"Dirección norte" un cuento de Edith Pearlman


(Fotografía: Amy Stein, EEUU, 1970)

Desde Minnesota, la familia vuela a Cambridge, Massachussets, para visitar, entre otros lugares apreciados, la universidad de Harvard. La antigua universidad fundada por el clérigo John Harvard y que tiene una extraordinaria biblioteca. Las bibliotecas atraen a la familia. La niña mayor, Sophie, es una consumada visitante de bibliotecas y una amante de los libros, como su padre, Ken. La madre, Joanna, avanza sorteando los obstáculos con la sillita en la que se sienta la niña pequeña, de dos años, Lily, con síndrome de Down. Sencillamente. 

Los viajes con niños están llenos de mochilas de colores, de pañales de recambio, de ropa de repuesto. También, de un cuidado extremo para que ninguna de las niñas se pierda y para que, cada una de ellas, pueda aprender algo del entorno, de esos maravillosos lugares que sus padres recuerdan afanosamente. Cruzar la calle, por ejemplo, es un momento delicado. Hay que tener una exquisita prudencia y hay que enseñarla, para el día en que las niñas vuelen solas. A Sophie esto le parece un imposible porque ahora están sellados los cuatro, atornillados entre sí desde que nació Lily y todos entendieron que algo había cambiado para siempre. 

Sophie es una niña curiosa, sensata y llena de emociones que quiere controlar siguiendo los consejos de sus padres. Por eso la tragedia, que se inicia, no concluye aunque asoma su cabeza a lo largo del relato. Una visita sin mayor riesgo, una forma de contemplar de cerca las bellezas de los libros de la biblioteca de Harvard, su majestuoso sentido de la tradición. De cualquier modo no parece fácil recorrerse un país tan grande con dos niñas pequeñas y tirando de una sillita. Hay gente que no lo haría. Ken y Joanna sí. Son tres para cuidar a Lily. 

"Dirección norte" es uno de los cuentos que ha escrito durante su vida la escritora estadounidense, prácticamente desconocida hasta hace unos pocos años, Edith Pearlman. Narra una mañana en la vida de una familia que está de viaje. Nada de importancia. O quizá entre sus líneas se deslizan cuestiones que son mucho más complejas de lo que suponemos. Y, desde luego, posee la virtud de que camines sin dudarlo, sin merodeos, de la primera a la última palabra del cuento. Y que veas, con toda claridad, las imágenes de los cuatro, de Sophie, de Lily, de Joanna y de Ken, subiendo y bajando las rampas de la estación de Harvard Square, junto al quiosco de prensa o cruzando un semáforo que, ay, se pondrá en rojo antes de tiempo. 

Comentarios

Entradas populares