad golpea mis pasos y al final de ellos no hay ningún atisbo de su presencia. Ella mira a lo lejos, entreabre los ojos y guarda en el

Una mujer fatal

Confirmado. De todas las mujeres que se pasean por los libros de Jane Austen ninguna merece más este título que lady Susan Vernon . Por eso esta novelita epistolar de 125 páginas apenas es tan interesante. Porque pone en circulación un tipo femenino verdaderamente curioso, sobre todo si nos atenemos a las fechas en las que fue escrita y a la edad de la escritora (entre 1794 y 1805, con algo más de veinte años).  Ni siquiera las hermanas Bingley , con su desprecio por la vida campestre y sus luchas soterradas por conseguir que Caroline se case con Darcy, pueden compararse a lady Susan. Ni, por supuesto, la señora Augusta Hawkins , de casada señora Elton o, incluso, Fanny Dashwood , con su maléfica influencia sobre su marido, a la sazón hermanastro de Elinor y Marianne en “Sentido y Sensibilidad” . Esa conversación inicial en la que  Fanny lo termina convenciendo, con frases cortas e intencionadas, para que no asigne cantidad alguna al sostenimiento de su madrastra y sus

Leonard Cohen: Seis acordes de guitarra

Me confieso analfabeta en Cohen. Si no hubiera muerto ayer yo no hubiera buscado en Internet noticias sobre su vida, ni hubiera escuchado con atención sus diez temas más famosos tal y como los publica La Vanguardia. Ni hubiera estado atenta a un enlace de El Mundo en el que se recoge el discurso que dio en Oviedo con motivo de recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011. Qué curioso. No recuerdo cuestionamiento alguno hacia ese premio, quizá porque "Letras" es concepto más amplio que poesía, que novela, que escritura. Ahí la copla entra sin remedio y la canción y todo lo que música acompaña.  En ese discurso Cohen cuenta una historia. Las historias de los viejos son entrañables y él, en ese año de 2011 ya lo era y lo sabía y tenía esa presunción de los viejos que han pasado ya esos años difíciles en los que todavía se tiene esperanzas de mantenerse lo más en forma posible para seducir a quienes nos cruzamos en la vida. En ese año él había decidido ab

"Antigua luz" de John Banville

Me alegra experimentar el asombro y la fascinación por los libros a pesar de que llevo tantos años de lectora activa. Soy, básicamente y sobre todo, una lectora que por ello escribe. Pero, aún así, no ceso de toparme con cosas que me llenan de esplendorosa admiración, con libros escritos de tal manera que quisiera que fueran míos. Un solo libro de estos me aseguraría el paso a la inmortalidad literaria, el mayor empeño que alguien que escribe debería tener. No será así, por desgracia, pero bien sirve para disfrutar ese hallazgo nunca pretendido.  Ocurre como con el amor. Ni se busca, ni se persigue, ni se conquista. Simplemente se encuentra, se acepta y se disfruta. Este es un libro para sentirse parte integrante de la comunidad de los que piensan que las palabras son el elemento de la comunicación que nos hace más humanos.  Un hombre de sesenta y cinco años, actor de fama, padre fallido de una hija que se quitó la vida, esposo conveniente y desapasionado, amante de mujeres

(Fotografía de Philippe Marchand. Nantes, 1961) Todos los hombres que amé están en ti y tú no te pareces a ninguno. Aquella arrogancia juvenil, esa torpeza de no saber dónde poner las manos, la mirada imperfecta de unos días sin final, el resplandor opaco de sus ojos, la palabra convertida en confesión secretamente oculta, la blanca y dulce bebida a ras de labios... Todo ese bagaje de caricias, gestos y enseñanzas furtivas y esos otros encuentros oficiales y las confidencias a la luz del día y la huída en las noches más amargas... Esa turgencia firme de los brazos que escalan posiciones y quizá sin remedio esa gota de luz que a tu lado me alcanza... No sé qué encontraría yo en ellos que no tuvieras tú. Acaso nada. Si no fuera por ti, tanto y de qué manera, los hubiera olvidado para siempre.

