Causa de mi salvación
Mirad esa niña: Tiene once años, lleva un vestido rosa de cuadritos diminutos, una larga melena, y unos zapatos blancos de tiras muy finas. Es verano y hace todavía calor, aunque no demasiado, en este pueblo sin playa rodeado de sal. La playa está llena de baterías de tiro y de soldados, por eso la gente del pueblo no puede pisarla, porque una bomba podría estallar en cualquier momento. La niña está sentada en el suelo, en la acera de una calle de pavimento irregular, una calle larga y sinuosa, con tramos diferentes; una calle que encierra muchos misterios e historias que, un día, la niña contará y convertirá en cuentos. Pero todavía es pronto para eso y ahora la niña, con once años, está abriendo presurosa, uno tras otro, los más de veinte libros que alguien, una vecina que quiere hacer limpieza de cosas inservibles, ha sacado de su casa, dentro de una gran caja de embalar. Todos los libros son para la niña y por eso ella está sacándolos de la caja, abriéndolos