Nuestros alumnos están oyendo hablar estos días de que el flamenco es ya cosa universal. No entienden muy bien qué significa esto, como tampoco lo entienden muchos mayores. En todo caso, bien vale esta excusa para recordarnos a nosotros mismos la riqueza artística que encierra el flamenco y que, por desgracia, aprovechamos muy poco en las escuelas. Desde hace más de veinte años hay profesores y maestros que intentan trasladar a sus aulas algo de la grandeza del flamenco y lo hacen a través de la poesía, de la expresión plástica, de la música, de la geografía o la historia. Como acaba de decir el poeta Luis Alberto de Cuenca en su discurso de entrada en la RAE, la geografía y la historia son las primeras bases sobre las que todo se asienta y no es posible enhebrar conocimiento alguno sin ellas. Trazamos en nuestra mente una línea del tiempo y, sobre esa línea, cualquier mente bien ordenada (y aquí recuerdo a Edgar Morin, en su clarividente libro sobre educación que me regaló hace unos
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