Y callaré tu nombre

Si algún día las aguas bajan dulces acuérdate de este tiempo de furia, del dolor del costado que se clava en el cuerpo, de las lágrimas tibias que anuncian soledades. Si alguna vez esos ojos vuelven a mirarte no dejes de lado que ahora ocultan el rostro no retires de tu memoria el sufrimiento no permitas que la euforia te engañe de nuevo.   Si por algún motivo sientes que esto de ahora es un sueño inventado, una historia sin nombre, recuerda lo que sientes, esta herida mortal este silencio inmenso con su huella indeleble.

Edna O´Brien en Madrid

A Madrid ha llegado Edna O´Brien , una de mis escritoras favoritas (esto es poco decir, suena frívolo y superficial) para presentar su última novela "Las sillitas rojas". Hubiera dado lo que fuera por estar allí, en esa librería, por ver de cerca a O´Brien (soy bastante mitómana) y por preguntarle algunas cosas de Kate y Baba que se me quedaron sin resolver. No vivir en Madrid tiene estas cosas. En todas las ocasiones en las que una exposición, una presentación de un libro o, simplemente, la imagen de la ciudad majestuosa y delicada que es, me hace pensar en ello, siempre tengo la sensación de que me estoy perdiendo algo. Debería coger el AVE todas las veces del mundo y plantarme allí, sin más, sin parafernalia ni preparaciones. Sería lo mejor.  Mi prima Mary (que es mi súper prima, esa prima que todos queremos tener, porque tiene las mejores cualidades, la mayor gracia y la generosidad especial de la buena gente) siempre dice que, para ella, estar en Madrid es la

"Como una extraña" de Rachel Abbott

La novela policíaca es un terreno que he recorrido durante toda mi vida de lectora. Desde los diez o doce años las novelas de Agatha Christie han llenado el librerito blanco en el que estaban los libros más leídos de la casa.  En las estaciones de tren, en los kioscos, en la imprenta (así llamábamos a la librería donde los comprábamos), en cualquier parte donde se pudieran hallar, incluso en el Vips o en un gran almacén, encontrar un título no leído era una fiesta para todas nosotras. De esta forma los conocemos todos y podéis preguntarme por cualquiera de esas novelas que sabré deciros argumento, personajes y desenlace.  Ya sé que muchas personas la consideran literatura menor, pero no veo nada pequeño en hacernos pasar un rato agradable, ayudarnos a olvidar los problemas y, sobre todo, lanzarnos sobre la pista de alguien que ha hecho algo malo. La intriga, el suspense, la duda, son elementos consustanciales a su trama y todo eso te hace vibrar como lectora. Si me pedís a

Devuélveme los versos que te escribí una noche

No lo hubiera creído. Incrédula, moviendo la cabeza sin reparar en ello, dudosa, fuera de cobertura, allá lejos de todo, cuando hasta el aire tiembla, recibe la evidencia de que también en esto él le mentía. Sus mentiras pequeñas, sus mentiras absurdas, sus mentiras ajadas, sus mentiras precisas, sus mentiras piadosas, sus mentiras perdidas, sus mentiras oscuras, sus mentiras dudosas, sus mentiras...alcanzan hasta el borde de los sueños, lo más puro que tuvo por llevarle.  Una palabra tuya bastaría pero se equivocó y lo hizo inútilmente. Los errores consisten en hallar un camino que no conduce a nada. Confiar en que los ojos tienen brillo de huellas verdaderas. Esperar que el calor de las miradas tengan razón de ser pese a la noche. Pero si la mentira se abre paso, si la mentira huelga sus razones, si la mentira existe, si la mentira brilla, si la mentira avanza...entonces las palabras se congelan, se pierden, se marchitan, se acobardan, se adueñan del silencio, se terminan, se

