Los niños del último banco Quién encierra una sonrisa Quién amuralla una voz… (M.H.) Hubo una vez un poeta que escribió: “Cuando yo era niño, era invisible. Era uno de esos niños en los que nadie repara, a los que nadie escucha ni oye, uno de esos niños que nunca tienen sobresaliente, ni diplomas, ni premios escolares. Era uno de esos niños del último banco que molestan porque no existen”. El poeta escribió esto porque era diferente a otros niños, lo mismo que fue diferente cuando se hizo adulto. A veces la diferencia constituye una muralla insalvable entre las personas. El poeta, de niño, como todos los niños, detectaba con claridad que no tenía sitio en el conjunto del aula, que no tenía amigos y que no hallaba lugar donde expresarse. Por eso, cuando creció, decidió escribir versos y publicar libros, aunque esto es algo que no todos los niños invisibles pueden lograr. Resulta que, en las escuelas y en los institutos, tenemos niños de esos. Pasan de curso en
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