Ya está aquí el nuevo Banville, diríamos si los libros se pregonaran en un mercado de abastos. La nueva novela del irlandés de la doble cara, del doble gesto, de la doble literatura. Es Banville y no Black el que saluda el año con un nuevo título, así que no vamos a esperar asesinatos, ni autopsias, ni investigaciones pormenorizadas. Salvo si es el sentimiento el que hay que investigar. Y es mejor así. "Órdenes sagradas" fue una obra fallida. Demasiada impostura. Demasiado encorsetamiento en un personaje que ya está acabando su ciclo, si es que no lo ha acabado ya. Puede que el propio escritor lo sepa y por eso ahora retoma su faceta generalista y se presenta con esta novela en la que, quizá, hay un reflejo de sí mismo mucho mayor del que suponíamos. Oliver Orme es pintor y está en horas bajas. Las musas lo han abandonado. Hay cierto hastío en su pintura y eso se nota de inmediato. Un artista sabe cuando se agota la fuente de la que bebe. Los críticos también. En el
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