Una invasión salada

(Gustav Klimt) Llegan sin avisar. No las esperas. Tampoco te hace ilusión su llegada. Es un incordio a veces. Casi siempre. Te rodean y te cansan y te vencen. Son saladas y húmedas. Te cubren enseguida la cara. Tu rostro se convierte en un camino a surcos. Se marcha el maquillaje, se marcha la sonrisa, se va todo.  Si estás en un lugar inopinado, entonces te llenas de vergüenza. Lo ocultas, disimulas, las gafas son para eso un aliado. Pero incluso si fueras con la cara lavada, al descubierto, encontrarías que nadie lo percibe. Nadie ve cuando lloras. Las lágrimas son entes invisibles de un dolor no narrado. Son huellas, los testigos que anuncian que tu corazón vive en un silencio pavoroso que arde.  Tú sabes por qué lloras. No te engañas. Puedes hacerlo con el mundo entero, pero nunca contigo. Los engaños no sirven. Duelen tanto como asir las verdades pero te dejan dentro una huella de hastío que no puede borrarse sino con claridades de cualquier primavera.  Y no p

En el jardín

(Impresionismo americano) No todo fue tristeza. Nadie soporta la tristeza mucho tiempo. Por eso fue tan doloroso. Teníamos las palabras. Y teníamos las risas. Oírle reír era una gigantesca punzada de optimismo. Reía de una forma especial, con ganas, desde dentro. No impostaba la risa. El tiempo de reírse era el único que parecía verdad. Yo quería hacerle reír a toda costa por eso sufrí tanto cuando me convertí en un problema. Todas las mujeres de su vida nos hemos acabado convirtiendo en problemas. Las del pasado y las que vendrán. Pero su risa, ay su risa. Conquistaba el espacio. Era limpia y producía el efecto de una catarata de agua en el desierto. A través del teléfono reía con ganas y transmitía un halo de complicidad imposible de evitar. Y, cuando estaba frente a mí, esa mirada, durante el acto de la risa, tenía una fuerza tal que todavía la mantengo en mis ojos. La veo siempre. Está ahí. No se marcha, ni se oculta, ni se escapa. Lo veo reírse y entonces muero. N

"Elle" de Paul Verhoeven, con Isabelle Huppert

Isabelle Huppert es una actriz excepcional. Su fragilidad aparente esconde una fortaleza sin límites. En este papel esa dualidad es fundamental. Michelle ha sido una niña traumatizada por su condición de hija de un asesino múltiple. Esa circunstancia ha marcado la vida de la familia. Mientras ella triunfa como empresaria de creación de videojuegos, su matrimonio fracasa y su hijo es un absoluto inútil con problemas mentales. Por su parte, la madre de Michelle ha perdido todo contacto con la realidad y vive entre el botox y los gigolós. En esa tormenta estallan otras, que la cubren de pleno y que solo pueden entenderse a la luz de su propia existencia. Pero es capaz de seguir, de arreglarse el pelo, ponerse los zapatos de tacón, maquillarse y volver a la lucha. Es esa sensación de resistencia a la derrota la que te mantiene atenta a la pantalla.  Si vas al cine con amigas tendrás luego la oportunidad de hablar de lo que viste. Esto es algo impagable. Las cinco mujeres que, tras

"Querida Jane, querida Charlotte", Espido Freire

El libro aparece pulcramente ordenado en una de las estanterías acrisoladas de la casa. Es una mañana luminosa en la que el otoño se ha retraído y el sol quiere recordarnos que existe, que todavía no se batido en retirada. El campo se ha abierto en amapolas y margaritas silvestres y las plantas del jardín mantienen su tersura, quizá porque hace pocos días una tromba de agua las ha santificado. Está el libro junto a otros que hace tiempo no leo y se me viene a los ojos y a las manos. Así, como si fuera una señal, un aviso, como si ese fuera el libro que hoy debo hojear y aún recordar.  La contraportada es blanca y en ella sobresalen, con tamaño de miope, las letras negras que explican el argumento. Debajo, a la derecha, sobre el código de barras, aparece una etiqueta naranja fosforescente que está escrita a mano. El precio de venta (16,90 euros) y la fecha en la que se etiquetó, el 17 de febrero de 2004, justamente un día antes de que mi vida cambiara para siempre. Aunque yo no

