La muchacha del cuadro (que pintó Matisse) parece muy desconcertada. O, quizá, asustada. Confusa. Preocupada. Triste. Extrañada. Absorta. En ese extraño interior, a través de cuya ventana abierta se ve el mar y una solitaria planta que nace no se sabe dónde (pues lo mismo puede ser una maceta, que la rama de un árbol que emerge), la muchacha nos mira haciéndose algunas preguntas. El pintor nos engaña. Coloca a la muchacha en una bonita habitación, con cortinas de flores, paredes de papel pintado y mesas de cristal en las que se ofrecen flores en un jarrón. Pero la muchacha no parece concordar con ese paisaje y tiene una expresión dudosa. Es como si (algo imposible) Matisse hubiera visto "Psicosis" la película de Hitchcock en la que también nos engañan, porque todos esperamos que la "estrella" Janet Leight se mantenga viva durante toda la película (para eso es la protagonista ¿o no?) y, de pronto, se le ocurre ducharse y dejarse matar por quién lo sabe. La cara de
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