Faros

( Un faro en la costa de Irlanda ) Confieso que me gustan los faros y que no viviría en uno de ellos. La absoluta soledad que los rodea, el mar océano a un lado, en otro ángulo la tierra firme anclada, todo eso me asustaría en las noches y me daría melancolía en los atardeceres. Ese momento indeciso del comienzo del día, cuando se apaga la luna siquiera por un tiempo, esas horas escasas, serían, seguramente, el tiempo en el que mi corazón no latiría desbocado aquí, en estos sitios que la leyenda agranda.  Esa luz circular que lanza inexorable cada vez que el reloj así lo exige tendría que ser también un aviso para aquellos que viven en las orillas tenues de los mares ansiados. Justo al lado del mundo en el que te hallaría, aunque no estoy segura de que tus ojos vieran ese andar despacioso que gasto cuando sueño. En ti, solo contigo, solo al lado del aire, allá contigo, solo en esa baranda de las camas desnudas, podría retroceder y cambiar lo que ha sido por una tenue brisa

Ella calla, él miente

(Richard S. Johnson. Hiperrealismo norteamericano) Hoy prefiere el silencio. Y eso en ella significa que una puerta está a punto de cerrarse. Que un árbol ha dejado caer todas sus hojas y soporta con pesadumbre el viento y la lluvia, sin apenas protegerse. Quiere decir que no cree en palabras vacías y en sonrisas cargadas de prevenciones. Que las mentiras piadosas no son santo de su devoción. Que no siente nada si una imagen, con champán incluido, se superpone en su cabeza. El silencio significa en ella tanto decepción como desencanto. Como desengaño. Como desafección. Como desaliento. Desarmada. Desilusionada. Desértica. Desapasionada. Desdoblada. Débilmente expuesta a los adioses que se acumulan cada día. Adiós, adiós, adiós. El silencio se escribe con eses. Todas las palabras terminan en ese. Días acaba en ese. Tardes acaba en ese. Noches, también. En el silencio suena, extrañamente, una canción de la que todos hablan. Pretende ser emblema pero para ella no es nad

Campo dei Fiori

(Marcello Mastroianni y Sophia Loren. Los Girasoles. Vittorio de Sica. 1970) A ella le asustan los aviones. Cuando se cierran herméticamente las puertas y la huida es imposible. Algunos pasajeros se asoman jubilosos a las ventanas, detrás de los cristales, para ver el despegue o la llegada. Para atisbar las tormentas en las pistas de abajo o para soñar con una puesta de sol única, que les convierta en espectadores privilegiados de la naturaleza incólume.  A ella, en cambio, lo único que la salvaguardaba del miedo era el amor. Sentir que allí, a su lado, con las piernas muy juntas y las manos cercanas, estaba él, que podía acunarla si notaba sueño y podía distraerla si los nervios hacían su presentación. Era el amor lo que movía sus pies a la hora de avanzar en un viaje que siempre quiso hacer con la persona adecuada, en el tiempo preciso, en el paisaje perfecto.  La ciudad es un torbellino de esperanzas. Las calles aparecen regadas de turistas, de nativos que ignoran c

"A mí no me engañas" de Kelly Link

Kelly Link (Miami, USA, 1969) es editora y escritora. Los cuentos y los relatos cortos son el territorio literario en el que mejor se mueve. En ellos hace una personal mezcla de asuntos fantásticos, ciencia ficción, adobados de elementos de carácter realista. Como editora es responsable junto a su marido de Small Beer Press y realiza una interesante labor como profesora de escritura creativa en talleres literarios muy conocidos y respetados en Estados Unidos, algunos de los cuales están vinculados a universidades. Ella misma asistió a estos talleres y es ahí donde ahormó su forma de escribir y de entender la literatura. En 2011 se publicó en castellano su libro "Magia para lectores" (Seix Barral) una antología de cuentos fantásticos que tuvo mucha aceptación entre el público. A pesar de ser una escritora muy premiada en su país todavía en España no goza de un reconocimiento más o menos general. En esta ocasión Seix Barral publica otra colección de cuentos, "A mí

"Basada en hechos reales" de Delphine De Vigan

Desconfío de los libros que se leen de un tirón. A veces eso significa que se despeñan por un precipicio del que no es responsable siquiera su autor. En este caso todo parece abocado a la tragedia. Las entradas de los capítulos llevan frases de Stephen King y el comienzo no puede ser más descorazonador: una escritora que ha perdido el don de la palabra.  ¿Estamos ante una historia real? ¿Ha tomado Delphine de Vigan un episodio de su propia vida para convertirlo en novela? Estas preguntas se formulan en el libro de otra manera. ¿Debe el escritor usar su material biográfico para escribir? ¿Es esa la única escritura posible? La escritura-verdad, la que emana de la realidad directamente, la que se ofrece en bruto, apenas sin limar. El oficio de escritor como demiurgo, como intermediario entre la vida y el lector.  La protagonista de este libro es una escritora que no encuentra argumento para escribir una novela, después de haber obtenido un importante éxito. La editora le d

"Triana. La otra orilla del flamenco. 1970-2015" Ángel Vela Nieto

El elemento predominante en este voluminoso libro es el trabajo de campo. El autor ha utilizado el método de ir directamente a las fuentes y ha privilegiado la oralidad frente a la bibliografía. Esto tiene su razón de ser en el propio contenido del libro: detalles biográficos de artistas de Triana y en Triana, más o menos conocidos y representando todos los ámbitos flamencos, desde su cultivo, hasta los investigadores y aficionados.  La tarea se ha completado con una selección de testimonios gráficos, algunos de ellos impagables. Las imágenes de niños jugando, de niñas en el colegio, las escenas familiares, los artistas en su salsa sin esa rigidez de los escenarios, pueblan sus páginas y contribuyen de una forma decisiva a que el libro sea entretenido y convincente. Es un libro de consulta que puede leerse desde cualquier dirección y al que se debe volver para saber cosas concretas del arrabal en este aspecto de su arte.  La página 7 del libro contempla un aviso: se dirige

"Hecatombe" de William Gerhardie

El buen tino de Impedimenta escogiendo autores se refrenda con las obras de William Gerhardie , de quien ya leí y reseñé en este blog su "Inutilidad", deliciosa comedia rusa, lo cual no deja de ser una incongruencia literaria.  Nacido en San Petersburgo en 1895, Gerhardie fue, por posición, un observador privilegiado de los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en las primeras décadas del siglo XX en Rusia y que contemplaron tanto el zarismo, como la Revolución Rusa y las dos Guerras Mundiales. Formado en Oxford, perteneciente a una familia inglesa, su mirada está llena de la objetividad que esa condición le depara. Fue agregado militar y ello le añadió una visión complementaria de los conflictos de su tiempo.  Gerhardie es un escritor brillante. Su estilo tiene influencias de Chéjov pero el bordado literario es enteramente suyo. La forma de acercarse a los hechos y personajes lo definen como un narrador irónico, detallista sin resultar exagerado, re

"Fiebre al amanecer" de Péter Gárdos

Qué encantadora forma de narrar la de Péter Gárdos. ..Sencilla pero no simple. Cautivadora. Llena de detalles que van convirtiendo la historia en una dócil escalera que subes. Al final, se encuentra una ventana. La abres y allí está todo.  Lo que cuenta me conmueve. Su propia historia personal está llena de cosas que cualquiera arrumbaría para siempre en un armario. Eso mismo hizo su padre, superviviente del Holocausto que, sin embargo, jamás habló a su hijo de lo que allí ocurrió. Hay muchas formas de reconocerse uno mismo, de encontrar las raíces que nos atan a la tierra. Este escritor desempolvó las cartas que su madre le entregó en un momento dado y allí pudo ver cómo su familia adquiría un sentido diferente. Su padre y su madre, ambos judíos, ambos jóvenes enfermos víctimas de la barbarie nazi, fueron capaces de encontrarse con todos los elementos jugando una siniestra partida para devorarlos y fueron asimismo capaces de amarse hasta el final, desde el principio.  Las

Así que estés, no digo qué palabras

Tu palabra se oye cada vez más lejana. Es un susurro que dispersa el viento. Lo diría Ángel González. Yo también te lo digo. Aunque nunca me oigas, aunque nunca lo sepas, aunque nada me sientas, aunque no te imagines, aunque estés de vacío, aunque yo no sea fuego, aunque yo no sea aire, aunque yo no sea tuya.  Espero tu palabra como si fuera lluvia. Es el primer ardor que mi alma necesita. La espero como tierra, como abrazo de amante. La espero y nunca viene porque abandona el tiempo cada vez que te llamo.  Siempre suena la música si te vas alejando. Si en las horas precisas te escapas y me dejas. Siempre suena la música y me advierte en silencio. Es un silencio nuevo, que me atrapa sin verte.  Ahora que estás tan lejos, ahora que ya no existes, ahora que nunca tiemblo, ahora que no me abrazas, ahora puedo decirte que tu presencia azul es una llave. Cierro mi corazón ahora que te has marchado. Guardo mi corazón y me cubro de ausencia. No te tengo, no soy, no escucho ya

Edificios caídos

Ella daba la impresión de ser una mujer fuerte. En esto quizá nadie se equivocaba. Pero la fortaleza esconde fisuras, carencias, huecos. Un edificio puede tener amplios cimientos a prueba de seísmos, enormes ventanas acristaladas, paredes forradas de sistemas anti ruidos y toda suerte de adelantos añadidos pero también poseer, a la mitad de su estructura, una corriente de aire rumorosa que hace que de noche los habitantes de la casa oigan el ulular del viento en las colinas. Una falla, una debilidad, una entrada secreta por la que se cuelen los bandidos, los hostiles, los que buscan destruir más que crear.  Así ella tenía en su espíritu una delicada estructura que ocultaba la vieja sensación de vacío que, desde niña, la perseguía sin explicación alguna. Ya había llegado a conocerla íntimamente como si se tratara de una amiga que jugara con ella y que con ella pasara las horas interminables de los fines de semana y las tardes sin planes. Así ella convivía con una alegría nat

"Las chicas" Emma Cline

Esta es la primera novela de Emma Cline . Las primeras novelas que alcanzan un inusitado éxito son un problema más que un logro. A veces condicionan la vida de sus escritores para siempre. Todos esperan una segunda novela que sea mejor o, al menos, igual. No siempre ocurre. Por eso, hay escritores que solo tienen un libro. Una primera novela exitosa, un acierto, una diana. El resto es pasable tan solo. En España tenemos un caso muy claro, aunque su autora no tenía la exagerada juventud de Cline cuando se dio a conocer. Me refiero a María Dueñas, cuyo "El tiempo entre costuras" fue un hito literario en el país que dio lugar, incluso, a una excelente serie de televisión. Sin embargo, ni la publicación de una novela anterior remozada, ni una novela de nuevo cuño, pudieron colocar a Dueñas en el sitio anterior.  Una conjunción de elementos son los que hacen, por tanto, que un libro triunfe y el triunfo de un libro no garantiza una carrera literaria. Hay que ver, por lo tan